Por Gustavo Veiga
Las jerarquías y las responsabilidades deberían ir de la
mano.
El Coprosede tiene un presidente que es el ministro de
Justicia y Seguridad bonaerense, Ricardo Casal, y por debajo se ubica el
secretario ejecutivo del organismo, el comisario mayor Rubén Pérez.
El primero sostiene al segundo desde hace tiempo, pese a que
fue procesado dos veces, y en una causa por encubrimiento agravado que data del
25 de junio de 2009 y sobre la que todavía debe expedirse la Corte Suprema
Bonaerense.
En la otra, que investigó la muerte de un policía, fue
sobreseído.
Los dos hacen agua en el territorio donde más partidos
oficiales de fútbol se juegan.
A saber, deben cubrir
62 canchas de clubes que disputan torneos de la AFA y 443 de los que organiza
el Consejo Federal.
El combo de hechos violentos que los desborda va desde las
amenazas de muerte al vicepresidente de Independiente, Claudio Keblaitis, hasta
el apriete con un arma de fuego al colombiano de Racing, Giovanni Moreno.
Una vez más se escucha un slogan risueño que lo define todo
o casi todo:
Al Coprosede le dicen No Procede, por lo ineficaz.
En La Plata, en los pasillos de la Auditoría General de
Asuntos Internos, todavía se preguntan cómo Pérez sigue en su cargo.
Página/12 ya se ocupó de su caso el 14 de febrero de 2010
(“Un comisario a prueba de balas”).
La nota refería que “Se le imputa la
presunta confección de un acta falsa para salvar la responsabilidad de un
subordinado y la manipulación de videos tomados en el Estadio Unico de La Plata
en un hecho de violencia en el fútbol ocurrido el 25 de junio de 2009”.
Una
fuente que pasó por el Coprosede antes de que desembarcara ahí el cuestionado
comisario a fines de 2007 señala que “No se va ni lo echan porque debe saber
cosas comprometedoras y podría cargarse a otros si habla. En el PJ no lo
quieren y da la sensación de que hasta bajó el perfil”.
Por delitos menos graves que el presunto encubrimiento
agravado que se le imputa a Pérez hay decenas de policías que reciben
sanciones.
Se los desafecta de sus cargos, los pasan a disponibilidad o
terminan su carrera exonerados de la fuerza.
El diputado nacional y ex gobernador bonaerense Felipe Solá
hizo la semblanza más crítica del comisario hace un par de semanas:
“Recuerdo haberle dicho expresamente al actual gobernador
que Pérez era desleal y que avisaba de los operativos a los líderes de las
barras, también que estaba investigado por ilícitos varios. Sin embargo, nosotros
lo echamos de la institución, pero con el apoyo de Julio Grondona, Scioli
mantuvo a este individuo. Hoy el Coprosede es cómplice de lo que ocurre, maneja
las reglas a su antojo y también hace negocios”.
En su página oficial, el organismo además hace
recomendaciones de seguridad para los distintos partidos.
Cuando jugaron el
último clásico Lanús y Banfield, recordaba: “Se encuentra prohibido el ingreso
con papeles (de todo tipo), materiales pirotécnicos, banderas con frases
agraviantes, envases plásticos, de vidrio o metal, y el uso de gorros,
máscaras, caretas y capuchas que dificulten la identificación de los
concurrentes. Se recomienda a los simpatizantes llegar temprano para que el
ingreso sea fluido y seguro debido a los controles de seguridad que se
realizarán”.
Estos últimos evidentemente fallaron.
A un par de cuadras del
estadio, en la Plaza Sarmiento, se robaron cinco autos. Cuando salieron del
partido, sus dueños no entendían qué había pasado.
El ministro Casal anunció el jueves tras un encuentro que
mantuvo con Sergio Marchi, el secretario general de Agremiados, que convocará a
una reunión de presidentes de clubes bonaerenses la semana entrante.
Será
–dijo– con el propósito de “sacar un diagnóstico sobre las debilidades que
puedan tener las instituciones con la barra de cada club”.
La ausencia de Pérez
en la reunión entre el funcionario y el gremialista se puede interpretar como
una quita de respaldo al comisario mayor.
Antes de que llegara al ministerio, Casal había tenido un
enfrentamiento con Pérez que los distanció.
Por entonces, cuando ejercía el cargo de alcaide mayor del
Servicio Penitenciario, el actual ministro impulsaba que a un equipo de
detenidos con buena conducta se le permitiera jugar en el torneo de Dolores.
Estaban alojados en el penal de esa ciudad. Cuando ya tenía todo arreglado para
lograrlo, llegó desde La Plata la negativa de Pérez para inscribirlos.
Dicen
que cuando Casal fue nombrado por Scioli, no lo quería al comisario.
Pero
Grondona lo respaldó desde la AFA, logró sacarse de encima a otro comisario que
le molestaba por sus exigencias de mayor seguridad (Mario Gallina) y así
continuó todo hasta hoy.
Por alguna extraña razón, Casal lo mantiene a su lado.
La violencia en el fútbol goza de muy buena salud y la
impunidad es más fuerte que la valentía del presidente de Independiente, Javier
Cantero, y un puñado de entusiastas.
Una parábola de estos tiempos.
Fuente Página 12
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.