Acertar un resultado para Independiente-Racing importa Menos
que ver cuál de los dos estilos opuestos se impone.
El último clásico ratificó el dominio de Independiente en
casa. Eso no es inevitable...
Por Diego Latorre
Mas allá de las ideas de juego y los conceptos tácticos a
emplear, lo que verdaderamente el jugador tiene en el equipaje al ingresar a la
cancha es el estado de seguridad. Porque asumir un compromiso, sobre todo con
las características que supone un clásico, con plena confianza en las
capacidades propias y colectivas representa un bien capital. Ese estado
relaciona las certezas individuales con la fortaleza del equipo: uno sabe que
el funcionamiento es el correcto, que las virtudes particulares se expresan con
fluidez, que hay empatía con la idea de juego y que los vínculos futbolísticos
entre los protagonistas se dan naturalmente. Racing e Independiente lo han
logrado, con salvedades, durante este año. En rigor, el equipo de Diego Cocca
lo viene sosteniendo desde antes de alcanzar el título, hace casi un año. Y el
de Mauricio Pellegrino empezó a consolidarse, justamente, a partir del cambio
en la conducción.
Los estilos son opuestos, porque si algo confirmó Cocca en
los 18 meses de su proceso es que sus antecedentes, aquellos aplicados para
diseñar formaciones con paciencia y elaboración, dejaron paso a la influencia
de la dotación que tuvo a cargo. Porque Racing se siente cómodo atacando
espacios, comprimiéndose para salir, rápido y vertical, a campo ajeno. Acuña,
Bou, Noir y, en su momento, Hauche y Centurión, forjaron los atributos de
ataque. Milito, ausente hoy, puso toda su comprensión del juego para los
matices. Cocca se irá en una semana con una distinción cuyo peso excede algo de
por sí enorme como el campeonato 2014: resulta arduo recordar una período de
tanta estabilidad deportiva e institucional en Racing. Con el sostén de una
dirigencia a la que también le cabe el logro, Racing por fin dejó los vaivenes,
los picos y hondonadas que graficaban su vida como en un electrocardiograma.
Independiente se hizo robusto atrás a la vez que adquirió
fineza adelante. Las convicciones, más allá del rendimiento, se han sostenido
incluso en derrotas, como en la Copa Sudamericana. Pellegrino escogió bien,
porque al chico Benítez le dio contención y ubicación para que las gambetas
dañen y con Vera reforzó la delantera con un hombre que conoce varios registros
(jugar con y sin pelota, buscar espacios, ir de afuera hacia adentro como
corresponde a un definidor, entrar en el circuito colectivo, evitar darles
referencias a los rivales...).
Habrá intangibles que tomarán espacio, detalles que podrán
condicionar (no el del árbitro, que suele ser la cómoda respuesta a todo lo que
sucede en 90 minutos) y que intervendrán en el menú del día, con un postre
exquisito. Porque al cabo de la doble final espera la antesala de la Copa
Libertadores, el repechaje que concede la ocasión de jugar la fase de grupos.
Si un clásico produce excitación, este añadido la potencia. Pero eso excluye
las dificultades que se le presentan a Racing para ganar en cancha de
Independiente: la psicología del jugador no entiende de rachas, porque a riesgo
de parecer frase hecha, es una verdad rigurosa que cada juego equivale a una
situación diferente que no está determinada por episodios precedentes. Aunque a
los hinchas este desenlace los cargará de tensión, no deja de ser un fin de
temporada emotivo, con un duelo con historia que aparece fuera de programa. Una
paradoja del insólito torneo de 30 participantes.
Fuente Olé
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