Agüero estuvo lejos de romperla. Pero su ingreso en el
complemento tuvo un gran valor simbólico. Argentina entendió que debía ganar y
Colombia se acordó que podía perder. El técnico mandó un señal (¡al fin!) y los
futbolistas la descifraron. Vencedores y Vencidos. Protagonistas y Partenaires.
El Mensaje. La Historia. El Miedo. Y todo gracias a Mascherano
Dice Obama, que dice Einstein que Sabella estaba loco, hasta
que se animó a ponerlo al Kun
Crédito foto: Telam
Según Albert Einstein, “la definición de locura es hacer lo
mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes”. Esta vieja frase del
científico alemán, fue citada últimamente por Barack Obama, justo cuando le
toca tomar las mismas decisiones que su antecesor, aguardando consecuencias
distintas. Encima de este pésimo homenaje, al pelilargo germano, jóvenes e
insolentes físicos le están cuestionando severamente su célebre Teoría de la
Relatividad. “Estos mocosos engreídos, genios eran los de antes”, diría un
parroquiano acodado en la barra de cualquier bar del interior de la Provincia
de Buenos Aires. En homenaje a “Don Alberto” –quien tampoco inventó la Bomba
Atómica y consiguió su Nobel por algo que nadie recuerda-, vamos a utilizar su
axioma para construir esta columna de opinión.
“Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando
resultados diferentes”. Si contra Brasil (Selección Local) fue a empatar
descaradamente a Belém y perdió, y ya por las Eliminatorias ante Venezuela le
pasó exactamente lo mismo. ¿De dónde sacó Sabella que un planteo tan amarrete
le iba a dar resultado en la insoportable Barranquilla? Cuatro volantes de
contención (Braña, Mascherano, Guiñazú y Sosa), cuatro defensores (Zabaleta,
Fernández, el malogrado Burdisso y Clemente) y dos delanteros (Belgrano y San
Martín deberían llamarse para hacer un gol con semejante compañía, pero eran
“apenas” Messi e Higuaín). ¿Qué pasó? No nos llegaron, pero tampoco pateamos al
arco en todo el primer tiempo. Un chico de 5 años, recién levantado de la
siesta, más amante de plastilina que del fútbol, hubiera adivinado ese final.
Por fortuna, el “desangelado” Mascherano metió el pie donde
no debía, se la mandó a guardar a Romero y nos evitó una derrota cantada. Y al
propio Sabella le salvó la cabeza, porque estos seis meses que faltan para
volver a presentarse por Eliminatorias hubieran sido un calvario mediático, con
el agravante que el “Humilde Ferretero de Sarandí” ya no acostumbra defender
técnicos a capa y espada. Más bien, se los entrega mansamente a los lobos.
Cualquier duda, preguntar a los vecinos de La Paternal por Sergio Daniel
Batista. Alias Checho. Asiduo lector de avisos clasificados, por estos días.
Así que el “Jefecito”, que en la Selección no anda de 5, como tampoco anduvo en
Barcelona hasta que lo mandaron a la cueva, evitó que “Pachorra” tuviera que
sacar del armario la bata y las pantuflas. ¿Por qué? Porque lo obligó a
arriesgar.
Perdido por perdido, me muero con las botas puestas parece
haber dicho en el entretiempo el alguna vez talentoso zurdo. Sacó a Guñazú (¿el
cambio era por Mascherano, mandando a Braña de cinco?) y puso a Agüero. Y con
el “Kun” entró a la cancha otro jugador: el mensaje. Y con el mensaje, la
historia. Y con la historia, el miedo del rival. Y ya éramos 14 contra 11.
Colombia, esa tibia Colombia que extrañaba a Falcao, Teo, Gio, Guarín, Higuita,
al Escorpión, al Pibe Valderrama y a Juan Valdez, recordó que enfrente estaba
Argentina. Que a Messi e Higuaín ahora se les sumaba el goleador del Manchester
City, y que esos muchachos de remera blanca y celeste solían ser de temer. Y
que estaban ganando sin jugar bien ni merecerlo. Y que los otros no parecían
dispuestos a seguir protagonizando tan triste papel. De vencedores y vencidos
está hecha la historia. De protagonistas y de partenaires.
El Mensaje. La Historia. El Miedo. Y de golpe todo lo que
estaba a favor de los “cafeteros”, les empezó a pesar. El calor, la humedad, la
multitud. Ojo, Argentina no lo pasó por arriba ni lo bailó ni debió golear.
Sólo intentó ganar. Tan simple como eso: jugó a ganar. Dejó de esperar. De ver
qué pasa. De pasarse la vida aguantando el empate. Ni más ni menos. Eso, sumado
a la categoría de Messi, la jerarquía de Higuaín, el oportunismo de Agüero, la proyección de
Sosa y las manos de Romero, la única vez que debió intervenir.
“Me conformo con ganar Medio a Cero”, dijo Sabella antes de
visitar a Venezuela. Perdimos. Jugamos 20 minutos y después, nos ganó el calor,
argumentaron. Ayer hacía mucho más calor que en Puerto La Cruz… Los esperamos,
hasta que nos embocaron y después fue tarde. Esta vez, nos salvó la torpeza de
Mascherano. Hay tiempo, Sabella. Tiempo para elegir los futbolistas, para
establecer una táctica más o menos permanente, para diseñar un patrón de juego,
para respetar una identidad. Clasifican 4 y medio de nueve para el Mundial, y
Brasil no juega. Y somos Argentina. Y tenemos a Messi. La mesa está servida…
El Mensaje. La
Historia. El Miedo
Alejandro Greco
Fuente PlayFutbol
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