Holan armó el mediocampo con Gaibor, Silva y Hernández para
priorizar el toque, la generación y darle pausa al vértigo del equipo. Este
Diablo promete mucho...
Por Fabián Rodriguez
Ariel Holan le devolvió la identidad al club y el sentido de
pertenencia al hincha. Desde que asumió a fines de 2016, generó un quiebre, una
vuelta a las raíces rojas y el renacimiento de la ilusión popular. El trabajo
del Profesor dio sus frutos en su primer año de gestión y ahora buscará su
mayor deseo: la octava Copa Libertadores. En busca de ella, aprovechó el receso
extra large por el Mundial para conformar un equipo con más pausa y juego en el
mediocampo. Y reforzó la zona con dos experimentados, los chilenos Francisco
Silva y Pablo Hernández, y le dio lugar a la apuesta del verano, Fernando
Gaibor.
El estreno oficial ante Central Ballester, más allá de las
cuatro categorías de distancia y del 8-0, dieron indicios del plan que diagramó
Holan. Con el triángulo que componen el Gato Silva como eje, más Gaibor y Tucu
Hernández en el rol de interiores, el técnico busca un mediocampo que le
otorgue generación de juego y un freno que equilibre el vértigo que cuenta por
los laterales a través de las subidas de Fabricio Bustos y Juan Sánchez Miño. A
la vez busca distribuir con mayor eficiencia el balón para que Martín Benítez y
Maxi Meza saquen ventaja con su talento.
Y también que haya asistencias
profundas a Silvio Romero, la referencia del ataque.
“Silva es un futbolista con mucha experiencia, que hace
pases entre líneas y también largos”, fue la descripción del entrenador sobre
el volante central de 32 años, que llegó en libertad de acción de Cruz Azul de
México. En la trayectoria de Francisco sobresale el ciclo en la selección
chilena, donde logró el bicampeonato en la Copa América. Con Jorge Sampaoli
jugó de stopper por la derecha y con Juan Antonio Pizzi lo hizo como
alternativa en el medio, en la zona que lo utilizará el Profesor en este
Independiente. Con su llegada, Nicolás Domingo, uno de los jugadores
predilectos del técnico, quedó relegado al banco. Y también cuenta con Carlos
Benavídez, la gran promesa charrúa que llegó desde Defensor Sporting.
“Gaibor tiene una calidad extraordinaria, pero necesita
tiempo de adaptación. Es un jugador de selección, con más de 70 partidos en
Copa Libertadores”, detalló Holan sobre el volante ecuatoriano, que llegó a
principios de año a cambio de 4.200.000 dólares para Emelec, en lo que fue la
compra más cara de la historia (posteriormente igualada por la adquisición de
Silvio Romero a América). Ha pasado su primer semestre para asentarse al país,
al club y al ritmo vertiginoso del fútbol argentino. Llegó el tiempo de
demostrar para el 10 y, por lo pronto, arrancó la temporada con su primer gol
en el Rojo. El DT confía en él, espera que se convierta en cómplice de Bustos y
Benítez, aproveche su buen remate y ayude en la marca.
“Hernández puede dar la pelota al pie en el inicio del
juego, también tiene llegada al área y buen pase a media distancia. Y le suma
juego aéreo”. Así definió Holan al Tucu, quien en sus primeros pasos en
Argentinos recibió el elogio de Juan Román Riquelme. Hoy, con 31 años, luego de
un buen paso por Celta de Vigo, el zurdo llegó a cambio de 1.400.000 euros. Un
monto menor para un jugador con clase, que parece hecho para el paladar
exigente del hincha del Rojo. Si bien prefiere jugar como doble cinco, la idea
es ubicarlo sobre la izquierda, cerca de Silva.
La ilusión está en marcha. Este mediocampo propone juego,
fiel al estilo histórico del club. Antes de la serie con Santos, por los
octavos de la Libertadores, tendrá una gran prueba ante Cerezo Osaka, por la
Suruga Bank. A jugar.
Fuente Olé
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