Por Alejandro Duchini / Fotos: Maxi Didari
Siguiendo la tradición de arqueros que cruzaron el charco y
fueron campeones, como Carlos Goyén y Eduardo Pereyra, el Uno del Rojo fue uno
de los pocos que estuvo al margen de los silbidos y se ilusiona con repetir los
éxitos de sus compatriotas. Aquí, su historia.
No larga el termo y el mate ni para la producción de fotos,
un clásico de nuestros vecinos.
A sus 5 o 6 años, a Martín Campaña le gustaba ir al arco a
pesar de la recomendación de su papá, Nelson, un ex arquero amateur del San
José uruguayo, quien pretendía que jugara de 9. Nelson, uruguayísimo desde su
propio nombre, apuntaba a protegerlo de las ingratitudes del puesto. Sabía
(sabemos) que por más partido brillante que tenga un arquero, el mínimo error
puede derivar en un gol y la condena de la hinchada. El 9, en cambio, puede
pifiarla durante 89 minutos pero la mete al final y se gana a la gente.
Sin
embargo, el actual arquero de Independiente (Martín Nicolás Campaña Delgado,
tal su nombre completo; nacido en Maldonado, Uruguay, el 29 de mayo de 1989), se
empecinó en atajar. Iba al arco en los campitos de su barrio o en las playas de
la misma Maldonado o de Punta del Este, a diez minutos de su casa. Esos
partidos los jugaba con su barra de amigos; Diego, Gero y Marcelo lo
acompañaron siempre, recuerda en la charla con El Gráfico. Ellos fueron
testigos de su carrera deportiva. Del baby en Maldonado a las inferiores de
Defensor Sporting; en 2007, el debut en Primera con el Deportivo Maldonado en
el ascenso. Y después: Atenas, Cerro Largo, Racing de Montevideo, de nuevo
Cerro Largo (cuarto en el campeonato uruguayo y clasificación a la Sudamericana
2012) y Defensor Sporting (en 2013 fue elegido como el mejor en su puesto). El
año pasado llegó a préstamo a Independiente, y en tiempos tumultuosos, teñidos
de impaciencia, Campaña se convirtió en la figura del equipo y acaba de firmar
contrato por cuatro años. No es una apuesta menor la del club. “Cada vez que
hablo con mis amigos coincidimos en señalar lo increíble que es haber llegado a
Independiente”, se maravilla.
Al Rojo, equipo copero si los hay, ya lo seguía desde su
infancia. “El fútbol argentino para nosotros es tan importante como el
uruguayo”, comenta. “Además, juegan muchos uruguayos. Admiramos la pasión que
sienten por el fútbol, con la gran cantidad de gente que va a las canchas. Eso
nos llama la atención en nuestro país”, comenta. Familiero desde siempre, en su
adolescencia le costó irse a vivir solo a Montevideo para probar en inferiores.
Extrañaba a sus padres: los consejos de Nelson (“que más allá de no gustarle el
puesto siempre me bancó”), la compañía de su mamá -Marisol Delgado- y las
charlas con sus hermanas, Yamila y Daiana. “Pero valió la pena. Fue hermoso
debutar en Primera. Cuando se llega, se siente que se cumple un sueño. Después
querés ir a la A; y después otra cosa, y así. A veces no sé si lo que vivo es
real, porque las estadísticas indican que llegan muy pocos a Primera. Es lindo
ver que el esfuerzo dio frutos, aunque es complicado. Cuando comencé, era
soltero, pero había compañeros que no sabían si podían darle de comer a su
familia porque cobrábamos salteado. Después, las cosas mejoraron, pero también
la he pasado mal económicamente”, recuerda sobre sus inicios.
No solo se sueña con llegar a Primera y mantenerse. También
se sueña con convertirse en figura y, de ser posible, en ídolo. Eso es lo que
le pasa en este lado de Avellaneda. Es un sábado a la mañana y el equipo acaba
de ganarle un amistoso a Chacarita. Faltan días para que continúe el postergado
torneo de Primera y los dirigidos por Ariel Holan, el nuevo técnico, parecen
cambiar la pobre imagen del verano. Los hinchas celebran el 4-0 sobre Chaca,
pero no es menor que Campaña sigue bancando el arco. La espera para las fotos
tras el partido se hace larga porque no lo dejan ni un segundo. Una adolescente
que festeja su cumpleaños se le pone al lado para sacarse una selfie, un padre
le entrega a su bebé de meses para fotografiarlo con él y un nene de no más de
10 años espera por otra foto. La escena se repite tanto que en minutos se vuelve
ritual. Nadie pide ya un autógrafo. Aquello de “con afecto para…” es historia.
Ahora todo es imagen. Campaña no le niega ese segundo eterno a ningún hincha.
Cuando termina, accede a charlar con esta revista en un vestuario junto a la
cancha, alejado del ruido que generan los seguidores del Rojo que vinieron a
ver el partido y sobre todo a sus jugadores.
-¡Cómo te quieren!
-No tengo más que palabras de agradecimiento hacia la gente
por el cariño que me da.
-¿Te reconocen por la calle?
-Hay hinchas de Independiente por todos lados y, sí, me
saludan en la calle. Sabía que Independiente era grande. Veo que el club está
creciendo, que se hacen las cosas muy bien. Cuando llegué, teníamos un
vestuario viejo y hoy tenemos uno muy lindo. Tengo la ilusión de que jugadores,
dirigentes e hinchas hagamos cosas lindas para el club.
Dice y se calla enseguida. Habla poco y en voz baja, como
metido hacia adentro. Su tono de voz tiene cierto parecido con el de Enzo
Francescoli.
“Sé que no soy de transmitir lo que me pasa. Las cosas van más por
dentro. Mi mamá sí se emociona mucho”, se describe y ejemplifica. Un allegado
al plantel que lo conoce confía que Campaña es un tipazo pero que le cuestan
mucho las entrevistas, que no es verborrágico como otros jugadores. Que sobre
todo le cuestan las notas televisivas. Con los medios gráficos se suelta más,
pero tampoco tanto. El lo confirmará: “No me gusta exponerme. Por eso trato de
evitar a la prensa, pero en Independiente eso es casi imposible”. Sin embargo,
siempre se mostrará amable.
-Llegás a un club muy identificado con los uruguayos. Acá
fueron campeones arqueros como Carlos Goyén y Eduardo Pereyra…
-Tengo buena relación con Eduardo, que antes me daba los
guantes porque representaba a una empresa de guantes. Me habló bien del club,
me contó lo que significa. Hablamos seguido, pero ahora que estoy en Buenos
Aires más que nada nos mandamos mensajes. Siempre con buena onda.
-¿Cómo te ves subido al podio de arqueros uruguayos de
Independiente?
-No hay nada más lindo que jugar para ser campeón.
Obviamente que es una responsabilidad y hay que estar a la altura. Estamos
trabajando para pelear arriba. Vamos un poquito relegados en la tabla, pero
pelearemos hasta el final, no solo por el campeonato, sino también para entrar
a una Copa Libertadores. La ilusión está intacta.
AVELLANEDA, MATE Y FAMILIA
El año pasado, Independiente buscaba un arquero para
renovarse. El Ruso Diego Rodríguez no atravesaba un buen momento con un sector
de la hinchada, la situación se había vuelto problemática, y la llegada de
Campaña marcaría el futuro de uno y de otro. Con sus actuaciones, el uruguayo
se afirmó en el puesto, y Rodríguez quedó relegado hasta irse. Hoy está en
Rosario Central. Cuando en la Sudamericana pasada Campaña atajó dos penales
ante el Chapecoense en la definición desde los doce pasos, confirmó su
identificación con la gente del Rojo, más allá de la eliminación. El también
oriental Cebolla Rodríguez fue uno de los gestores de su llegada. Fue él quien
lo recomendó por sus condiciones.
“Me recibieron muy bien en el plantel.
Hicimos una buena relación, sobre todo con el Cebolla, un tipo que siempre está
de buen humor, con ganas de hacer cosas. Lástima que acá no le fue como quería.
Ganó cosas en casi todos los clubes en los que estuvo. ¡Un fenómeno!
Impresionante como tipo. Independiente le pidió referencias mías y habló muy
bien de mí”, recuerda el hoy arquero titular.
Campaña viene de una familia trabajadora. Su padre,
constructor, “hizo la casa con esfuerzo”. Su mamá, también trabaja: “Ahora en
una mueblería, como encargada… Son muy laburadores. Mi papá llegó a trabajar
día y noche para tener su casa. Hoy la tiene, y también su auto. Esos valores
se aprecian”, define.
“Reconozco los valores de mi casa. Sigo dando importancia a
esas cosas. Tengo recuerdos muy lindos. A veces no había para comprar botines
nuevos y entonces se arreglaban los viejos. Tampoco me hacía mucho problema.
Mis padres nos enseñaron a mí y a mis hermanas a valorar las cosas. El dinero
que se gana, se cuida”, resume. Después recuerda: “Cuando debuté, ganaba 7000
pesos y cobraba salteado. O sea, hoy tengo un mejor pasar y lo disfruto, pero
no soy de despilfarrar”.
Entre los gustos que se da está el de algunos viajes junto a
Valentina, su pareja desde hace ocho años y actual estudiante universitaria.
Hace poco conocieron Europa (“hice el pasaporte comunitario”) y poco antes
viajaron a Playa del Carmen y a los Estados Unidos. Desde que se instaló en Buenos
Aires, no deja de recorrer la ciudad y sus alrededores. “Es muy linda y grande
para pasear. Tenés de todo para hacer. El otro día fui un poco más lejos, a
conocer Tigre, y descubrí un mundo nuevo, muy lindo”, comenta. No deja de
sorprenderlo, de todos modos, “el ritmo de vida, muy distinto al uruguayo” que
tiene Buenos Aires. Y, claro, algo extraña. “Disfruto de lo que hago, pero no
está bueno andar lejos de la familia, de los amigos, de los seres queridos. Es
lo único feo. Pero el cariño de la gente compensa todo”.
Por ahora, el plan es seguir de a dos: se ríe cuando se le
pregunta por el heredero: “¡Noooo! Es un tema del que siempre me hablan los
chicos (por sus compañeros del plantel). Es que muchos ya tienen hijos y me
preguntan para cuándo el ‘Campañita’. Y, no, todavía no”.
Si hay algo que lo acerca a su Uruguay es el mate. “No puede
faltar. Con la banda tomamos mate todo el tiempo”, sonríe. A la mañana siempre,
a la tarde a veces y a la noche algunos. Enseguida advierte: “Los argentinos
toman más mate que los uruguayos. Dicen de nosotros, pero ustedes… hay algunos
que a las 12 de la noche todavía están mateando”. El mate también estará en la
sesión de fotos. Cuando ingresamos al césped del Libertadores de América,
Campaña aparece con su equipo matero. No tendrá problemas en utilizarlo para
cada imagen.
DE SELECCION
La titularidad en el seleccionado uruguayo es un objetivo
por cumplir que no vive con urgencia. Debutó en la Sub 20 en el Mundial de 2009
y desde 2012 integra la mayor, como tercer arquero, bajo las órdenes del
Maestro Tabárez, quien lo convocó para las Juegos Olímpicos de Londres. Tiene
por delante a un titular indiscutido como Fernando Muslera y a Martín Silva.
-¿Cómo llevás el hecho de ser el tercer arquero del
seleccionado?
-Llegar a la selección es lo máximo. Sé que hoy Muslera está
muy bien y Silva, cada vez que le tocó atajar, estuvo a la altura. Pero estar
en la selección es lo máximo que le puede pasar a uno como jugador. Al fin de
cuentas, uno comparte vestuario con los mejores de su país. Es un sueño.
-¿Sos parte de la llamada “garra charrúa”?
-El que se formó es un grupo fantástico en el que todos
queremos ganar siempre: Mundial, Copa América, Eliminatorias. Lo que sea, lo
queremos ganar. Cada compañero hace que el otro se sienta muy bien. Se piensa
muchísimo en el grupo más que en el individualismo. En esta selección uruguaya
nos pasa a todos así. Los de afuera apoyamos a los que les toca jugar. La
prueba es que cada pelota la jugamos como si fuese la última.
-¿Cuál es tu impresión sobre el fútbol uruguayo en líneas
generales?
-Al fútbol uruguayo le falta conseguir cosas
internacionalmente. Ha bajado un poco su nivel. Hay muchos equipos que no están
bien: cuatro o cinco hicieron las cosas bien, pero muchos otros, no. Ojalá se pueda
revertir la situación. Yo creo que se puede. En cuanto a selección, en cambio,
se trabaja muy bien. Hay buenos jugadores y se ganaron cosas. La selección no
es lo mismo que el fútbol uruguayo a nivel local.
Campaña no quiere decir de qué equipo es hincha. Cuando se
le pregunta, se ríe y evade: “Me hice de Defensor Sporting por estar mucho en
el club, pero antes había otro... Mejor no decirlo”. Y vuelve a reír mientras
niega con la cabeza. Reconoce, en cambio, su admiración por el Real Madrid:
“Siempre lo seguí. Históricamente”. Pero no va en detrimento del Barcelona: “Lo
que hace desde la época de Guardiola es magnífico”, opina.
Para crecer todavía hay tiempo, dice. “Si en el fútbol te
brindás al máximo, tarde o temprano se te reconoce. Uno tiene que saber que hay
que manejarse con respeto y mantener un orden. No hay mucho más. No hay que
faltarle el respeto a nadie. Hoy se está perdiendo un poco el respeto, que es
algo fundamental en cualquier orden de la vida”, agrega. Tal vez algún día
llegue a Europa, ese camino casi obligado para los que se destacan en el fútbol
argentino pero que él no tiene ahora en sus planes.
“Me debo a Independiente”,
se sincera. De hecho, en esta entrevista nunca habló de eso. Cree que las cosas
se irán dando: “Mi objetivo es mejorar cada día, crecer. Que me vaya mejor.
Cuando estaba en Uruguay, tenía la esperanza de jugar en otro fútbol. Y se dio
lo de Independiente. No me puedo quejar. Las cosas me vienen saliendo bien”.
Admirador de su colega italiano Gianluigi Buffon, al
despedirse ofrece que ante cualquier duda volvamos a llamarlo. Que no hay
problema. “Total, tienen mi número de teléfono”, comenta. Y otra vez vuelve a
ofrecer una sonrisa:
“No sé cómo hacen, pero siempre consiguen los números de
teléfono”.
Nota publicada en la edición de abril de 2017 de El Gráfico
Fuente El Gráfico
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