Fue un partido raro el que jugó Independiente en Avellaneda,
porque hasta cuesta decir que fue bueno o que fue malo. La realidad es que jugó
un encuentro totalmente distinto en cada tiempo: En el primero podría haberse
ido arriba por goleada, pero en el segundo podría haber sido goleado ante un
tibio rival que llegó solo por equivocaciones propias.
En la primera parte, el Rojo fue el que nos acostumbró en
2017. Con jugadores picantes por las bandas, el Orgullo Nacional llenó de
centros a Atlético Tucumán y tuvo varias ocasiones para marcar, pero todas
encontraron a Augusto Batalla, a algún defensor o directamente se iban afuera.
Para colmo, en el final se lesionó Maximiliano Meza, el creador.
En la segunda mitad, el Rey de Copas tuvo una de sus peores
presentaciones. Había arrancado sin Meza y, a los pocos minutos, Ariel Holan
decidió sacar a Nicolás Domingo para poner a Martín Benítez. No solo el Diablo
perdió mediocampo, sino que al misionero le costó y no tuvo el nivel que venía
teniendo. Como si fuera poco, Guillermo Acosta puso arriba al Decano a los 9
minutos en una jugada en la que ingresó solo por detrás de la defensa.
El tanto de la visita estuvo lejos de reanimar a
Independiente y lo puso más nervioso. En ese momento, las imprecisiones se
hicieron presentes y el Rojo empezó a ceder la pelota en el mediocampo. Hasta
Luis Rodríguez tuvo un mano a mano que podría haber sido el 2-0, pero definió
desvíado. Finalmente, aunque Fernando Echenique expulsó a Rodrigo Aliendro por
doble amonestación, el Diablo no encontró el rumbo y, en una de las últimas
jugadas, Acosta volvió a marcar, otra vez solo y por el mismo lado.
De esta forma, Independiente quedó afuera de la zona de
clasificación a la Copa Libertadores 2019, por lo que se dificulta la entrada a
la misma. El próximo miércoles se viene el encuentro pendiente con San Lorenzo,
que será clave para lo que se viene.
Fuente Infierno Rojo
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