Por Pedro Molina
(COLUMNA DE OPINION)
– Independiente volvió a perder. No desde el resultado, sino porque el empate
con Unión fue una nueva caída. Fue confirmar el desconcierto y dejar pasar una
gran oportunidad para levantar cabeza y terminar el torneo dignamente.
Increíblemente, el 0-0 fue negocio para un equipo que jamás
puso en aprietos a su rival y que con los espacios que dejó atrás le permitió
llegar varias veces. Lamentable. Dicho en otras palabras, Independiente estuvo
más cerca de perderlo que ganarlo.
Evidentemente hay algo de la idea que caducó. El 4-3-3 que
funcionaba tan bien en su momento, volvió a ser un fracaso y ya pide a gritos
una modificación. No se tolera más ese mediocampo perdido para achicar para
adelante o para adueñarse de la pelota, los delanteros presos de sus marcadores
y una defensa dubitativa.
Unión con Rosales y Barrales como jugadores más adelantados
se la hizo difícil a los defensores del Rojo. Tuzzio mostró su garra y coraje
de siempre, pero ya no está para hacer la banda completa. Dejó de ser opción
cuando los laterales en este esquema son importantísimos. Julián Velázquez y
Galeano no sufrieron tanto como ante All Boys y tuvieron algunos quites a puro
corazón pero también tuvieron sus inconvenientes mientras que el Malevo
Ferreyra volvió a su nivel bajísimo sin proyección, complicándose las pocas
veces que lo atacaron y mal con su pegada.
No es novedad el bajo rendimiento del mediocampo, aunque
haya contado con el ingreso de Fredes. A Pellerano le queda enorme la cancha,
con este esquema de un volante tapón y dos interiores, no puede jugar. Por un
lado estuvo Monserrat, en uno de sus peores partidos desde que es titular y
Fredes volvió en un nivel bajísimo. Monserrat se pegó a la punta y nunca fue
apoyo de los wines. Sus centros por largos o cortos no fueron solución.
Los delanteros fueron tan responsables como los volantes
pero a diferencia de los segundos, lo sufrieron a causa de otros. Cada vez que
Villafañez o Patricio Rodríguez recibían, estaban mano a mano con el lateral
(Erramuspe o Maidana). No tenían pase atrás, la línea los condicionaba, el
nueve no se les acercaba y se veían obligados a lo que hacen los equipos sin
ideas: tirar centros. Y no pararon de tirar centros. Y así nos fue.
Nuevamente falló Christian Díaz. Si tenía que entrar un
nueve primero, debía ser Parra y no Vidal. Una vez que entró el ex Chacarita,
la delantera era una acumulación de tanques. Para colmo, al Pato Vidal le
pidieron que se disfrazara de Pato Rodríguez e intentara tirar un buen centro.
Como era imaginable, dicha improvisación no sirvió.
Los silbidos y el enojo de los hinchas son fruto de lo que
se ve desde hace varias fechas: un equipo muerto, que no sabe atacar, que está
siempre al límite y que sufre ante rivales donde debería ganar cómodamente.
Desde el banco no hay soluciones, parecen encasillados en el sistema táctico
que dio resultado en dos o tres fechas, pero que ahora pide a gritos un cambio.
Nadie se adapta, nadie se muestra y nadie aporta ideas. La displicencia de
algunos jugadores y la falta de ganas de otros no son dignas de vestir la
camiseta de Independiente.
No sé hasta qué punto seguiremos esperando una genialidad de
Rodríguez o un partido completo de Fredes, pero evidentemente de este modo, no
va a ser. En el ambiente, se carga a los hinchas del Rojo por insultar a sus
jugadores, pero deben ser pocos los clubes que le dan tantas oportunidades a
sus futbolistas. No se trata de apoyarlos siempre porque pertenezcan al club,
por creer en el potencial que tienen o por un lógico cariño que se les ha
tomado. El crédito para con ellos, se agota.
Christian Díaz supo recuperar un equipo que sólo sumaba
derrotas con Ramón y lo puso de pie por algunos partidos. A tres fechas del
final, deberá reinventarse, volver a las fuentes y sumar para que la próxima
temporada no sea un calvario.
Fuente Muy Diablo
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