Por Nahuel Lanzillotta
Más allá de los
numerosos contratiempos, Eduardo Domínguez va encontrando algunos signos
vitales en su diezmado Independiente. El DT se aferra a esos indicios para
intentar salir de la irregularidad.
Más allá de los
numerosos contratiempos, Eduardo Domínguez va encontrando algunos signos
vitales en su diezmado Independiente. El DT se aferra a esos indicios para
intentar salir de la irregularidad.
Más allá de los
numerosos contratiempos, Eduardo Domínguez va encontrando algunos signos
vitales en su diezmado Independiente. El DT se aferra a esos indicios para
intentar salir de la irregularidad.
Hace rato que Eduardo
Domínguez debería haber encontrado un funcionamiento uniforme para su Independiente.
Sin embargo, a favor suyo, tuvo numerosos contratiempos que le jugaron en
contra, aunque él también equivocó algunos planteos. La última semana al fin el
Rojo del barba pudo ganar dos partidos seguidos, algo que es sumamente
necesario para nutrir la confianza de un plantel hace tiempo diezmado y con la
moral bajo tierra. Después de un retroceso ante Argentinos en La Paternal,
encadenó dos presentaciones que dejaron buenas señales de vida, muy a pesar de
todo.
Domínguez tiene
responsabilidad en el andar irregular de este Independiente maltratado
dirigencialmente. No obstante, el DT tuvo y tiene que surfear un inconveniente
tras otro. Sin ir más lejos, no puede presentar un banco de suplentes completo
por la falta de recambio profesional. Y eso, ya se dijo en anteriores columnas
de esta sección, es dar demasiada ventaja en la alta competencia.
El entrenador se fue
apoyando en los signos vitales que iba recibiendo desde el campo de juego para
ir armando el equipo. Pero nunca pudo sostener una idea. Un claro ejemplo:
cuando creyó haber encontrado un tridente de elaboración en el medio, con Tomás
Pozzo, Alan Soñora y Domingo Blanco, cayeron los últimos dos lesionados y el
primero fue apartado junto a Andrés Roa y a Carlos Benavídez por su situación
contractual. A barajar y dar de nuevo.
Ahora, acomodó las
fichas de una manera que parece empezar a mostrar un inicio de funcionamiento,
sin sobrarle absolutamente nada. Pero al menos es algo a lo que se puede
aferrar, después de tanto sinsabores. Metió un pleno con Gerónimo Poblete como
volante central, aunque sabe que es muy posible que lo pierda en breve si se va
a Lanús finalmente. Pero mientras tanto, lo aprovecha. Poblete le ordenó el
círculo central. Es un mediocampista de marca más posicional, atento a los
relevos. Eso liberó a Lucas Romero, mucho más cómodo, suelto y rendidor como
interior derecho.
Dio en la tecla con
el centrodelantero. Leandro Benegas está teniendo un alto grado de eficacia en
el arco de enfrente y el equipo lo aprovecha. Y Leandro Fernández exhibe un
nivel alto por afuera, sobre todo por la derecha en donde puede asociarse con
Alex Vigo, que viene en levantada.
En suelo jujeño por
Copa Argentina, Independiente no jugó de manera fluida como contra Estudiantes.
Es verdad. Pero sacó adelante un duelo duro contra un adversario sólido que de
la mano de Lucas Pusineri solamente había perdido un encuentro. Rediagramó el
esquema a una línea de cinco defensores. Amplitud y profundidad buscó
Domínguez. La encontró muy poco. Lo que estuvo claro es que de entrada intentó
asumir protagonismo, cuestión en la que no tuvo tanto éxito en la primera
parte, pero si en el complemento.
Todavía once contra
once, el Rojo ya demostraba tras el descanso que era dominador. Le faltaba
pisar el área con peligro. Cuando quedó con uno más, se animó y hasta se
descuidó en el fondo. Eso pudo costarle caro y lo terminó salvando Sebastián
Sosa. De todos modos, no claudicó y se refugió en la paciencia para terminar de
quedarse con el boleto a octavos de final.
Nunca entró en la
desesperación de saberse en superioridad numérica. Optó por mantener la calma y
seguir sumando fortaleza con la circulación del balón. Todo se trata de que los
jugadores se sientan cada vez más cómodos con esto. Y de a poco, por ahora de
modo intermitente, se empieza a ver. El gol llegó por decantación y por la
puntería y calidad de Juanito Cazares.
Ganó con lo justo.
Sí. Pero ganó bien, que no es poco para este Diablo que hace tiempo no asusta a
nadie. Entre tanta pálida, se escucha algún latido. Tenue por ahora. Deberá
reafirmarlo y continuar por ese camino que le va entregando señales de vida, a
pesar del contexto.
Fuente Infierno Rojo
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