El técnico, con su trabajo y su mirada autocrítica, parece
ser el valor más firme de un club inestable y exigente
Por Martín Castilla
No hace declaraciones explosivas y se esfuerza por evitar
cualquier punto de conflicto, pero deja conceptos fuertes, especialmente en
tiempo de vacilaciones. Hace un culto de la conversación con sus jugadores, lo
hace con cada uno y todo el tiempo que sea necesario. En este Independiente que
en cada partido hace un curso acelerado de lo que es el ascenso , su figura
trasciende el rol de entrenador. Omar De Felippe tiene tiempo para ser muy
crítico con el juego de sus dirigidos. Tras la derrota de anteayer ante
Atlético Tucumán (1-3) se animó a decir "el rival somos nosotros
mismos", como para ocuparse de cuestiones mínimas emparentadas con el
funcionamiento del complejo de Villa Dominico.
Allí está, caminando entre sus jugadores con la mirada
pensativa intentando una "resurrección rápida" (dixit Cantero). Dando
frases contundentes sobre el rendimiento de un equipo que él mismo había
acomodado en el final de 2013 y que ahora se encuentra con un ambiente parecido
al que encontró en la quinta fecha, cuando le tocó tomar un barco a la deriva
tras la salida Miguel Ángel Brindisi. "El equipo no es el mismo que el del
año pasado." Y allí va, un entrenador que sabe como nadie que su plantel
atravesará momentos decisivos para el objetivo de regresar a primera división.
Simple y trabajador, no se engaña. En un club donde su
presidente, Javier Cantero, tiene poco margen de maniobra por las
circunstancias que le tocan vivir, De Felippe se ocupa de todos los detalles.
Planifica los partidos, ensaya una y otra vez las estrategias por utilizar,
aunque también se ocupa de la vida íntima de todo lo que rodea al equipo. A tal
punto que pidió una serie de reformas en el vestuario del plantel y solicitó
una pintada a los alambrados de las canchas de entrenamiento. Está cerca de los
empleados del predio en la mejora de los campos de juego y hasta les regaló
algunos asados por haber hecho las cosas como corresponde.
De Felippe encarna la resurrección de Independiente. El
presidente del club de Avellaneda manifestó: "Estamos en una resurrección
y afortunadamente contamos con Omar De Felippe". Es que cuando el
entrenador tomó el equipo, tenía un destino incierto, lejos de las posiciones
de ascenso y se temía por un mal mayor. Con los pies sobre la tierra, dándoles
el lugar que se merece a las cosas, a partir de la experiencia vivida como
combatiente de Malvinas, puso manos a la obra. "El fútbol me ayudó a
encarrilarme en la vida. Me dio la posibilidad de poder ser una persona normal,
como cualquiera, sin olvidar que me tocó estar en una guerra, de la cual tengo
mucho orgullo de haber ido. Siempre digo lo mismo, siento orgullo de poder
haber vuelto entero", explicó hace un tiempo en una entrevista con
lanacion.com (http:
/vimeo.com/39711984).
"Tenemos que hacernos cargo de las cosas. Hay jugadores
sin confianza, que terminaron muy bien el semestre pasado. Por momentos somos
muy desordenados, dejamos muchos espacios. Tenemos que ver lo mejor que podemos
hacer", responde cuando le consultan sobre lo que debe hacer el equipo
para dejar atrás la última caída en Avellaneda y que cortó una racha de 13
partidos sin derrotas. Le hablan de cambios, de si el equipo está lejos del que
terminó el 2013, si debe salir Federico Insúa o si se extraña a Marcelo
Vidal... "Es muy probable que podamos resignar a alguno... Pero no es un
problema de un jugador. Es un problema de equipo, estamos confundidos. No
estamos con las cosas claras. Cuando terminó el semestre, fuimos muy claros,
dijimos que en la segunda rueda iban a cambiar las cosas. Hoy estamos en el
grupo de equipos que estaban bien y lo están haciendo mal", explica el
hombre al que no le cuesta encontrarle una explicación a la frustración.
Para Omar De Felippe, esta experiencia en Independiente no
es una más. Ya es, en definitiva, el punto de partida de una historia con
desenlace abierto. Que sus dirigidos tendrán que escribir con sus obligaciones
a cuestas. "Cuando nos pongamos firmes, sepamos que es Independiente,
seguramente empezaremos a mejorar mucho."
"Si tengo que salir, salgo"
La llegada de Federico Insúa provocó un cambio en la
fisonomía del Independiente que había consolidado Omar De Felippe y ahora, que
el funcionamiento no es el deseado, su continuidad está en duda. "¿Desde
qué lugar tengo que demostrar a esta altura de mi carrera? Desde el compromiso
y eso está. Me veo bien. Nunca me sacaría, pero acá estamos todos por lo mismo.
Si tengo que salir para que el equipo se compense, salgo. Voy a ayudar desde
donde me toque. Si es desde el banco, que sea desde ahí. Hay que ascender. Me
tenía una fe infernal y la sigo teniendo. Estoy a muerte en todo", dijo el
Pocho.
Fuente Cancha Llena
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