Planeta Redondo
El padre del fùtbol que le gusta a la gente
Por WALDEMAR IGLESIAS
Rinus Michels le ofreció al mundo varios de los mejores
equipos de la historia: su Ajax, su Barcelona y la Naranja Mecánica.
Fue el
impulsor del llamado "fútbol total" y referente para Pep Guardiola.
Luego de retirarse como jugador y antes de impulsar la Escuela Holandesa,
trabajó como profesor de gimnasia en un colegio para sordos.
UN ESTILO. Rinus Michels, el impulsor del fútbol total.
El Camp Nou aplaude de pie un fútbol estelar que hace del
toque una militancia y de la ansiedad una ausencia.
Eric Abidal -con su pie
izquierdo y con esa elegancia heredada de Martinica- le pasa la pelota atrás al
arquero Víctor Valdes, que mira una nueva opción de pase como si fuera un
centrojás de los que hay pocos.
Todo sucede a ritmo manso.
Un rato después, con
vértigo en el desenlace de la jugada, Lionel Messi aportará otro de sus goles
para que el Barcelona se imponga con comodidad ante Osasuna.
El partido por la
Liga en la que el equipo de Pep Guardiola va por el tetracampeonato finalizará
con un 8-0 de videojuegos.
La ovación, otra vez, surge. Es para los que ahora
están en el campo de juego, claro.
Pero no sólo para ellos. Se trata también de
un tributo a los que pusieron al gigante catalán ante este precioso escenario.
Sobre todo, para Johan Cruyff, aquel que le devolvió la autoestima a los
blaugranas; y para Rinus Michels, aquel que sembró la semilla de este fútbol
que ahora el mundo abraza.
Ronald Koeman -campeón con la Holanda de Michels en la
Eurocopa de 1988- conoció los detalles de la Escuela Holandesa desde adentro.
Era un marcador central a la medida del Barcelona de Johan Cruyff y del
seleccionado naranja: su pegada consagratoria le facilitaba la tarea.
Fue autor
de uno de los goles más gritados en la historia del gigante catalán: en la
final de la Copa de Campeones de 1992, a los 111 minutos de la final frente a
la Sampdoria, cuando ya no quedaba tiempo para mucho más que ese tiro libre, Koeman
transformó un remate directo en un misil y en una consagración bajo el cielo de
Wembley.
Cada vez que camina por Les Corts, por Montjuic, por Sant-Martí o por
cualquier distrito de Barcelona se lo recuerdan.
Conoce de que se trata la vida
de los blaugranas, claro.
La escena sucedió poco antes de la final del Mundial
de Sudáfrica, en un rincón de Sandton, en Johannesburgo.
Era de noche y el
mismo de tanto fútbol vivido hablaba con tres periodistas argentinos. Cruyff,
Messi, Pep Guardiola, el Barcelona, la España del tiki tiki...
Los temas
decantaban con naturalidad.
En ese español a los tropiezos, contó su impresión
sin resquicio a dudas: "Ya nos perdimos al mejor de todos, al que inició
todo ese fútbol, a Rinus Michels".
Lo contaba con la seriedad de un
convencido.
A Michels también lo describió alguna vez Johan Cruyff, el
mejor de sus lugartenientes dentro del campo de juego: "Siempre admiré
mucho su capacidad para conducir el grupo. Como jugador y como entrenador,
nadie me enseñó más que él. Con sus ideas, puso a los Países Bajos en el mapa,
hasta el punto de que actualmente casi todo el mundo está beneficiándose
todavía de su labor. Muchas veces intenté imitarlo. Y ése es el mayor homenaje
que se le puede hacer a una persona".
También fuera del campo, el mayor
crack holandés de la historia fue un perfecto continuador de lo aprendido.
Con
él en la conducción, el Barcelona se hizo más Barcelona.
A su manera: jugando a
jugar.
Su escuela trascendió fronteras. Fue protagonista
involutario (o no tanto) de un nuevo modo de entender el juego.
Escribió
Fernando Araújo Vélez en El Espectador, de Colombia: "Hubo quienes dijeron
que lo llamaban 'General' porque iba a los campos de entrenamiento con una
pistola bajo el cinto y un estricto manual de órdenes en su maletín de cuero, y
hubo quienes dudaron de aquellos rumores porque un hombre de armas no hubiera
permitido que sus jugadores tuvieran las libertades que vivió Holanda en 1974.
Hubo quienes lo tildaron de fracasado porque perdió en Munich la final de la Copa
del Mundo ante Alemania, los eternos exitistas que en el mundo han sido, y hubo
quienes fueron más allá del resultado y los goles de Breitner y Muller y lo
consagraron como el hombre que cambió la historia del fútbol". En
cualquier rincón del mundo en donde se hable de fútbol frecuentemente, Michels
seguro será -alguna vez o muchas veces- un precioso protagonista ausente.
Sus
ideas estarán allí, sentadas a la mesa.
La propia FIFA que lo ubica en su Hall of Fame y lo señaló
como el entrenador más destacado del Siglo XX, cuenta sobre su aporte al
fùtbol: "Por supuesto, a Michels se le conoce por lo que es
fundamentalment el 'fútbol total', una estrategia ya mítica que permite a los
jugadores ajustar sus posiciones y carreras de manera que se aprovechen al máximo
los huecos que les concede el rival.
Su equipo de 1974 utilizaba aparentemente
un 4-3-3 en el que Jonny Rep se internaba por la derecha y Rob Rensenbrink
hacía lo propio por la izquierda.
Las subidas de los laterales Wim Suurbier y
Ruud Krol añadían más opciones a un ataque que parecía aumentar y disminuir a
voluntad, mientras que Cruyff tenía licencia para vagar por el campo en busca
de formas de abrir el cerrojo adversario.
Las claves del concepto de Michels
eran un movimiento inteligente, entendimiento y forma física".
El
periodista Angel Liceras lo retrató en el diario Marca: "Michels fue un
innovador, el primer técnico que alcanzó la excelencia, el primer custodio del
fútbol total. Inventó la fórmula perfecta: bloque + imaginación = espectáculo.
Johan Cruyff fue la estrella indiscutible de su particular universo
futbolístico.
Entre ambos hicieron al Ajax campeón de Europa y dominador de la
Eredivisie a finales de los 60.
Juntos discutieron en el Barcelona la
supremacía del Real Madrid a principios de los 70".
La búsqueda del fútbol
total no era ajena a los resultados. Casi todo lo contrario: Michels ganó casi
en cada rincón donde sus equipos jugaron.
Y lo conseguían del mejor de los
modos: invitando al aplauso.
Su legado habita ahora en cada actuación del -tal vez- mejor
equipo de todos los tiempos, el Barcelona de Pep.
Escribe Matías Manna, en su
estupendo y didáctico blog Paradigma Guardiola:
"¿Qué es jugar bien? El
arquero se la pasa al defensa, el defensa al mediocampo, el medio a los
delanteros.
Todo con buen ritmo de circulación de balón y encontrando
superioridades en las líneas posteriores.
Eso es jugar bien. Sin más. No hay
secretos.
A eso el Barcelona, por ejemplo, le agrega una metodología de
entrenamiento pertinente para sumar varios conceptos que hacen posible su
juego, una cultura de hace 30 años relacionada a la escuela holandesa
revolucionaria desde Johan Cruyff y Rinus Michels.
El rumano Kovacs, principal
ayudante y sucesor de Michels en aquel Ajax que fue la génesis de la única gran
revolución conceptos del fútbol, dijo en 1972 antes de la final
intercontinental frente a Independiente: 'Los jugadores que más se adaptarían a
lo que pretendemos serían los latinos, brasileños, argentinos. Sobre todo argentinos,
por mayor rigor táctico y profesionalismo y, sobre todo, su gran capacidad
técnica'".
Sí, eso.
Lo que propone Guardiola en estos días; lo mismo que
impulsaba Rinus Michels, hasta ese marzo de 2005 en el que respiró su último
sueño de fútbol y la última bocanada de aire que pudo.
Marinus Jacobus Hendricus Michels -Rinus Michels- nació en
Amsterdam y vivió encantado por el fútbol durante casi toda su vida.
Comenzó a
mediados de los años 60 en el Ajax (donde ganó ocho títulos, incluida la Copa
de Campeones de Europa); continuó en un Barcelona que aprendió a hacerle frente
al Real Madrid implacable de aquel tiempo; armó la Naranja Mecánica, ese equipo
que fue campeón sin vuelta. Siempre lo llamaron para repetir lo anterior. Y lo
consiguió: con Barcelona, con Ajax y con el seleccionado de su país, con el que
ganó la Eurocopa de 1988. Antes había sido un destacado como delantero del
Ajax: entre 1946 y 1958 marcó 122 tantos y obtuvo dos títulos de Liga. También
jugó en el seleccionado. Pero sin éxito: disputó cinco encuentros y en todos
ellos Holanda cayó derrotado. En el medio, entre el destacado goleador y el
técnico estupendo, hubo otro Rinus Michels: fue profesor de educación física en
un colegio para niños hipoacúsicos.
Hermosa paradoja: uno de los hombres que
mejor se hacía escuchar en el ámbito del fútbol había comenzado entrenando un
equipo de sordos.
Fuente Clarín