Por Rodrigo Tamagni
En medio del profundo caos que vive Independiente, si con
esta victoria las cosas empiezan a enderezarse, no van a demorar en aparecer
los oportunistas de siempre para apropiarse de las buenas. Pero no hay que
equivocarse, sólo fue una 'ganada'. Que no nos 'calienten la oreja', una vez
más, con falacias
Un minuto de paz, de tranquilidad, de calma. Como cuando en
una playa revoltosa, en medio de las esperadas vacaciones, se aprietan los
párpados un poco más fuerte de lo normal como si eso activara un switch que
lograra eliminar todo lo que está alrededor y lo dejara a uno frente a frente
con el silencio del mar como único interlocutor. El triunfo de Independiente es
eso, un cierre de párpados más fuerte de lo normal para sentir el sosiego entre
tanto bullicio.
Ya aparecerán los oportunistas de siempre para apropiarse de
esta victoria por abrir una billetera abultada. Otros tantos gozarán de sentir
que el triunfo llegó luego del 'quiebre' a Javier Cantero. Ni hablar de los que
dirán que los jugadores le estaban haciendo la 'cama' al presidente y que sólo
les importaba el dinero.
Pero que el árbol no tape el bosque. Esos 'malditos'
oportunistas, que tanto mal ya le hicieron a Independiente siendo cómplices de
la deforestación absoluta que sufrió la institución en la última década, no son
la solución para el club, sino que vienen a 'chupar' el último néctar que les
faltó llevarse. El fin de la era Cantero no es para festejar; debe servir para
que el hincha se entristezca de haber sido seducido, una vez más, por un
engaño, un espejismo, un ilusionista de discurso seductor. Tampoco es creíble
que los futbolistas juegan sólo por el dinero, ya que el humilde Colón de Diego
Osella, puntero de un mediocre campeonato de Primera, rompería con esa falacia.
Hoy Independiente ganó porque, como bien dijo Omar De
Felippe en su conferencia post partido, la pelota entró al arco. Es cierto, la
actitud en ataque fue distinta, aunque en éste caso Talleres, con serias
chances de irse al Argentino A, fue cómplice directo. Pero los errores fueron
los mismos: debilidad y desconcentración en defensa, unidos a la falta de
profundidad y movilidad en ataque. La diferencia estuvo en que Independiente
tuvo un tipo que empujó la pelota a la red ante un arquero débil y Talleres no
encontró un buen definidor contra un portero que siempre salva las 'papas'.
Parra, con todas sus limitaciones a cuesta, termina
demostrando que es un delantero al que le gusta en serio el gol. Es difícil
encontrar un 'golazo' de él, aunque sea en Independiente, pero siempre está
cerca del rebote o donde el pase va caer para empujarla a la red. No importa si
es de espalda, de pecho o cayéndose y empujándola con la nuca, lo importante es
que la mete y eso, hoy por hoy, es fundamental -aunque los defensores del
'paladar rojo' digan, con total razón, que no es un jugador del estilo del
club-. Un estilo que, a decir verdad, hace rato no vemos por estas 'pampas'.
Párrafo aparte para De Felippe. Su trabajo y su palabra ante
los medios son claves ahora y lo serán en el futuro. Con los errores lógicos
que puede tener cualquier entrenador, es un obsesivo del laburo e intenta medir
cada letra que sale de su boca para intentar no castigar más a una institución
lastimada.
Al fin de cuentas, del triunfo lo que se debe destacar es
eso: el triunfo. Poder cortar esa 'maldita' racha que nos perseguía desde hace
ocho partidos y que era nafta para un fuego que ya tiene demasiadas cosas extra
futbolísticas como para seguir sumándole los conflictos surgidos desde adentro
de la línea de cal. Se tiene la esperanza de que esto sea el puntapié para
revertir, sin ánimos de exagerar, el peor momento de la historia de
Independiente. Ojalá se haya tocado fondo para poder empezar a resurgir.
Fuente Play Fútbol
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