"Hay que arreglar muchas cosas", dijo Leo en su
comunicado. Con una dirigencia bastardeada, egoísta y poco creíble, resulta
imprescindible que una celebridad como el 10 refuerce la costumbre de decir con
profundidad no sólo sobre la Selección.
Messi, en la conferencia de prensa que dio en Nueva Jersey
antes de la final, cuando habló como líder y remarcó las cuestiones que debían
cambiar en la Selección. Ese Leo debe multiplicarse. FOTO: FERNANDO DE LA ORDEN
Por Enrique Gastañaga
Así como despedazó los corazones futboleros y generó una
sensación de vacío total al renunciar tras la segunda final perdida por penales
con Chile, ahora Lionel Messi reactiva mucho más que las ilusiones de
renacimiento de la Selección. Lejos de aquel profundo dolor, cerca de la
reflexión, el 10 lee la realidad, cambia la decisión y sigue. Es una noticia
para creer pensando en el camino espinoso a Rusia 2018, pero también soñando
con una transformación del fútbol argentino.
En un escenario con dirigentes vapuleados, sin credibilidad
y egoístas, resulta imprescindible que una celebridad como Messi baje línea.
¿Quién mejor que Leo para señalarlos? Lo hizo en aquella conferencia previa a
la final, enojado por la desorganización. Y lo insinuó ahora, en el comunicado
en el que oficializó su continuidad: “Hay que arreglar muchas cosas de nuestro
fútbol argentino, pero prefiero hacerlo desde adentro y no criticando desde afuera”.
Aparte de lo que seguro entregará con la pelota en la
Selección ahora de Bauza, quien tiene el desafío de rodearlo mejor que nunca
inclusive en una final, sería bueno que Messi refuerce la costumbre de decir en
profundidad sobre cada cuestión que se necesite modificar. No importa que lo
haga con su tono tenue y es lo de lo menos la vía elegida. Vale el contenido.
El mensaje. Además, así evitará explosiones en momentos inadecuados, como antes
del último choque decisivo ante Chile.
Verle la cara a Messi a la salida del MetLife empuja a
pensar que aquella renuncia se disparó por la impotencia ante otra chance de
campeón evaporada. Se lo observaba demasiado golpeado como para avalar la
teoría de la estrategia para absorber el protagonismo y minimizar las críticas
a sus compañeros y a la derrota. De todos modos, lo que haya pasado ya es una
anécdota.
Messi está. Messi no se fue. Messi sigue. Eso es lo
importante. Y lo mejor es que parece decidido a hacerse escuchar. El fútbol
argentino necesita que lo haga más allá de la Selección.
Fuente Clarín


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