Ya sabemos: eso de los 12 pasos no existe, es una licencia
periodística. El reglamento dice claramente que el punto penal está a 11
metros. Pero... ¿alguien sabe cuándo se empezó a cobrar el penal y por qué? ¿Y
alguien se animaría a contar en rueda de amigos una decena de anécdotas
insólitas vinculadas a los penales? Acá va una pequeña ayudita. Pasen y lean.
Nota publicada en la edición febrero 2012 de la Revista El Gráfico
Estadio Trent Bridge, Nottingham, Inglaterra, 14 de febrero de 1891. Con un ojo, Lewis Ballham midió la parábola de la pelota que se acercaba a su pie derecho y calculó el remate; con el otro, advirtió que el arquero de Notts County, James Thraves, estaba caído. La situación era inmejorable para Stoke City: Ballham midió la distancia y disparó para igualar el choque de cuartos de final de la Football Association (FA) Cup -el torneo más antiguo del mundo-, que su equipo perdía 1-0. El esférico salió derechito hacia la red, un flamante invento incorporado ese mismo año a los arcos.
Sin embargo, cuando el balón estaba a punto de cruzar la
línea de cal, la mano derecha del escocés volador John Hendry, defensor
izquierdo de Notts, lo rechazó hacia la línea lateral. Ante la evidente falta
cometida por Hendry, los once futbolistas visitantes reclamaron al árbitro que
se les otorgara el ansiado gol. Pero, a pesar de las vehementes quejas, el
juez, tal como lo ordenaban las reglas, señaló un tiro libre a centímetros de
la meta, que fue pan comido para Thraves, arrodillado ante la pelota, y sus
diez compañeros, ordenados hombro con hombro bajo el travesaño para cubrir su
espalda.
El juego llegó a su fin y el marcador no se modificó. Notts
County pasó a la semi –alcanzaría la final, que perdería 3-1 ante Blackburn
Rovers en el estadio londinense Kennington Oval- y los dirigentes de Stoke
City, derechito a la sede de la FA para quejarse por lo que consideraban una
injusticia. Tras analizar la evidente infamia con profundidad, la entidad
futbolera determinó que algo había que hacer para evitar que una injusticia
semejante se repitiera. A propuesta de un delegado irlandés, William Mc Crum,
la FA determinó la creación del “penal”, un tiro libre directo desde una
distancia de 12 yardas (10 metros 97 centímetros, luego redondeados en 11
metros) del arco. A partir de ese momento, en el reglamento apareció la “pena
máxima” para castigar al equipo que cometiera una de las infracciones que
entrañan un tiro libre directo en las inmediaciones de su arco (todavía no
existían las “áreas”, que se incorporarían en 1902), mientras el balón esté en
juego. Los directivos de Stoke hincharon sus pechos, orgullosos de haber
aportado un justo cambio en la normativa del deporte. No sabían, empero, que la
labor no había concluido.
El 21 de noviembre de ese mismo año, en Villa Park
(legendaria cancha donde Argentina jugó contra España y Alemania en el Mundial
de 1966), Stoke City volvió a tropezar con la misma piedra: el novel
reglamento. A solo segundos del final, el réferi marcó un penal para Stoke, el
primero para el equipo del centro de Inglaterra que caía 2-1 como visitante
ante uno de sus clásicos rivales, Aston Villa (el primero de la historia fue ejecutado
y convertido por William Heath, de Wolverhampton Wanderers, contra Accrington
en el estadio Molineux, el 14 de septiembre). Bahllman disponía de una
oportunidad de oro para recuperarse del golpe copero. Pero el arquero local,
Jimmy Warner, tomó la pelota y, con un violento zapatazo, la mandó fuera del
estadio. Como en Villa Park no había otro balón, el árbitro dio por terminado
el duelo –todavía no se había creado la norma que marca que se concederá tiempo
adicional para poder ejecutar un tiro penal al final de cada tiempo o en los
períodos suplementarios– y Stoke se volvió a casa, otra vez, desahuciado. En un
puñadito de meses, el penal, por acción u omisión, le había jugado dos
infortunados sinsabores al mismo equipo. Desde entonces, a lo largo de 120
años, el “disparo de los once metros” dio vida a cientos de situaciones
insólitas, de las cuales aquí presentamos diez. Quedarán para otra oportunidad
las más curiosas definiciones por penales, que sin duda merecen su propio
espacio n
Enemigos íIntimos
Nueva Chicago se perfilaba como uno de los favoritos para
ganar el torneo de Primera B de 1946, y la tarde del 27 de abril lo demostraba
con el baile que le estaba propinando a Barracas Central. La escuadra de
Mataderos, que actuaba en su cancha, ganaba con comodidad 6 a 1 a los 30 del
segundo tiempo, cuando el árbitro Carlos Mauri marcó un penal para los dueños
de casa. Oscar Meloni colocó la pelota en el punto marcado con cal y tomó
distancia para patear, pero antes de iniciar su carrera se interpuso el morrudo
zaguero Raúl Cocherari. “Vos ya metiste dos, dejame patear a mí”, le exigió el
defensor. Meloni no se achicó y le reclamó a su compañero que se corriera de su
camino: “El encargado soy yo”.
La disputa continuó primero con insultos y luego con golpes
de puño, lo que obligó al resto de los jugadores del Torito a separar a los
contendientes; y a Mauri a expulsarlos por agresión recíproca. La ejecución,
entonces, no fue para Meloni ni para Cocherari, sino para Manuel Malachane,
quien desde los doce pasos anotó el séptimo de Chicago esa jornada. Con dos de
sus titulares suspendidos por el increíble incidente, el club verdinegro perdió
el partido siguiente ante Los Andes, quebró su ritmo victorioso y se quedó sin
el ascenso de la temporada, que ganó Banfield.
El silbato
Argentinos derrotaba a Quilmes 1-0 la tarde del 12 de mayo
de 1929 en su viejo estadio de Avenida San Martín y Punta Arenas, por el torneo
de Primera División que, en ese tiempo, era amateur. A pocos segundos del
final, el réferi sancionó un penal a favor de los visitantes y Emilio Quadrio
asumió la responsabilidad de ejecutarlo. El delantero cervecero tomó carrera y,
en cuanto escuchó el silbato, sacó un violento disparo que superó la estirada
del portero Domingo Fossatti. Sin embargo, la conquista fue rápidamente anulada
por el árbitro, quien le explicó al goleador que había disparado sin que él
hubiera dado la orden. El jugador quilmeño, creyendo que el juez trataba de
perjudicar a su equipo, volvió a colocar la pelota en el punto marcado con cal
y, muy enojado, la mandó, a propósito, a la tribuna.
El encuentro finalizó sin que se modificara su marcador y
los protagonistas se retiraron a los vestuarios. Allí, el técnico visitante le
indicó a Quadrio que, en efecto, el pitazo había sido emitido por algún vivo de
la tribuna local para confundirlo, y que el juez había procedido con
corrección. El atacante, semidesnudo y volando de rabia, volvió a la carrera al
campo de juego para tratar de dar con el chistoso que lo había engatusado,
aunque ya era tarde: todos los ocupantes de la tribuna colorada se habían
retirado a festejar su victoria.
Doblete insólito
Pocas veces se ha visto un blooper semejante en un encuentro
oficial como el sucedido el 24 de febrero de 1996, durante el Preolímpico de
Mar del Plata. A los 27 minutos del segundo tiempo, con la pizarra 3-2 para
Venezuela, el réferi paraguayo Epifanio González dio un penal a Ecuador que le
abría al equipo de camiseta amarilla la esperanza de igualar el juego. El
defensor Segundo Matamba, a cargo del disparo, colocó la pelota en su lugar,
tomó carrera y con un zurdazo cruzado venció al arquero vinotinto Rafael
Dudamel. González, en lugar de marcar el centro de la cancha, ordenó la
repetición de la “pena máxima” porque, al patear, a Matamba se le salió el
botín, que siguió la trayectoria de la pelota hasta el fondo del arco, que en
los potreros los chicos bien podrían calificar como un “vale doble”.
Matamba volvió a disparar y, aunque usted no lo crea, el
zapato salió otra vez detrás de la pelota, con una pequeña diferencia de
trayectoria: el balón rebotó en el travesaño (para escaparse bien lejos de la
red) y el calzado, en el poste izquierdo de la valla venezolana. El choque dejó
margen para un doblete más, en este caso dos goles en el arco ecuatoriano, que
redondeó un notable triunfo por 5 a 2 de la selección de Venezuela.
Un justo castigo al festejo desmedido
Posiblemente ver tantos videos de sus colegas sudamericanos
René Higuita y José Luis Chilavert nublaron el empeño del arquero de Bayer
Leverkusen, Hans-Jörg Butt. El 17 de abril de 2004, en el Veltins Arena de
Gelsenkirchen, Leverkusen vencía al dueño de casa, Schalke 04, por 2 a 1. A los
75 minutos, el réferi Jorg Kessler otorgó un penal a la escuadra visitante y
hacia el área rival salió disparado Butt, con la cabeza bien alta, para hacerse
cargo de la falta. Con un derechazo alto y cruzado, el arquero doblegó a su
colega Christofer Heimeroth y salió eufórico a abrazarse con todos sus
compañeros para festejar el 1-3. El “bobi” de Butt no solo perdió mucho tiempo
con su celebración, sino que la extendió en su propio terreno, lo que habilitó
al delantero local Mike Hanke para sacar un pelotazo directo desde el punto
central que se clavó en la desguarnecida red visitante. Lo único que le quedó
por festejar al marmota de Butt fue que el encuentro se cerró sin más goles
Los penales más largos del mundo
El inolvidable Osvaldo Soriano soñó y volcó al papel su
cuento “El penal más largo del mundo”: un disparo que fue pitado un domingo y rematado
una semana después, debido a los violentos incidentes desencadenados por su
sanción. En la Argentina, la historia pasó de la fantasía a la realidad al
menos en tres oportunidades, siempre postergando el disparo a causa de
escándalos en las tribunas. La primera, en Santiago del Estero, el 3 de mayo de
1997, durante un tenso duelo de la liga local entre Estudiantes y Güemes; la
segunda, el 5 de abril de 2003, en el partido bonaerense de Ensenada, en medio
de un tormentoso Defensores de Cambaceres-Atlanta; el tercero, durante la final
de la Primera B Metropolitana de 2007 que enfrentó a Estudiantes de Caseros y a
Almirante Brown. Este último fue, quizás, el más incomprensible, porque la
suspensión se originó en una bomba de estruendo arrojada por la parcialidad de
Almirante, el equipo beneficiado por el penal, que lesionó al arquero Walter
Cáceres. Soriano imaginó que el disparo de 11 metros era atajado por el
arquero. En la vida real, Estudiantes y Almirante repitieron la historia al pie
de la letra. Solo el bohemio Lucas Ferreiro se atrevió a contradecir al genial
escritor marplatense fallecido en 1997.
Por Luciano Wernicke / Fotos: Archivo El Gráfico
Fuente El Gráfico - http://www.elgrafico.com.ar/2012/03/21/C-4140-cuentos-de-los-12-pasos-primera-parte.php
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