El Rojo de Milito arrancó con el pie izquierdo.
Por Beto Tisinovich
Después de 56 días de trabajo, Independiente se despidió de
la Copa Argentina dando una imagen horrible.
Un asco, con el perdón de la
palabra.
Si bien la ilusión por la llegada de Gabriel Milito es enorme, la
verdad es que en la cancha no se vio nada de lo que propone.
Puso el sistema
por arriba de todos y cambiando posiciones a jugadores a los que se los notó
atados.
Ya con Gimnasia se vio la falta total de juego, pero por lo menos
tuvimos presencia en el área. Claro, anoche inexplicablemente no fue de la partida
Fernández, el mejor delantero del Rojo en el primer semestre y al que el DT
catalogó como un diamante en bruto. Pulirlo seguro lleva tiempo, aunnue al no
jugar da la impresión de que perdió valor. En su lugar estuvo Sánchez Miño como
wing, lo mismo que Rigoni por el otro lado, cuando los dos son volantes
externos de acá a Barcelona.
Eso generó que Benítez jugara de interno y se sabe
que el misionero rinde más cerca del área rival. Cosas inexplicables que ven
sólo los entrenadores y la hacen bien difícil hasta para sus dirigidos.
El
fundamentalismo mata y termina perdiendo. Una cosa es la idea y otra muy
distinta poder desarrollarla.
Todos queremos un conjunto valiente, protagonista
y ganador. Pero para formarlo hay que empezar haciendo las cosas simples,
sembrando de a poco y siempre teniendo en cuenta hasta dónde uno puede tirar de
la cuerda.
Da bronca quedar eliminado y dando lástima. Pero que sirva para lo
que viene. Ahora que no aparezcan refuerzos top para calmar a las fieras.
La
dirigencia, que también gestiona, debería ponerse firme cuando el DT pide
jugadores que son menos de los que hay en plantel.
Y otra cosa, quiero que
volvamos a jugar como Independiente.
Basta de inventos.
Fuente Olé


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