Por Facundo Fagnano
Después de ser campeón de la Copa Sudamericana, el Rojo
debía prepararse con todo para afrontar un semestre más que prometedor y el más
importante en los últimos siete años. Pero a falta de tres fechas para que
termine el torneo todo parece indicar que Independiente volverá a tropezar con
la misma piedra y repetirá los mismos errores cometidos en el 2011.
Muchos podrán decir que existe una merma en el rendimiento
físico, o que simplemente hay algunos no están en el mismo nivel. Ambas pueden
llegar a tener algo de veracidad, pero el real problema es otro: los seis
refuerzos que se trajeron no tapan ni por asomo el enorme hueco que quedó tras
la partida de Nicolás Tagliafico y Ezequiel Barco.
Y toda la responsabilidad de ello la tiene Ariel Holan. Él,
que desde su llegada se destacó por potenciar a juveniles del club, para este
año decidió bajarlos a reserva y apostar por incorporaciones carísimas (e
históricas para el club) que nada están demostrando en el campo de juego. Los
ejemplos más claros son las dos incorporaciones más caras en la historia de
Independiente: el ecuatoriano Fernando Gaibor y Silvio Romero.
El primero parece no terminar de adaptarse nunca al fútbol
argentino. Es verdad que llegó tarde y casi sin pretemporada, pero el nivel que
se esperaba de él, por el cual tanto esfuerzo hizo Holan por traerlo, es muy
lejano al que está demostrando. No sólo juega a un ritmo menos que el resto del
equipo, sino que entorpece las jugadas y hasta a veces las echa a perder.
Por otro lado, el ex Lanús repatriado desde México no es ni
una décima de lo que mostró en el Granate. Cuando juega de extremo le deja un
compromiso enorme a Fabricio Bustos que siempre le hacen el 2-1 ya que no baja
para ayudarlo. Esto quedaría justificado si por su sector generara el
desequilibrio que tanto necesita Independiente, pero cada vez que toca la
pelota es una promesa de recompensa para cada defensor rival. Y su labor como
nueve es escasa y poco fructífera (ni hace falta recordar el gol que se perdió
contra Tigre cuando tenía el 2-1 servido sobre el final del partido).
Con poco, Gonzalo Verón se ganó el premio al mejor refuerzo
de la temporada. Jonathan Menéndez se quedó en la promesa que fue contra Gremio
en el partido de ida por la Recopa, mientras que Braian Romero juega poco y
nada, y hasta algunas veces queda fuera del banco de suplentes. Por último,
Emanuel Brítez llegó para ser una alternativa en el lateral derecho, y si bien
tuvo chances y algunos destellos de buenos momentos, el técnico no le dio
demasiada participación.
Ahora, Ariel Holan tendrá la difícil de elegir entre
conseguir la clasificación a la próxima Libertadores o apuntar de lleno a la
fase de grupos de la actual y conseguir la clasificación a octavos, pero es
evidente que no podrá enfocarse en los dos frentes, porque no tiene un plantel
tan largo como creía, ya que cuando mira a sus incorporaciones, debilitan más
de lo que refuerzan.
Fuente LxR
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