Por Guido Sacarelo
En poco más de seis
meses fueron varios los contratiempos que tuvo Eduardo Domínguez en
Independiente, con una dirigencia que poco le cumplió.
El entrenador se
hacía cargo de Independiente a principios de enero de este 2022, quien llegaba
con grandes pergaminos por lo hecho en Colón de Santa Fe, club que coronó
campeón por primera vez en la historia, se hacía cargo del Orgullo Nacional.
Desde su estadía las
cosas no fueron fáciles para Eduardo Domínguez y se complicaron conforme avanzó
el tiempo.
En su llegada al club
el entrenador se encontraba con un problema inminente, Fabricio Bustos con la
decisión tomada de marcharse del club. El entrenador aceptó este panorama comprendiendo
que Silvio Romero analizaba hacer lo mismo. Domínguez le pidió a la CD que
hagan el esfuerzo por mantener al goleador, hablando con él y marcándole que
sería clave en su equipo, días después el capitán se iría a préstamo a Brasil,
con un cargo de 300.000 dólares y una opción de compra de 1.000.000 de dólares,
transitando su primer sinsabor.
Para colmo, con la
pretemporada a nada de cerrarse, Alan Velasco, la joya de su equipo, se iría
vendida desestabilizando el equipo.
La transferencia se hacía por 7 millones de
dólares más 1.700.000 de dólares en objetivos.
Mientras tanto, el DT
se cansó de solicitar un nueve como refuerzo, llegando el propio en el último
día del mercado y como jugador libre, siendo Leandro Benegas, quien a la luz de
los hechos rindió de buena manera, pero si no era por un guiño del tiempo el DT
se quedaba sin atacante.
Ya en plena
competencia el dolor de cabeza empezó a ser otro, el contrato de tres titulares
del club, siendo Andrés Roa, Carlos Benavidez y Domingo Blanco, por quienes el
entrenador pidió que se renueve el vínculo poniendo especial hincapié en
Blanco, a una semana de finalizar sus contratos con Independiente estos se
convertirán en futbolistas libres, habiendo solo una luz de esperanza por la
continuidad de Roa.
En el apartado de
refuerzos para el nuevo torneo el entrenador pidió por la llegada de cuatro
incorporaciones, dándose hasta el momento la llegada en solitario de Iván
Marcone, el cual por su amor al club ejerció presión y logró su cometido.
El desencanto llegó
con Rodrigo Aliendro, por el cual si se adelantaba el dinero cuando este mostró
interés por venir se evitaría una novela con un River que se metió en el medio.
Todo esto da más que
motivos válidos para que Eduardo Domínguez se muestre cansado y sin ganas de
brindar declaraciones en la pasada conferencia de prensa, optando por no
repetir nuevamente que él y el asesor deportivo, Daniel Montenegro, pueden
hacer una parte, pero los que cierran son los dirigentes.
Cierren un tesorero,
cierren incorporaciones.
Fuente Infierno Rojo
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