El técnico llegó con el equipo en zona de descenso a la BM.
Hoy está cerca del podio.
Por Favio Verona
Si el Rojo continúa con el ritmo de cosecha de puntos que
logró desde la llegada de Omar, los números le cerrarían para alcanzar el
objetivo de volver a Primera.
“No prometo magia. Hay que trabajar y tener fe, podemos
sacar a este equipo adelante. Esperemos que los resultados aparezcan rápido”.
Con esa frase inaugural, Omar De Felippe decretó el inicio de su ciclo en
Independiente el miércoles 28 de agosto. La herencia que recibió era lapidaria.
El técnico debió tomar el timón de un equipo que apenas había cosechado dos
puntos de 12 posibles.
Hoy, a sólo 65 días de su asunción, las nubes que
anunciaban un frente de tormenta insoslayable parecen haberse esfumado. De
Felippe logró aliviar el estado de resignación crónico que invadía a un equipo
acechado por los infaustos recuerdos del descenso. El escenario todavía está
lejos de ser el ideal. En esta hoguera de presiones inmanejables, cualquier
traspié representa una amenaza que induce al colapso.
Pero los números, agentes
exentos de cualquier dosis de subjetividad, indican que el Rojo se arrimó a
apenas tres unidades de la zona de ascenso. Y una hipotética proyección hacia
el futuro arroja datos alentadores: si el equipo consigue mantener el ritmo de
cosecha que ostenta desde el cambio de entrenador, las cuentas le cerrarán para
consumar el objetivo de volver a Primera. Independiente sacó 19 puntos de 30
posibles desde el desembarco de De Felippe. Es decir, un porcentaje de
efectividad del 63%. Si la perspectiva no sufre modificaciones drásticas y
logra mantener ese porcentaje, terminaría el torneo con 84 puntos.
La cifra es altísima si se contemplan los antecedentes
inmediatos, aunque es necesario tener en cuenta que en este torneo hay dos
equipos más que en los anteriores.
“Quiero llegar a diciembre ubicado entre los
cinco o seis primeros puestos. En mis anteriores experiencias a mis equipos
siempre les ha ido mejor en la segunda rueda”, aseguró el DT recordando sus
experiencias cuando ascendió con Olimpo y Quilmes.
El técnico, que considera
que el rendimiento de sus jugadores será más alto cuando aumenten los niveles
de presión, tiene mucho trabajo por delante.
El funcionamiento del equipo no
brinda garantías. Pero todo es cuestión de fe.
O mejor dicho, De Felippe.
Fuente Olé
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