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miércoles, 10 de agosto de 2016

Río 2016, Fútbol olímpico. Los culpables del hundimiento están en Buenos Aires



El seleccionado se vuelve de Río de Janeiro en primera rueda tras haber empatado 1 a 1 con Honduras; un eslabon más del desconcertante presente del fútbol argentino


Por Cristian Grosso

Desde el desprecio y el desinterés, los dirigentes residuales de la AFA descabezaron el equipo olímpico y lo convirtieron en el espectro que deambuló por Brasil.

El Vasco Olarticoechea es un buen hombre, una calidad que no todos pueden exhibir. Pero no era el entrenador para un seleccionado argentino en los Juegos. Lo expusieron. No se trata de hacer leña del árbol caído, se apuntó en su momento: acudieron a él como un manotazo desesperado porque era el único del mobiliario. Y aceptó, algo ingenuo, desde su bondad. En el reparto de culpas se lleva la porción menor, al menos puso la cara. 

Mientras los Angelici, D' Onofrio, Moyano, Blanco y Lammens -sí, por acción u omisión todos son cómplices- hicieron el daño y luego se desentendieron.
 

Foto: Reuters

El seleccionado olímpico nunca existió. La AFA se burló de la competencia olímpica. La deshonró. La eliminación en la primera rueda no es grave en sí misma, lo alarmante es el síntoma que refleja. La dirigencia elige sacarse los problemas de encima tirándolos para adelante. Un boomerang de incapacidad. Siguen sin entender la dimensión que tienen sus decisiones. Un equipo Sub 23 tendría que servir para ampliar la base de la pirámide de la selección principal, para descubrir la profundidad del recambio, como ocurrió con Mascherano, Tevez, Coloccini o Lucho González, que participaron de Atenas 2004 y dos años después estuvieron en el Mundial de Alemania. O como sucedió con Romero, Di María o Agüero, que después de Pekín 2008 se volvieron frecuentes en la mayor. Pero por estas hora sólo se agiganta la caída al vacío.

Hace años que la AFA no diagrama un proyecto futbolístico para los próximos 20 años. Los seleccionados juveniles llevan nueve meses sin conducción y la mayor consiguió entrenador después de un casting que no reparó en escuelas ni en perfiles. El intervenido fútbol argentino vive de remiendos, una imagen poderosa para entender su condición menesterosa. Mísera en recursos, desharrapada en planes innovadores y generosidad para ejecutarlos. Difícil, casi una fantasía suponer que es posible una política de estado en el fútbol. Es más terrenal entregar el sueño a la capacidad de los entrenadores y al talento espontáneo de los futbolistas. Esta vez el parche se descosió.

La involución del fútbol argentino acaba de encadenar otro eslabón. Certificado por el resultado en los Juegos, pero la regresión comenzó cuando el desamparo envolvió al proyecto olímpico de Gerardo Martino. Hasta eyectarlo al entrenador. Sin Dybala, Kranevitter y Funes Mori cualquier selección se debilita, pero no se puede señalar a Europa mientras no haya una legislación clara. El enemigo está en casa. Los principales culpables de otro desplome internacional son los egoístas dirigentes argentinos que sólo cuidaron sus intereses. Los que orquestaron este hundimiento lo siguieron desde Buenos Aires por televisión, lejos, escondidos, desentendidos de la trampa que le tendieron a una selección abandonada.


Fuente Cancha Llena

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