Independiente perdió un partido que estuvo cerca de ganarlo;
uno de esos encuentros trabajados que permiten explorar a fondo las causas y
consecuencias en la toma de decisiones. Aquí vamos con las claves de la
derrota.
Desaprovechar los momentos: Si hubo un factor fundamental
para que el Rojo no ganara, fue nuevamente no aprovechar los momentos donde se
puede dar por concluido un partido. Independiente tuvo dos: los primeros
fragmentos del primer tiempo, donde se vio un equipo ágil y vertiginoso, y el
momento donde abrió el marcador, donde se podría haber enfriado el partido y
primado la concentración.
El severo error del arquero: Decirlo no tiene que convertir
a Martín Campaña en un villano repentinamente. No. Pero lo que sucedió,
sucedió, y se debe mencionar. Fue el motivo principal por el que se consumó la
derrota: si el arquero no regalaba ese tanto al visitante, probablemente el
partido hubiera terminado empatado, y con el Rojo seguramente a tiro de ganarlo
en los últimos vaivenes del encuentro. Ya está, a otra cosa.
Las constantes desatenciones: Que el arquero haya tenido un
error significativo no fue una situación “de otro partido”. El equipo ya venía
teniendo desatenciones. Los recurrentes pases hacia atrás y el intrascendente
traslado de los mediocampistas sin opciones en la ofensiva, hicieron que los
errores se vuelvan reiterativos. Contra Rosario Central hubo, aunque el Canalla
no pudo facturar. Estudiantes sí, dos veces.
Figuras apagadas: Por ahí este era uno de esos partidos
cuando más se necesitan a las figuras. Contra Estudiantes, Maximiliano Meza
estuvo apagado, sin un socio en tres cuartos, y eso fue clave para que al Rojo
le costara todo el triple. Una pena. Pero puede pasar.
El desarme de la defensa: Pese a que un equipo que pelea
varias competencias debería tener recambio en todas sus líneas, se dio la mala
fortuna que los dos centrales del equipo, Fernando Amorebieta y Alan Franco, no
pudieron jugar el partido. Y el entrenador debió, primero rearmar una línea de
cuatro que ya estaba consolidada; y luego, inventar una línea de tres con
Nicolás Domingo de central.
Fuente Infierno Rojo
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