Por Cristian Fernández
Independiente contó con más de 10 tiros de esquina y un
sinfín de tiros libres que bordeaban el área rival. En ninguno tuvo la chance
de llevar peligro al arco que defendía Cambiasso.
Ante partidos tan cerrados como el que planteó Romero,
el DT de All Boys, una jugada con el balón detenido puede solucionar todo. Es
más, es una de las llaves maestras para abrir cualquier cerrojo. Y, ni hablar,
cuando estos equipos que se paran de contra anotan el primer gol del encuentro
como hizo el Albo este sábado en Avellaneda.
No hay jugadas preparadas en ningún tiro libre. El
ejecutor, sobre todo Osmar Ferreyra que es el encargado de la mayoría, no suele
lograr poner la pelota en el punto del penal donde realmente daña un buen
centro. Además, no conecta con ningún compañero y es una costumbre ver como se
desaprovechan estas posibilidades.
En los tiros de esquina el mayor inconveniente es la
carencia en la elevación de la pelota. Una gran cantidad de córners quedan en
el primer palo para que algún jugador del Rojo logre peinarla hacia el centro
del área, pero a veces son tan bajos los remates que terminan favoreciendo al
despeje del defensor.
En definitiva Independiente no tiene peso en el área
rival y no es por la ausencia de altura en los futbolistas que visten la casaca
del Rey de Copas. El verdadero problema es la casi nula justeza para rematar y
una de las mejores soluciones sería practicar en la semana jugadas de desmarque
o sorpresa para paliar la carencia del juego aéreo. Esperemos que el Tolo logre
identificar la enfermedad y tenga el antídoto perfecto para erradicarla.
Fuente Infierno Rojo
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