Gigliotti tiene pubalgia, pero está dispuesto a infiltrarse
con tal de ser titular. Si la mete, no lo grita.
El Puma Gigliotti.
Por Favio Verona
Volver trae nostalgias. Volver siempre lleva implícita una
carga emocional: es invitar al pasado a sentarse en la mesa, es navegar en las
vivencias del ayer. Emmanuel Gigliotti tendrá hoy una tarde de ésas que dejan
huella. Cuando vuelva a pisar el césped de la Bombonera, su cabeza explotará de
recuerdos. Se le vendrán encima las imágenes de la marea humana que habita esa
mole de cemento cayéndose en una avalancha a sus pies en un grito de gol. O el
impacto de la patada que lo hizo volar hasta China, en una especie de exilio
futbolístico que duró dos años, después del penal que le tapó Barovero en el
Monumental y de las bombas que le llovían en la Argentina.
Boca no es un club más para el delantero a pesar de que sus
palabras intenten reflejar lo contrario: “Tengo una relación normal, igual a la
que mantengo con cualquiera de mis ex equipos, como All Boys o Colón”, le dijo
a Olé hace algunas semanas. Boca es una marca que lleva grabada a fuego. Boca
es la felicidad por haber pertenecido y también el dolor de no haber perdurado.
Boca es el club que marcó un quiebre en su vida. Boca despierta en él
sensaciones ambivalentes de las que hoy intentará aislarse. Gigliotti tratará
de tener la cabeza en blanco, pero seguro le resultará imposible no
ensimismarse en sus cavilaciones, no detenerse, al menos por un segundo, en las
reminiscencias que asomarán a cada paso.
“No le gritaría un gol a Boca”, dijo en la semana. Si le
toca convertir, la descarga irá por dentro. Recorrerá sus venas mientras
intente contenerse. Porque él no lo va a decir, pero quiere revancha. Tiene
tantas ganas de jugar que, a pesar de que los estudios médicos que le
realizaron el viernes confirmaron que tiene un principio de pubalgia, se acercó
de inmediato a Ariel Holan para advertirle que quiere ser titular. Y que está
dispuesto a infiltrarse con tal de estar desde el arranque. “Hoy defiendo los
colores de Independiente y quiero lo mejor para mi equipo”, aclaró, porque él
sentía que había necesidad de hacerlo.
Boca tiene un significado para él. Pero Boca hoy es pasado. Independiente es el
presente. Independiente y la ilusión a la que se aferra media Avellaneda: ganar para meterse de lleno en la lucha por
un campeonato que está en pleno punto de ebullición.
La molestia física del Puma mantiene en vilo a Holan, quien
todavía no decidió si va a incluir al atacante entre los titulares. El jugador
se muere de ganas por jugar y el técnico bajará el martillo recién esta mañana,
cuando el plantel haga trabajos de reactivación muscular en el salón principal
del hotel en el que está alojado en el centro. Allí evaluarán cómo responde. La
idea es que integre la alineación inicial, aunque su presencia estará
supeditada al factor físico.
Si no juega, Benítez podría adelantarse para habitar el área
y Erviti se vestiría de enganche, por lo que Nery Domínguez entraría para
conformar el doble cinco con Diego Rodríguez. Otra opción que baraja el
entrenador es poner a Meza de enlace y mantener a Erviti como acompañante del
Torito en el medio.
Gigliotti sabe que no puede darse el lujo de pedir descanso
justo en un partido en el que el morbo va a ser un invitado especial. Este es
el choque en el que los hinchas del Rojo quieren que demuestre. Para él será un
desafío sobrellevar esa presión. Esa presión que ya lo atosigó cuando Butrón,
el arquero de Alianza Lima, emuló a Barovero hasta en la vestimenta y le atajó
un penal en Avellaneda. Esa presión que puede meterle a Boca si la mete.
Fuente Olé


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