Por Román Failache
“El deseo trabaja como el viento. Sin esfuerzo aparente. Si
encuentra las velas extendidas nos arrastrará a velocidad de vértigo. Si las
puertas y contraventanas están cerradas, golpeará durante un rato en busca de
las grietas o ranuras que le permitan filtrarse”. Estas son las primeras tres
líneas que escribió David Trueba en la magnífica novela “Saber perder”, uno de
los libros favoritos de Pep Guardiola. Boca exhibió desde el minuto cero esa
lascivia de la que habla Trueba y a Independiente, por primera vez en la era
Holan, le quedó gigante un partido alimentado por el deseo de pelear el
campeonato, sin poder poner en el camino las puertas ni contraventanas que
ofrecieran resistencia.
Esto no quiere decir que éste sea menos equipo que el de la
semana pasada ni que es un desastre. Los cachetazos espabilan y si este tuvo
que ser el primero, bienvenido sea. Si se dejó en el camino un invicto de
catorce partidos, nada más ni nada menos, no es que se haya tratado de una mera
casualidad del destino sino del producto de un microproceso bien logrado en el
que se vieron tramos de buen fútbol, de los valores que el hincha quiere ver y,
sobre todo, de entrega y convicción de una idea.
También es cierto que el exceso de confianza, en ocasiones,
suele ser contraproducente e Independiente, desde que visitó Rosario y venció
por 4-2 a Newell’s, viene mostrando un llamativo decrecimiento en el juego que
los resultados favorables se ocuparon de opacar. A Racing le ganó gracias a la
inteligencia del DT; a Huracán, con empeño; con Aldosivi no pudo, y a Alianza
Lima le dio clases de fútbol gracias a la superioridad en táctica y en calidad
individual. Tal vez esta durísima caída sirva de punto de partida para bajar
nuevamente los pies a la tierra.
Y digo durísima por las formas en las que se dio. Un equipo
que se vio ampliamente superado, que lejos estuvo de demostrar de lo que es
capaz -porque estoy seguro que Independiente tiene con qué hacerle frente a
este Boca al margen de lo de anoche-, y un técnico que planteó, desde el vamos,
un partido incorrecto. Quiso asumir la responsabilidad de manejar el juego y
demostrar que era capaz de salir a dominar en la Bombonera a través del estilo
que habitualmente emplea, con posesión y avances en superioridad, en lugar de
arriesgarse a sacrificar el protagonismo para explotar lo mejor que tiene este
equipo: las cualidades para jugar de contragolpe. Así, a la vez, podría
lastimar a la defensa, el sector más flojo de Boca a lo largo del torneo. Pero
los de Holan no solo que nunca manejaron los hilos sino que lucieron nerviosos,
con lasitud en los metros finales e incómodos hasta el primer gol. Ni hablar
después.
Lo pierde el técnico, también, a la hora de disponer a
Erviti desde el vamos en la mitad de la cancha y sacar a Nery. Quedó a la vista
de todos que no pudo con Pablo Pérez y Gago, y mucho menos con Wilmar Barrios,
un excelente futbolista que todavía no logro entender cómo pudo estar tanto
tiempo en el banco. Walter está a otro tiempo físico y mental, en un nivel muy
por debajo del que se lo vio en Banfield y en este rendimiento era sabido que
le iba a costar ante jugadores como los que tiene Boca. ¿Y por si estos
factores fueran pocos? La derrota de River condicionó a los de Guillermo y los obligó
(moralmente) a salir con el cuchillo entre los dientes. Fue un partido de
campeón para ellos, posibilitado por un desconocido Independiente.
Habrá que barajar y dar de nuevo. Pasar la página
rápidamente y entender que este joven plantel servirá de base para, ahora,
orientar la búsqueda de puntos hacia el objetivo principal que es entrar a la
Copa Libertadores, y a futuro, poder construir un proceso sólido que permita
pensar en un título. Hoy Independiente corre con la ventaja de tener la
posibilidad de disputar tres puntos más que sus rivales directos y no puede
desaprovecharla. Ésta será el domingo que viene ante Defensa y Justicia, equipo
al que Holan conoce bien sus virtudes y defectos. Es tiempo para que el técnico
maximice las chances con otra estrategia inteligente a la que nos acostumbró y
así dar un paso más para volver a competir adonde se pertenece.
Fuente Orgullo Rojo

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