La derrota ante Defensa y Justicia complicó el panorama de
cara a la clasificación a la Libertadores 2019. Un partido donde la producción
del equipo de Ariel Holan fue un claro síntoma de que las cosas no van bien.
Aquí analizamos las claves que llevaron al Rojo a una nueva derrota.
Problemas en la generación de juego: Sin lugar a dudas este
es el motivo esencial por el cual a Independiente le cuesta horrores convertir.
Resulta inevitable comparar la mejor versión del equipo con esta versión, y la
ecuación se hace algo sencilla: antes era un equipo vertiginoso y peligroso.
Hoy es un equipo previsible y sin ideas. Los jugadores que tienen que aportar
soluciones, más bien son un problema. Y contra Defensa y Justicia, el equipo
tuvo la pelota pero apenas creó situaciones de gol. Así es imposible abrir el
marcador.
Irresoluto: Y si a la falta de generación de juego le
agregamos que aquellas pocas jugadas que hilvana el equipo, todas se diluyen,
es más difícil aún. Cuando llegan con posibilidad de definición, los jugadores
de quienes se espera completen la jugada, no lo hacen. Fue moneda corriente ver
a Silvio Romero no poder terminar el avance por su zaga, o a Fernando Gaibor
llegar a tres cuartos, dar media vuelta y jugar con un defensor. No es casual
que los pocos tiros al arco de Independiente hayan sido en los pies de Juan
Sánchez Miño, que jugó de mediocampista central. Un claro síntoma de la
problemática.
El gol: Claro que lamentablemente el tanto de Defensa y
Justicia se vuelve clave en el resultado final. Hay dos problemas concretos en
ese gol, y otro más abstracto. En principio, la falta de control del arquero,
que regala el primer palo y pese a llegar a entrar en contacto con la pelota,
se le escurre de las manos. No puede pasar. Y en segundo lugar, la complicidad
de los marcadores, que no atinan a cabecear o rechazar una pelota que entra
cerrada sin un destino concreto más que el arco. Nadie entró en disputa de la
pelota, al menos hasta el posterior pifie del arquero. El balón llega limpio al
arco, y eso tampoco puede pasar. En cuanto a lo abstracto, está claro que esta
fragilidad de recibir un gol “tonto” es consecuencia de la inseguridad general
del equipo.
Problemas tácticos: Una de las virtudes de Ariel Holan había
sido lograr armar un equipo que sea a la vez sólido en la marca y el pressing,
y rápido y sorpresivo en el traslado y la definición. Eso lo había logrado con un
doble cinco aguerrido y combativo, de rápida recuperación y salida. Gracias a
eso, los volantes ofensivos podían jugar sueltos, razón por la cual hemos visto
brillar a Ezequiel Barco, Martín Benítez, e incluso a Fabricio Bustos. Por
alguna razón, ese doble cinco de marca y combate, hoy se ha desarmado. La
ausencia de Nicolás Domingo fue un elemento clave en el flojo rendimiento del
equipo. Porque obligó a Maximiliano Meza y Silvio Romero a jugar más contenidos
y a Juan Sánchez Miño sin poder explotar. No fue casual que Emanuel Gigliotti
apenas entrara en contacto con la pelota.
Sin respuestas: Esta misma clave fue utilizada en el partido
anterior. Si los que ingresan desde el banco traerían soluciones a Holan,
probablemente no habláramos de una derrota. El entrenador se la jugó por llevar
a Sánchez Miño de marcador de punta y poner a Fernando Gaibor esperando que el
ecuatoriano ayude en la generación de juego con sus características. Todavía no
puede hacerlo: retrocede, no encara, y le hace perder vertiginosidad al equipo.
Jonathan Menéndez reemplazó a Romero, pero tampoco aportó lo necesario en
ataque.
Fuente Infierno Rojo
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