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miércoles, 29 de febrero de 2012

Despabilarse a tiempo




Por Lucas Sawczuk @lucassawczuk

Columna de opinión

¿A qué se juega? Nadie sabe. 

Qué se pretende? Difícil de explicar.

¿A dónde vamos por este camino? Es incierto.


Tres jugados, tres perdidos. Cero goles. Un fútbol que no aparece y un equipo que no levanta, porque no genera y porque la actitud está en el subsuelo. 

¿Qué falta? De todo.

¿Se puede salir del pozo? Ese es un gran interrogante.


Uno no sabe cómo hará Independiente para ganar un partido.

Cuesta entenderlo a esta altura.

Sí sabemos cómo se pierde: por errores propios que se mutan en regalos para los rivales.

Pasó con San Martín de San Juan, ocurrió con Lanús y se expandió la onda en La Plata, donde el partido se abrió tras un grosero fallo de la línea defensiva.


La “gran” pretemporada se transformó en un discurso berreta de veracidad incierta.

Desde lo físico es difícil achacar cuestiones, desde lo futbolístico, todo queda al desnudo.

Un equipo pobre de alma, híbrido en cuanto al juego y de ideas nulas.

Así, es complicado ganar, y eso que el fútbol de los rivales nunca fue superior al de Independiente. 


La culpa es compartida.


Empezando por el entrenador, que no la pega con los cambios, ni el sistema de juego ni el mensaje que baja tras los partidos.

La autocrítica debe ir por dentro y por fuera.

Los jugadores, con sus decisiones en el campo de juego, también son tan culpables.

Les falta, además de calma y audacia, un poco de fuego sagrado.

Lo preocupante no sólo queda en esta faceta del Clausura, sino también en lo que se fue, y en lo que viene.

El pasado, salvando la última temporada de Américo Gallego, fue lamentable. 

Lo que se avecina, parece tenebroso.

No falta mucho para junio e Independiente deberá cambiar considerablemente para no cargarse una mochila llena de presión, urgencias, dramatismo y exitismo, tal como significa la lucha por no descender.

El futuro no es de lo mejor, porque no existieron bases previas para solventar un proyecto que entienda los tiempos.

Hoy ya no están los Bochini, ni los Bertoni.

Es tiempo de otra cosa.

Tiempo de ponerse el overol y dejar la vida por y para Independiente.

Las urgencias del mañana podrían ser aún peores de lo que se vivió en la época de Antonio Mohamed.

Hoy, hacer más de 25 puntos, parece una quimera, por eso el cambio debe ser radical.

Ramón Díaz tendrá que hacerse cargo de sus errores, como los jugadores.

El sábado, ante Argentinos Juniors, no queda otra que levantar.

No es un deseo, es casi una imperiosidad del presente para comenzar a oxigenar, al menos un poco, ese futuro que se avecina.


Quien quiera oír, que oiga.


Pero sería bueno, al contrario de lo que le ocurrió a River, no hacerle frente al descenso cuando el agua acaricie el cuello.

Necesitamos reformar la vacuna y aplicar la dosis a tiempo.


Que así sea.



Fuente MuyDiablo

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