Foto EFE/Lavandeira jr
Las eliminaciones de España, o antes la de Alemania, no
pueden ser motivo de burla ni de consuelo. Ellos sólo tienen que pasar una
decepción.
Por Walter Vargas
Hagamos las cuentas de la Argentina canchera, ocurrente, con
buenos reflejos para la humorada delivery y los memes. Cuando la Selección
estaba en competencia y la verde esperanza se imponía a la negra tormenta,
mirar de reojo a los vecinos del Mundial era parte de una alternativa que por
un lado descomprimía, por otro lado divertía y contenía la posibilidad de que
fuera expresión blanca, inofensiva. Un juego. Mirá cómo le cuesta a Brasil, ja.
Los rusos son locales y los golean, ja. Mirá a los alemanes, vayan a cantarle a
Gardel, je.
Pero después de lo que pasó en Kazán, cuando Francia hizo
precio con un coche de Fórmula 1 contra uno de TC y sin puesta a punto; después
de haber caído todas las fichas juntas, una tonelada de fichas con su cruel
peso del dolor de un ya no ser que recorre de forma vertical la propia
estructura del fútbol argentino, reírse de los demás tiene menos de gracioso
que de patético.
Alemania, España, Portugal, sufren a estas horas la emoción
violenta de una eliminación todavía fresca y es posible que afronten
turbulencias internas, por qué no, pero aún en el peor escenario disponen de
ahorros como para hacer dulce. Y en el indicador que busquemos. Alemania ganó
el Mundial de 2014, Portugal ganó la Eurocopa de 2016, España venía de
disfrutar de tres vueltas olímpicas, los tres tienen selecciones consolidadas,
un buen recambio que a lo más adeuda un golpe de horno y conforme los días
pasen, y pierda peso la decepción, notarán que en sus casas cada cosa estará en
su lugar y saldrán a la vida con fundado optimismo.
Rusia celebra, España afuera. (EFE/Lavandeira jr)
Nosotros, con la AFA en vigencia, con los clubes como están,
con los campeonatos como están, con la organización de las Inferiores como
está, con el recambio que tenemos, con el fútbol que tenemos, ¿de quién vamos a
reírnos? No estamos en posición de reírnos ni de los chistes de la contratapa
de los diarios.
Fuente Olé
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