Por Sebastian Saco
Se fue Holan. Explicó que era por las amenazas de la barra y
la seguridad de su familia. También se dio a conocer su fuerte pelea con el
profe Kohan. Independiente se quedó sin el mejor técnico de los últimos 20
años.
Para los que nacimos del ’95 en adelante fue difícil
entender la mística, la grandeza, la historia y la identidad de la que tanto
hablaban los más grandes. Nuestros primeros recuerdos de un líder con el que
nos podamos identificar son en 2002 con el Tolo, pero el aura de Gallego se
destruyó con su último ciclo.
Después del Tolo no hubo nada. Volvió Pastoriza en una
época, pero el club ya había empezado con un proceso de autodestrucción
impresionante y nada fue como antes. Recién en 2010 apareció el Turco y la
Sudamericana, pero sólo fue un milagro de 6 meses. Mohamed se fue poco después
y tampoco se pudo construir nada a futuro.
Por otra parte, hubo algunos jugadores en estos años que
representaban, al menos en cierta medida, esa identidad de la que tanto
hablaban: el Pocho, Agüero, Milito, Silvera, Tuzzio, el Rolfi quizás. Pero
nunca existió un plantel completo con el cual nosotros digamos “ah, esto era de
lo que hablaban, esto era Independiente”.
Llegó Gaby, todos pensamos que ahí íbamos a resurgir, que él
era EL lider que estábamos esperando, pero no, fue apenas una transición. Cada
técnico que venía, se iba sin dejar nada. Nunca vino un líder que formara un
plantel de jugadores con “pierna fuerte y templada”, uno que lograra que todos
nos encolumnemos atrás de él y vayamos al frente. Hasta que llegó Holan.
Tomó un plantel con muchos juveniles, jugadores fuertemente
discutidos, pocos líderes y con poca historia en el club y lo transformó, junto
con la ayuda de su cuerpo técnico, en el Independiente más representativo de
las últimas décadas. Pero no fue sólo una cuestión de mejorar deportivamente a
un grupo de jugadores, el proceso de Holan también incluyó a los hinchas y les
devolvió la identidad.
Compromiso. Actitud. Intensidad, fue una campaña de
marketing que reflejó mejor que cualquier otra cosa lo que se vivió este último
año en el club. Compromiso del cuerpo técnico para elevar el nivel del plantel,
de los jugadores para aceptar la idea de juego propuesta y de los hinchas para
bancar el proyecto; Actitud del plantel y CT a la hora de jugar los partidos
más importantes; Intensidad para jugar cada encuentro como si fuese una final.
Ganar, gustar y, en algunas ocasiones, golear. Llevarse al
rival por delante en el juego y, cuando no se puede, ponerse el cuchillo entre
los dientes. Tener jugadores que se sientan identificados con el club, un
capitán que sea todo lo que está bien y pibes que no se achican en ningún lado.
Generar esa sensación de seguridad de que, sea cual sea el resultado, el equipo
nunca te va a dejar pagando. Ah, esto era Independiente.
Sería una burrada de mi parte sacarle mérito a Milito,
Pellegrino y hasta incluso Almirón por la evolución del club, pero Holan fue
fundamental para devolverle la identidad al Rojo. Se fue, pero nos dejó una
copa, un plantel revalorizado, tres competiciones internacionales por jugar y
la certeza de que se puede volver a ser.
Ahora va a llegar el momento en el que, todos a los que
Holan les cerró la boca, van a empezar a ensuciarlo, a pegarle por cualquier
cosa y a desmerecer el título ganado. No hay que entrar en esa. Que se ahoguen
en su propio veneno.
Gracias, Ariel. Te vamos a extrañar y te vamos a estar
esperando. Nos volveremos a ver, todos en la tribuna o nosotros en el tablón y
vos con el corazón en el banco.
Fuente La Voz del Diablo
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