Dolor en los jugadores de Independiente, que se fueron
silbados.
Por Federico Nogueira
Independiente jugó muy mal, cayó 1-0 ante Huracán, y hasta
Montenegro, que desperdició un penal, fue silbado por la hinchada. El Rojo, que
hace cinco que no gana, sigue en zona de ascenso pero ahora tiene a Atlético
Tucumán a apenas un punto.
El grito de la hinchada, a veces un fiel reflejo de lo que
se ve en cancha, merece ser escuchado. Y esta derrota 0-1 ante Huracán, en la
que ningún jugador se salvó del abucheo, fue una clara expresión de que
Independiente tocó fondo. Al menos en cuanto a lo futbolístico, porque peor no
puede jugar. En cuanto a resultados, todavía mantiene viva la llama, aunque
ahora la luz de ventaja sobre Atlético Tucumán, quien amenaza con quedarse con
el último lugar de ascenso, es de apenas un punto.
Lo mostrado ante el Globo fue bueno hasta que Cuesta derribó
a Penco en el área y Pezzotta juzgó penal. Montenegro tomó la pelota, pero Díaz
le aguó el gol. Ahí, comenzó una debacle tanto anímica como futbolística, que
derivó en un crecimiento notable de Huracán, quien se hizo dueño del partido.
Y, generando juego, llegó el tan buscado gol: Caruso entró amagando a cuanto
defensor se le cruzara, y tocó para Toranzo, quien definió ante la desesperada
salida de Rodríguez.
Entró Benítez, Insúa, y finalmente Menéndez reemplazó a
Montenegro, quien se retiró bajo una inmensa silbatina. A pesar de las modificaciones,
no cambió el desempeño del partido, y los de De Felippe murieron sin una
identidad clara. Huracán se aprovechó y ganó una verdadera final. Quinto
partido sin triunfos (con tres derrotas seguidas) para Independiente, que ya es
un verdadero infierno.
Fuente Olé
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