Mascherano en conferencia.
Por Hernan Claus
Un día Mascherano se cansó de los triunfadores de boquilla,
de los que tratan de fracasados a los jugadores de la Selección, de los que
dicen que esta generación no se involucra con los proyectos de la AFA... Y
decidió mostrar sus sentimientos ante tantos actos de injusticia.
Este grupo de futbolistas viene de jugar tres finales
seguidas en apenas dos años, algo que hace tiempo no ocurría, pero eso no
alcanza. Está claro que a nadie le gusta mirar cómo el rival levanta la copa,
pero de ahí a que ese logro sea insignificante hay un abismo. En ningún lugar
del mundo alguien le diría “fracasado” a una persona que ha logrado tantos
objetivos en la vida, pero aquí, insólitamente, sucede muy a menudo. Porque
para llegar a ser un jugador de la Selección Mayor, primero hay un largo camino
por recorrer y para eso hay que ser un triunfador en varios aspectos.
En el caso de Mascherano, la historia es conocida: se
destacó en las Juveniles, debutó con Bielsa antes que en River, es el único futbolista
argentino que tiene dos medallas de oro, fue campeón en Brasil, triunfó en
Inglaterra (pero, claro, le “faltó” dar la vuelta olímpica) y ahora es
ti-tu-lar en el Barcelona, el mejor equipo del mundo (con el que, encima, ganó
todo) y uno de los mejores de la historia.
Mascherano es un nombre. Pero podríamos estar hablando de
Messi. De Riquelme. De Crespo, del jugador que se te ocurra que pasó en los
últimos 23 años por la Selección. Cometieron el pecado de no haber salido
campeones (con la Mayor, porque sí lo hicieron en Juveniles, la Sub 23 y en sus
clubes) y por eso algunos los desprecian, los critican al extremo. Y los
extremos nos llevan a las grietas y las grietas a no crecer como sociedad.
Fuente Olé
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