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martes, 31 de marzo de 2015

El fútbol necesita al superhéroe




Por Cristian Fernández

El golazo de Federico Mancuello con la camiseta de la Selección Argentina fue muy festejado y reconocido por todos. Uno de los jugadores emblema del fútbol local formó parte del grupo de elite que dirige Gerardo Martino y sobresalió por una magnífica definición.

Y el fútbol lo celebra.

Hace tiempo que dentro de una cancha, y esto abarca desde el verde césped hasta las tribunas pasando por el banco de suplentes y las cabinas de transmisión, los valores lúdicos y humanos parecen perder la pulseada por afano con la imperiosa necesidad de ganar y la violencia que genera. Lo único que sirve es salir victorioso. Es ser alguien y tener decisión dentro del negocio.

Son pocos los jugadores o los actores que influyen en la historia y están en condiciones de enseñar la humildad, el trabajo y el reconocimiento más allá del triunfo.

Y uno de ellos es el Capitán de Independiente, Federico Andrés Mancuello.

Desde hace poco más de un año y medio que Mancu demuestra dejar en la cancha algo más que simples ribetes futbolísticos. Algo más que un centro bien o mal tirado. Algo más que un remate desviado o un golazo. Algo más que un buen quite o un error que desencadena un gol rival. Hace un buen rato que Mancu representa el sentimiento real del hincha.

El sueño del pibe.

Y esta situación al fútbol le hace bárbaro. Que una persona como Federico Mancuello triunfe y eso que a veces esa victoria no siempre viene de la mano de un título. Es más, en los años que el zurdo estuvo en Independiente sólo pudo lograr una Copa Sudamericana en 2010. Y fue parte del mayor sufrimiento, esa estadía en la Segunda División.

Es más, ahí comenzó a forjar su ser. Estando en la mala realmente fue cuando se hizo eje. Emblema. Cuando demostró que los hombres evolucionan, crecen y se hacen líderes ante cualquier eventualidad. Los que ponen el pecho. Los que la piden ante cualquier circunstancia adversa. Sea donde sea.

Sí señores. Increíblemente eso es Mancuello. Un zurdo que debutó hace unos años y que parecía iba a tener una historia no muy pletórica con el hincha, que iba a pasar por el club como un jugador más. Hoy es un futbolista lleno de elogios. Un líder frente al micrófono y en la intimidad del vestuario. Un tipo que supo ganarse a su grupo, a sus hinchas e incluso mostró autoridad para ponerse la camiseta de la Selección, jugar un rato, agarrar la pelota en un tiro libre, acomodarla y clavarla en un ángulo cuando los libros exigen tirar el centro y evitar el riesgo.

Sin embargo, Mancu pensó en grande y se ganó todas las tapas de los diarios. Embelleció su paso por el Seleccionado. Se anotó en la historia. Dejó en alto su reputación y la de Independiente. Enalteció su aura.

Para terminar, y quizás esto sea el foco real de la columna o su aspiración máxima, deseo fervientemente que existan más Mancuellos en nuestro fútbol y en nuestra sociedad. 

Los necesitamos. Gente como El, que marque un camino de humildad y talento puesto para el crecimiento del equipo. Que enseñe y recuerde su pasado para ver con claridad su futuro. Gente con cimientos fuertes que no son débiles a ningún viento de billetes. Gente que ama lo que hace, entiende la exigencia, soporta la presión y se entrega entero.

Gente que da orgullo resaltar.



Fuente Infierno Rojo

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