En el segundo partido con Milito como DT, y aun con poco
juego, Independiente dejó al calificado Lanús al borde de la eliminación y se
repuso de la derrota por la Copa Argentina
Por Jonathan Wiktor
Leandro Fernández celebra su gol, tras una falla del arquero
Monetti. Foto: Télam
El fútbol tiene mucho de juego mental. Cuando empezó la
segunda etapa de ayer, ante Lanús y por la Copa Sudamericana, Independiente aún
no había superado el trauma de la inesperada eliminación ante Defensa y
Justicia por la Copa Argentina, en el mismo estadio, del 8 de este mes.
La prueba estuvo en el estado de inseguridad con el que
salieron los jugadores y en la preocupación que tenía Gabriel Milito, que a un
costado de la cancha pedía a gritos más juego entre tan poco, sobrepasado por
los intentos de Lanús. Como si cada retazo del delicado terreno fuera un mal
recuerdo, los futbolistas del Rojo parecían pacientes con hipertimesia (1),
condenados a no poder olvidar lo que había sucedido 17 días atrás.
El que tampoco podía olvidar era Lanús, que durante el
primer tiempo no tenía que esforzarse demasiado para recordar que es el mejor
equipo del fútbol argentino. Un fotograma, apenas, hubiera alcanzado para darse
cuenta de que si no ocurría nada fuera de lo normal, el Granate -tarde o
temprano- abriría fuego contra el arco de Campaña.
Pero lo que nadie tuvo en cuenta anoche es que el fútbol es
impredecible, que los recuerdos pueden ser malos y que a veces -muchas veces-
se convierten en pesadillas. La víctima, esta vez, fue Fernando Monetti, que ya
en el primer tiempo había coqueteado con el error y que a los diez minutos del
segundo, en un intento por interceptar un centro desde la izquierda, le
facilitó el gol a Leandro Fernández, que apenas tuvo que empujar la pelota para
poner la serie 1 a 0. Quedaba mucho camino por recorrer pero Lanús, que llegaba
como favorito tras el título del semestre pasado y la posterior conquista de la
Copa Bicentenario, perdió su magia. Todavía, incluso, faltaba lo peor. El
mazazo que pareció transformarse en sentencia.
Con la certeza de que el cruce se le hacía demasiado
complejo, Lanús quedó frustrado y pagó muy cara su propia desesperación. A esa
altura todos se olvidaron de todo. El local dejó muchos espacios e
Independiente, que no retrocedía, entendió que era el momento de golpear de
nuevo. A los 43 minutos, Emiliano Rigoni, con una definición extraordinaria,
puso el 2 a 0, le dio el primer triunfo oficial a Milito en Independiente y
dejó al equipo de Jorge Almirón al borde de la eliminación y sin poder entender
en qué momento se les había descontrolado el partido. Sospecharon, con razón,
que el encuentro se había resquebrajado tras el primer gol, cuando todavía el
equipo granate se parecía al del semestre pasado.
Con dos conjuntos que tienen intenciones similares pero que
están en distintas etapas de evolución, el resultado estuvo lejos de lo que
indicó el funcionamiento de ambos. No hubo ni por cerca dos goles de
diferencia. Independiente aún tiene transiciones mecánicas, movimientos
forzados, todo lo contrario a lo que expuso Lanús, que en sus intentos tiene
una frescura difícil de encontrar. Pero su ansiedad, la que lo dominó tras el 1
a 0 parcial, lo llevó a la perdición.
Con este resultado, Independiente, que no ganaba en el
estadio Néstor Díaz Pérez desde el torneo Apertura 2006, quedó muy cerca de dar
el golpe y meterse en los octavos de la Copa Sudamericana, torneo que ya
conquistó en 2010. El 14 de septiembre se jugará la vuelta en Avellaneda, en un
encuentro que será -salvo una sorpresa como la de ayer- un camino allanado para
el Rojo, que sueña con desempolvar su mote de Rey de Copas.
Mientras los equipos se metían en los vestuarios, Milito,
dándole palmadas a sus futbolistas, sintió que la derrota ante Defensa y
Justicia, en su primer partido, había quedado olvidada. Tuvo, sí, motivos para
sonreír.
Fuente Cancha Llena
Nota de este blog : (1) Hipertimesia, también llamada hipermnesia o síndrome
hipermnésico, es un trastorno psicopatológico de la memoria, consistente en el
aumento de la función de evocación, sin que se observe una hiperfunción en
cuanto a la capacidad de almacenamiento. Las personas afectadas por este
síndrome poseen una memoria autobiográfica superior, o sea que pueden recordar hasta el más mínimo
detalle.
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