Por Bruno Carbajo
Un día como
hoy, la antigua casa del Rojo deliraba, una vez más, con una victoria en el
Clásico de Avellaneda, la cual sería previa a su posterior demolición.
Dicen que
las mejores historias son las que tienen finales felices. Y la novela entre la
mítica Doble Visera y el Clásico de Avellaneda, a favor del lado Diablo, puede
corroborar tal afirmación. Encuentra su justificación en una fecha como hoy,
pero de 18 años atrás, cuando Independiente venció 2-0 a Racing, con doblete de
Daniel Montenegro, en un duelo para la historia al ser nada menos que la última
edición de aquel encuentro que albergaría el primer estadio de cemento del país
previo a su demolición.
La Doble
Visera se vistió de gala por última vez y el Rey de Copas no le falló. Aquel 12
de noviembre de 2006, Independiente recibió a Racing, en un recinto repleto,
por la fecha 15 del Apertura. La Academia, dirigida por Reinaldo Mostaza Merlo,
apuntaba todo a amargar el último baile Clásico de la estructura levantada en
la antigua intersección de Adolfo Alsina y Almirante Cordero. Al punto que
venía de jugar en la fecha anterior contra Banfield con un equipo conformado
por ocho habituales suplentes.
Sin
embargo, con Jorge Burruchaga a la cabeza, el Rojo volvió a reinar en el
infierno de la mano del Rolfi Montenegro. Aquella tarde, Independiente salió a
la cancha con: Ustari; Abraham, Gioda,
Rodríguez; Machín, Herrón, Orteman, Eluchans, Díaz; Montenegro y Denis. Terminó
ingresando Lorgio Álvarez por Gastón Machín, en los primeros minutos del
segundo tiempo.
Tan solo
bastaron siete minutos para que la Doble Visera viva su última jornada haciendo
valer el historial, cuando Montenegro abrió el marcador a través del punto
penal. Y a pesar de varios intentos rivales por igualar las tablas, que fueron
anulados por un impecable Ustari, quien volvería a festejar fue el Rolfi, a los
seis minutos del complemento, tras picársela sutilmente al arquero cuando todo
parecía que el poco ángulo del que disponía para rematar transformaba en
imposible la definición.
Avellaneda se teñía una vez más de rojo e Independiente tomó la confianza suficiente que le hizo tener en la palma de su mano la chance de transformar al encuentro en una goleada. Pero desde el lado de enfrente no permitieron coronar lo que pintaba para una jornada aún más histórica. A los 19 minutos, disturbios ocasionados en la tribuna visitante provocaron que el árbitro, Horacio Elizondo, decidiera suspender el partido.
Y así, la
Doble Visera se despedía para siempre de los Clásicos de Avellaneda no solo con
una victoria, sino que entonando al unísono una canción que se había vuelto
costumbre por aquellas épocas. “El que no salta, abandonó”. Se trataba del
tercer clásico en seis años que, cuando Independiente ganaba 2-0, el público de
Racing ocasionaba el revuelo suficiente para derivar en la suspensión del
partido. Secuencias trasladadas directamente a los libros de historia, que
permiten regresar en el tiempo a la última vez en la que la Doble Visera mostró
su clásica sonrisa.
Fuente
Infierno Rojo
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