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sábado, 30 de abril de 2016

La columna de Independiente: Final esperado




Por Román Failache

Finalmente, el tiro de gracia para Independiente llegó en la fecha 13. Tras haberle dado más vidas de las que merecía por su estilo de juego y luego de los malos resultados que obtuvo en las jornadas determinantes, el torneo de Primera División se deshizo de un equipo que, con el correr de los minutos, fue dejando caer a pedazos su producción hasta haber alcanzado la peor imagen que se puede dejar dentro de una cancha.

Suena raro leer esto después del gran primer tiempo que disputó. Porque durante los primeros 45 minutos, el conjunto de Pellegrino se sincronizó de una forma pocas veces vista en este año. Aquino como conductor, mostrando su mejor performance desde que llegó al club; laterales bien abiertos y movedizos; Vera generando espacios sobre los costados y Fernández cortando hacia el centro; Ortiz, otra vez en un buen nivel, y la solidez de siempre de Cuesta y Tagliafico. Torrico fue el principal impedimento para que el rival no se fuera en desventaja al descanso.

La historia en la segunda mitad fue totalmente distinta. El gol tempranero del rival hizo cuesta arriba el encuentro ante un San Lorenzo que, hasta el momento, solo había tenido una situación con una chilena aislada. La poca resiliencia del plantel se encargó del resto. Figurita repetida con Pellegrino al mando: la falta de rebeldía y la carencia de ideas para resolver un problema, sumado a la desconexión entre los jugadores producida por el nerviosismo que le imprime la gente. El mensaje de la hinchada transmitió diáfanamente la sensación de cada hincha: "Ya no me importa si pierden, ya no me importa salir campeón, pero pongan más huevos", y la cita a la progenitora correspondiente de cada futbolista de rojo.

Que el espejismo que se construyó durante la primera mitad se haya esfumado con el baño de realidad del segundo tiempo habla del momento delicado por el que pasa este equipo, que involucra tanto a lo mental como a lo futbolístico, y también habla de las consecuencias que traen el no haber hecho una pretemporada como corresponde. Lo de Aquino y Méndez insultándose con la gente de la Bochini Baja y la Erico Baja, respectivamente, es la muestra de lo primero; la insuficiencia física recurrente en todos los partidos, llegando sin piernas a los 75 minutos, de lo segundo.

Habiendo quedado afuera de la pelea, a Independiente no le queda otra que pensar en la Copa Argentina y en el próximo semestre. El contrato del técnico vence en junio y la suma de todos los factores hacen pensar en que la extensión del mismo será casi imposible. Además, deberá afrontar una Copa Sudamericana en la que se le exigirá finalizar en una posición digna que le permita ingresar a la Copa Libertadores. Estos últimos encuentros con Pellegrino al volante solo tienen que servir para dejar todo ordenado para la segunda mitad.

Fuente T&C Sports

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