Por Nahuel Lanzillotta
Al equipo de
Falcioni se le presenta un problema grave para desarticular defensas cerradas.
Carece de argumentos para romper líneas y lo termina padeciendo con la pérdida
de puntos.
Julio César Falcioni lo sabe y no lo esconde. Lo reconoce abiertamente porque está a las claras:
A su Independiente se le nubla la vista cuando se le presente por delante el desafío de desatar defensas cerradas. Y eso volvió a pasarle frente a Gimnasia La Plata en el Libertadores de América. Una falencia sin solución a la vista por el momento. Un tema a trabajar y resolver por el DT.
Debía retomar el camino del triunfo el Rojo para no empezar a verse relegado en las tablas, la de este torneo y la acumulada que clasifica a las Copas. Pero no pudo de local y con su gente en las tribuna alentando por primera vez desde la maldita pandemia.
El Lobo de Pipo Gorosito visitó Avellaneda con la premisa de
piquetear cualquier camino al área de Rodrigo Rey y lanzarse de contraataque a
los espacios que dejaba el local al adelantarse.
Así llegó al
gol el equipo visitante. Independiente tuvo la virtud de reaccionar casi
inmediatamente, como contra Vélez. Y ese rasgo es muy positivo. Pero luego no
volvió a encontrar respuestas en ese segundo tiempo en el que Gimnasia estuvo
más resguardado con el correr de los minutos. Las pocas chances de real peligro
que tuvo fueron derivadas de pelotas quietas, como el cabezazo de Sergio
Barreto y una de Ayrton Costa, además de un disparo débil de Alan Velasco de
media distancia.
Con pelota
dominada le fue imposible pisar la zona de fuego. Tampoco llenó de centros a la
defensa platense. Y hay algunas razones que pueden argumentar esta
imposibilidad de derribar los muros de contención que se le plantan enfrente,
como fueron las dos líneas de cuatro del Lobo este lunes.
La falta de
precisión es una de ellas. Una muy importante. Sin precisión no hay
posibilidades de pases entre líneas, arma letal contra defensar abroqueladas.
Sin precisión tampoco se hace sencillo tocar de primera y rápido, altamente
necesario para generar transiciones rápidas y aprovechar los poquitos huecos
que puedan hallarse. Y, sin precisión, resulta que no serán gol las escasas
chances que se tengan frente al arco.
Independiente
sí tiene una herramienta muy útil en su banda derecha con Fabricio Bustos, un
lateral que hace de volante y llega a posición de extremo para tirar centros,
como en el empate. Por allí tiene la profundidad requerida en estos casos. No
obstante se vuelve previsible porque no le pasa lo mismo por la otra banda, la
izquierda. Entonces, los rivales ya saben que el ataque será por ese sector y
tienen más posibilidad de poner por allí más barreras.
Necesita de
un factor sorpresa el Diablo para asustar a sus contrincantes. Acumula buen pie
en el medio con pibes que juegan lindo como los Alan, Velasco y Soñora. Sin
embargo, no hay un jugador que ocupe el espacio en el área que genera Silvio
Romero cuando atrae a los zagueros centrales.
La movilidad
es clave en estos casos de defensas atrincheradas. Movilidad de la pelota. Y
también movilidad de los futbolistas para poder desarmar al rival. Tuvo
paciencia, Independiente, en la previa de su gol ante Gimnasia. Movió la pelota
de lado a lado sin desesperar a pesar de haber sido vulnerado recientemente y
cuando vio luz aceleró: un buen pase en profundidad para Braian Martínez quebró
la línea del medio de GELP y luego la apertura del Chino hacia Bustos clarificó
el ataque que terminó con el centro y el control y la definición del goleador.
No volvió a
salirle eso en el partido al Rojo. Y otra vez terminó perdiendo puntos, ahora
en su cancha y por no saber derribar muros.
Fuente
Infierno Rojo
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