El ex presidente de Independiente reapareció después de la
pesadilla, sin esquivar sus responsabilidades; cómo recuperó su vida tras el
descenso y se aferró a la familia
Por
Francisco Schiavo
Javier Cantero, el hombre de la
novela. Foto: LA NACION / Martín Felipe / AFV
La tinta brotó de las venas de Javier Cantero . Y, no bien
se dio cuenta, había llenado muchas páginas. Muchas. Demasiadas. Aunque tal vez
no tantas como él hubiera querido.
Tenía bastante para decir.
La mejor manera de desintoxicarse de lo que había pasado en dos años y medio como presidente de Independiente fue un libro. Una novela con nombres ficticios en la que cualquier semejanza con la realidad es pura. ¿Coincidencia? Quién sabe ya a estas alturas.
Tenía bastante para decir.
La mejor manera de desintoxicarse de lo que había pasado en dos años y medio como presidente de Independiente fue un libro. Una novela con nombres ficticios en la que cualquier semejanza con la realidad es pura. ¿Coincidencia? Quién sabe ya a estas alturas.
Todo salió de la pluma del hombre, del esposo y del padre. El
relato lo continuó el novato presidente de uno de los clubes más grandes de la
Argentina, que no midió las consecuencias al enfrentarse con la barra brava.
Fue el mismo bajo cuyo mandato el gigante cayó por primera vez a las baldosas
flojas de la B Nacional . Se salpicó en cada paso. Sufrió el rocío del bochorno
y la helada de la humillación. Independiente volvió a primera en julio de 2014,
pero Cantero ya no era el presidente. Había renunciado algunos días antes, seis
meses antes de que terminara su mandato, cuando ya no pudo más, cuando la barra
brava había cercado el country en el que vive, cuando sintió que nada era
suficiente, cuando la realidad se confundió con la ficción.
Javier Cantero ya no usa anteojos porque se operó la vista
ni bien se fue del club. Ganó algunos de los kilos de los tantos que había
perdido y, según dice, recuperó la rutina. "Volví a mi vida habitual.
Trabajo todos los días. Estoy mucho más con la familia. Mis hijos son grandes y
con Claudia, mi mujer, tenemos mucho más tiempo para estar juntos. Lo
disfrutamos. Es una recomendación para los jóvenes: cuando queda el nido vacío
arranca una etapa que algunos miran con críticas, pero que yo estoy disfrutando
mucho. Y, por supuesto, con nuestros nietos, una gran alegría, distinta a la de
los hijos. Estamos para malcriarlos. Tenemos pendiente irnos de vacaciones. No
nos vamos desde 2010. Como las cosas en el trabajo están bien quiero aprovechar
el envión. Lo necesitaba porque económicamente había quedado muy flaco".
-¿Hubo parte de su vida que se fue con el presidente de un
club?
-Uno no es el mismo. Como dice el dicho, nadie entra dos
veces en el mismo río. Pasaron cosas y ya no soy el mismo.
-¿Su familia recuperó la rutina?
-Mi mujer fue la que más sufrió. Me iba muy temprano y
volvía muy tarde. Los fines de semana viajaba o estaba en la concentración. Por
eso estoy mucho con ella. Me gustaría hacer un viaje. Me siento en deuda con
Claudia. Otra de las barbaridades que se dijeron fue que me había separado.
Nunca se nos cruzó por la cabeza. Cuando los barrabravas vinieron a mi casa
estaba mi hija menor. Le pedí que se fuera a la casa de un vecino y mi mujer me
miró como diciendo "me quedo acá con vos". Me fulminó con la mirada.
Ella siempre estuvo conmigo. Lo único que me pidió fue que fueran tres años.
Nada más. Nunca pensé en la reelección, por más que me hubiera ido bien.
La novela de Cantero relata la ilusión de Víctor Abascal, un
hombre que llega a la presidencia del club de sus amores con sanas intenciones.
De un terreno árido, con cactus que dejaron marcas por todos lados, y de las
miradas furiosas de colegas que trataron de sumergirlo en un sistema hecho para
vivos. De un hombre que, de un día para el otro, fue encerrado en su oficina
por la barra brava. También de sus errores, de su ego. De un presidente de una
Federación que no tenía pensado irse cuando todos así lo creían. Cualquier
coincidencia con la realidad es. "No sé si voy a llegar al corazón de la
gente. No es esa mi intención. El libro no cita al club Independiente, si bien
hay muchas cosas que se mencionan y que me pasaron. También hay algunas que les
pasaron a otros dirigentes. No quiero convencer a nadie porque no tengo más
nada que ver con la política. La gente me trata muy bien, por supuesto el
ambiente de cancha es otra cosa. No voy a la cancha para no ser provocador.
Además, durante mucho tiempo estuve en todas las canchas. Volveré algún día, en
el momento que sea conveniente. Hay una frase en la contratapa del libro que me
gusta mucho: es un mundo en el que no hay inocentes".
-¿Ni el que quisiera serlo?
-Ni siquiera. Y mucho menos el hincha.
-¿Se los come el sistema?
-Claro. a ver. qué decían. Tenés que arreglar todo en la AFA
con Grondona. Tenés que arreglar con la barra porque si no amenazan a los
jugadores y salen intranquilos. ¿Cómo se maneja todo eso? Hay que mantenerse
muy recto. Juro que lo hice. Pero, a veces, todo el mundo está en contra.
Cuando lo hice, me criticaron. ¿Por qué? Porque los resultados no acompañaron.
Y los resultados iban más allá. Fueron errores nuestros, sobre todo, míos. Uno
trae jugadores, DT. las cosas no salen como uno quiere. También hay
imponderables. Sin embargo, les agradezco a mis compañeros de la comisión
directiva porque descendimos y seguimos adelante. Y la comisión, pese a que yo
ya no estaba, volvió a Primera. El libro no es para salvar responsabilidades de
nada. A cualquier hincha de cualquier club le va a interesar cómo es esa
relación que tienen los dirigentes y que mucho no se sabe porque cuando uno
está en la gestión no se puede decir. Es para agradecerles a los hinchas de mi
club, como dice la dedicatoria, que transitaron el sufrimiento con dignidad. En
otras instituciones, cuando descendieron, rompieron el estadio. Los nuestros
lloraron, lloramos. Eso ya pasó. El club está en otra etapa. Tiene que pensar
en jugar bien y en ganar campeonatos.
-¿Abascal tiene más de Cantero o Cantero tiene más de
Abascal?
-Es un personaje. Tiene tips y códigos. Pero es un personaje
de ficción, igual que otros que figuran en el libro. Es un mix. Pero claro que
al ser un presidente de un club, obviamente, está muy relacionado con los
presidentes de los clubes y muy contaminado por Cantero. El libro trata de
explicar un poco de todo. Cómo es manejar una institución y su economía. La
lucha con la policía, que es terrible, y con la Justicia. ¡Mamita, la Justicia!
Siempre me quedó algo de mi papá, que cuando yo era chico me dijo. "En la
vida, decentemente, podés hacer lo que vos quieras. Pero hay dos cosas que me
gustaría que no fueras: policía y abogado. Ahora, si me das a elegir, prefiero
que seas botón de la esquina". Uno presenta las denuncias, las pruebas y,
a los seis meses, todavía están viendo. Que no tuvieron tiempo, que se tomaron
vacaciones. Además, a los jueces los nombran los políticos y todo se entrelaza
dentro del sistema del que hablábamos. Pero también hay jueces que hacen su
trabajo. Cuando la hinchada suspendió el partido con Belgrano, hubo un juez, el
Dr. Vaca, que les dio 30 días de arresto a dos barrabravas. Es lo que debía
pasar, pero en este país parece una rareza. Era un juez contravencional. Hay
gente muy interesante.
Javier Cantero y su
nueva vida post-Independiente. Foto: LA
NACION / Martín Felipe / AFV
-¿Cómo se llamaba su padre?
-Víctor.
-Y Víctor es su nombre.
-Sí, el primero.
-¿Escribir fue una catarsis?
-Exactamente. Fue una catarsis. Y sirvió para hablar de las
cosas que le pasan a la gente. Escribir un libro es una excusa para hablar de
la vida. Algunas cosas que se cuentan en el libro, hoy, no las haría. En aquel
momento, como tenía el sombrero del presidente, tenía que hacerlo. Como le
tenía más miedo al engaño a la gente o a su repercusión de que me cagaran a
trompadas. Entonces, me mantuve firme.
-¿No le tuvo miedo a la decepción de la gente?
-Sí, claro. Pero ahí empiezan a jugar los valores. Si había
cosas que no podía hacer, no iba a hacerlas. No iba a matar a un tipo para
lograr un objetivo. Una vez usted me preguntó si mentiría por Independiente y
dije que sí.
-¿Lo hizo?
-Sí, claro, en muchas negociaciones. En decir hasta acá
llegué. no me pidas más plata o qué sé yo. o voy a cobrar dentro de 30 días y
lo hacía en 15. En una negociación comercial también se hace, aunque sin llegar
a extremos.
-¿También en su empresa?
-Sí, claro, se negocia. Pero hay cosas que en el fútbol
justifican todo, como el triunfo. A mi me pasó. Me dijeron: "Che,
aflojemos con la barra así está todo más tranquilo y salimos adelante".
¿Qué era aflojar con la barra? Cuando les levanté el derecho de admisión a dos
tipos parecía que hubiera hecho un desastre.
-Pero dio la impresión de que había aflojado.
-Bueno. fue interesante eso, ¿no? Porque a todos los
dirigentes les cuesta no arreglar con la barra. Y no pasa nada. Ahora, si yo le
levantaba el derecho de admisión a dos tipos, salía en todos los diarios. Me
miraban como el puro. Y había echado un chorrito de soda. Eran dos hombres que
no habían hecho nada en el último año y habían estado dos años fuera del club.
Y, además, me lo pidieron políticamente. De mí se decía que era soberbio, que
no aflojaba. Fueron cosas que viví desde adentro y que había que sobrellevar.
Cantero reconoció hace poco que gastó más dinero del que
tenían para que Independiente no descendiera. No lo consiguió. Y se asumió como
el principal responsable de la caída, incluso, por encima de la gestión de
Julio Comparada
.
El escritor luego del presidente. Foto: LA NACION / Martín Felipe / AFV
-¿Por qué lo dijo?
-Porque en el cúmulo de decisiones o errores, uno es
responsable. El capitán del barco se tiene que quedar cuando se está hundiendo.
Asumir las culpas es sanador. Las responsabilidades van de arriba hacia abajo.
El que decide es el presidente.
-Si bien ya no era el presidente, ¿qué hizo el día del
ascenso?
-Lloré cuando terminó el partido. Después festejé con mi
familia y recibí muchos llamados. Ascender era una obligación y se había
complicado mucho.
-¿Lloró en algún otro momento?
-Cuando descendimos. Fueron momentos límite. Ya lo dije:
después del fallecimiento de mis padres, fue el momento más triste de mi vida.
Es algo que voy a llevar conmigo hasta que me muera.
-¿Precisó terapia?
-No.
-¿Cree en la terapia?
-Sí. Mucha gente la necesita. En el caso de los creyentes
tenemos un bastón, o como me dice mi hija, un chip, y me la rebusco con eso
para sostenerme. Estoy feliz. Es una gran ayuda.
-¿Pensó en irse del país?
-No. Pasó lo siguiente: nosotros trabajamos en varios
países. Justo habíamos ganado un contrato en Perú y, cuando terminara mi
mandato, en diciembre pasado [no llegó a cumplirlo], pensé en irme con mi
esposa para estar solos en Lima, una ciudad con historia, mar y buena
gastronomía. Pero mi mujer me echó flit porque no quería alejarse de los hijos
y de los nietos.
-¿Por cuánto tiempo era el viaje?
-Era trabajar un año desde allá. Era un buen paréntesis para
descontaminarse bien, pero no porque no pudiera vivir acá.
El hombre se ve dentro de algunos años eligiendo buenos
vinos y comidas ricas. "Cuando uno es un burgués mayor quedan esas cosas.
Me veo en el último tramo de mi vida haciendo los últimos pesos para tener la
mejor vejez posible. Como a mi mujer le gusta pintar y a mí escribir, me veo
debajo de los árboles haciendo eso. No sé cuántos libros más voy a escribir.
Por lo pronto, éste dice que es la primera novela. No descarto volver a
escribir. Hay temas muy interesantes. El juego, las apuestas, que estuvieron a
punto de concretarse, otro sistema que se interrelaciona, soy un firme opositor
a eso porque sería agregarle nafta al fuego. No estamos preparados. Tampoco en
Europa. Hay mucho dinero. si hasta árbitros alemanes fueron presos".
-En los tiempos más turbulentos, ¿no pensó que se volvía
loco?
-Y. algunos rasgos físicos indicaban eso. No tenía memoria
más que para el club. Y estaba muy sumergido y contaminado en eso. No tenía
frescura.
-¿Le apareció algún otro problema de salud?
-Sí, pero, por suerte, ya no están más. Lo difícil de
dormir. O algunos otros inconvenientes que ahora no vienen al caso. Cuando
dejé, a los 15 días, ya no estaban más.
-Si le hubieran pasado la película antes, ¿igual habría
asumido?
-La vida no es así. Es una sucesión de hechos. Volver hacia
atrás y ver qué hubiera sido es ciencia ficción. Estoy de acuerdo con todas las
decisiones que tomé. En ese momento había que dar la cara. Había que asumir,
pese a que otros me decían que ni locos lo hacían. Asumí, con mis modos, muchos
no estaban de acuerdo, pero no podía apartarme de mis formas.
-¿Sueña con Independiente?
-Noooo. duermo muy bien.
-¿Sigue con custodia?
-No, pero tuve poca custodia. Lo que me habían aconsejado
era un escolta a los lugares fijos. Después, en el supermercado, cuando hacía
mi vida, no iba con custodia. En la cancha, sí, porque había mucha gente junta.
Es feo tener custodia.
-¿Ya no lo amenazan?
-No. Antes lo hacían por teléfono. Pero era extraño. Algunos
me ponían cualquier cosa en un mensaje de texto. Y se los contestaba en los
mismos términos, en lenguaje de barra. Uno me respondió que un presidente no
podía hablar así. Ahí estaba perdido, sacado. No voy a hacerme el distraído:
también tuve muchos problemas con el periodismo.
-¿Perdió amigos?
-No, al contrario. En los momentos malos uno ve a los
verdaderos. Hasta diría que tengo algunos amigos más que antes. Personas que me
conocieron por el fútbol. Cuando decía lo que iba a hacer, todos me decía que
no iba a hacer, que todos los políticos decían lo mismo. Algunos vieron que
llevé eso hasta las últimas consecuencias y me respetaron por eso. Incluso con
gente con la que no comulgamos en la misma idea política.
-¿Había mucha política?
-Siempre me molestó como metían la política nacional,
provincial o municipal en el club y en mí. Decían que era K porque yo había
reconocido que era peronista. Tengo una relación muy buena con Vicky Donda, del
UNEN . Hasta hice un spot cuando lanzó la campaña a diputada. Sin embargo, no
veo que me critiquen por eso. Sí lo hicieron porque me reuní con un jefe de
gabinete. ¿Qué querían? Si tenía un problema de violencia y me citan para darme
apoyo. Por supuesto también conozco gente en el gobierno. Con algunos me llevo
bien y con otros mal. Con Gabriela Michetti , Patricia Bullrich , Javier
González Fraga o Federico Pinedo estoy enormemente agradecido. O con Diego
Santilli. Todos me apoyaron en momentos muy difíciles. Eso nunca se menciona.
Sí se menciona a Cantero con la K. Uno queda encasillado.
Javier Cantero ya no es el mismo. Cruzó un río demasiado
ancho y profundo.
"Cualquier cosa que diga puede ser usada
políticamente".
Javier Cantero se detiene poco en Independiente. "No voy a hablar de política. Cualquier cosa que diga podría ser usada políticamente. Si uno es socio de un club, tiene derecho a hacer críticas, pero tiene que tratar de no entorpecer el camino. A mí me lo hicieron y no voy a hacer lo mismo. Deseo lo mejor para Independiente. En cuanto a lo deportivo, hizo un buen torneo y fue protagonista hasta el final. Después de lo que veníamos. Pero ahí creo que hubo un tema de presión. Los mismos jugadores que habían sufrido en la B Nacional sacaron muchos puntos en primera".
Javier Cantero se detiene poco en Independiente. "No voy a hablar de política. Cualquier cosa que diga podría ser usada políticamente. Si uno es socio de un club, tiene derecho a hacer críticas, pero tiene que tratar de no entorpecer el camino. A mí me lo hicieron y no voy a hacer lo mismo. Deseo lo mejor para Independiente. En cuanto a lo deportivo, hizo un buen torneo y fue protagonista hasta el final. Después de lo que veníamos. Pero ahí creo que hubo un tema de presión. Los mismos jugadores que habían sufrido en la B Nacional sacaron muchos puntos en primera".
Fuente Cancha Llena
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