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lunes, 13 de junio de 2022

Un hombre alado


Por Javier Brizuela

 

 

El 13 de junio de 1966 nacía uno de los jugadores más queridos de las últimas décadas por el hincha de Independiente, Alveiro el Palomo Usuriaga.

 

El colombiano fue una de las figuras del gran campeón de 1994, que se llevó el Clausura y la Supercopa Sudamericana. Al año siguiente también ganaría la Recopa en Japón. Jugó 63 partidos en el Rey de Copas y convirtió 21 goles.

 

 

El Palomo sonríe y festeja, los hinchas también

 

Usuriaga explotó en sus primeros años en el fútbol colombiano, ganando un par de ligas con América de Cali y la Libertadores con Atlético Nacional, en la que convirtió 4 tantos en la semifinal y el que igualaba la serie final.

El Palomo hizo además el un gol histórico frente a Israel para que Colombia clasificara a un Mundial después de 28 años. Sin embargo, por problemas de conducta, no lo llevaron a Italia 90. ¡Eso que hubo gente que quiso aprovechar las elecciones nacionales para elegir si llevar o no al Palomo!

 

Pensar que un 29 de abril hubo otra locura de su gente en Cali, miles de personas ganaron la lotería por jugarle al número de su tumba, increíble. Siempre tuvo una personalidad un tanto peculiar y lo suyo lo compartía con el pueblo.



 

Su llegada a Independiente se da en 1994 y en la primera temporada ya gana el torneo Clausura con ese equipazo del Rojo. Cerraría el año obteniendo la Supercopa Sudamericana, después de ganarle a cuanto brasileño se cruce en su camino y la final a Boca. Sería el segundo goleador de la copa, marcando un gol menos que Rambert, ante Santos, Gremio y Cruzeiro x2.

 

En ese glorioso 1994, el Palomo Usuriaga apareció en el equipo ideal de América junto a Rambert y Gustavo López. Un trío de ataque fenomenal. En 1995 ganaría la Recopa y luego se iría al fútbol mexicano. No tardó mucho en volver a Independiente hasta jugar su último partido en 1997 antes de la sanción.


Demasiado talento para su metro noventa y dos.

 

Eterno Palomo. Su alegría, sus golazos, sus enganches y sus zancadas, vivirán siempre en Avellaneda, al grito de:

 

“Usuriaga, Usuriaga, Usuriaga, Usuriaga…”

 

 

Fuente Infierno Rojo


 

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