Por Roberto Fontanarrosa.
-Va a venir el centro desde la punta derecha, es un infierno
el área 18, arde el cuadro de rigor, Magrín entre los tres palos, empujándose
Sabioli con García Mainetti. ¡Cuidado muchachos, cuidado muchachos! Si los ve
el árbitro se van los dos para los vestuarios. Entraña serio peligro este tiro
libre, sube Tomé, sube Romano, ahí también va Julio Esteban Agudelo en procura
del centro, no respeta la distancia Omar Grafigna. ¡Qué cosa con Grafigna,
siempre lo mismo! ¡Vamos Grafigna, un poco más atrás! Va a lanzar desde el
flanco derecho Juan Carlos Marconi, el áspero marcador de punta de River Plate,
se demora la maniobra. ¡Cabrini!
-¡Almaceri termina con el ruido de su motor! ¡Almaceri 348,
el anticorrosivo líquido amigo del motor de su coche! ¡No lo olvide! Búsquelo
en...
-¡Un momento, Cabrini! Vino el centro, saltó un hombre, un
cabezazo, rebota el esférico, sale del área, surge Peñalba, otro golpe de
cabeza, va al suelo Tomé, nuevamente Peñalba llega, cruza, pelea. ¡Un león,
Peñalba! Salta Romano, cuidado, ahí está, le va a pegar... ¡Qué lástima,
Cattamarancio!... Llegó, apuntó, midió, le metió un derechazo tremendo y la
mandó apenas rozando una de las torres de iluminación, para ser más preciso la
que da a espaldas de la Figueroa Alcorta.
-Se lo perdió Cattamarancio. Llegó muy bien a esa pelota
alejada por Peñalba, le pegó de zurda y la tiró a las nubes. Lo habíamos dicho.
-Estaba el gol ahí.
-Estaba el gol.
-¡Qué bien, Peñalba! ¿No, Rodríguez Arias?
-Usted lo ha dicho, Ortiz Acosta. Excelente el uruguayo, un
jugadorazo.
-¡Qué estampa, qué figura, qué manera de pararse en la
cancha! ¿Sabe a quién me hace acordar, Rodríguez Arias? A aquél que fuera
extraordinario fulback de Racing y nuestra selección... ahora su nombre no
viene a mi memoria... ¿Cómo es que se llamaba? Que hacía pareja con Alejo
Marcial Benítez, el «Sapo» Benítez, la misma forma de pararse, hasta el mismo
peinado tiene, vea...
-¿Saúl Mariatti, dice usted?
-No, no, Cabrini. ¿Cómo era este muchacho? Que tantas veces
luciera la blanquiceleste, averígüeme Cabrini; le digo más, atajaba Delfín
Adalberto Landi para la institución de Avellaneda en esa época...
-Le averiguo, Ortiz Acosta.
-Y actíveme la comunicación con Petrogrado, Cabrini. En
pocos minutos tendremos contacto con la ciudad soviética de Petrogrado, allá en
la fría tundra del gran país socialista. En pocos minutos, señores. Se nubló
sobre el Monumental de Núñez, qué feo se ha puesto el día, cayeron las sombras
sobre el estadio de River, pero el público no deja por eso de vivir
intensamente esta fiesta del deporte
porque el fútbol es la pasión argentina dominguera que nos
aleja al menos por un día de los problemas cotidianos, porque no sólo ya el
hombre de la casa disfruta de este espectáculo sino que también las mujeres y
los niños, la familia argentina plena goza de esta fiesta hebdomadaria y
porque, ¡se animó el partido, Rodríguez Arias!
-Usted lo ha dicho, Ortiz Acosta. Se fue River arriba
empujado por el temperamento, la fuerza y la petulancia de Sebastián Artemio
Tomé.
-Con la pelota Ignacio Surbián, avanza el rubio mediovolante
de la visita, cruza la línea demarcatoria de medio campo, pelotazo para el
puntero derecho, no va a llegar, no va a llegar, no va a llegar y no llegó. No
llegó Falduchi a esa pelota. Jugó un tiempo en Racing y luego pasó a Atlanta,
si mal no recuerdo. El zaguero de la Academia cuyo nombre trato de recordar,
luego de Racing pasó a militar en el conjunto bohemio, estoy casi seguro. Esa
pelota se fue a la tribuna. Averígüeme Cabrini. Otra vez River en el ataque,
ahí va Giménez, lo busca a López, pared para Giménez, se metió, se metió...
¡Qué fuerte salió Bermúdez! Va muy fuerte el misionero, algún día va a lastimar
a alguien. Trabó abajo, le sacudió el tobillo al chico de la bandera roja, muy
fuerte, muy fuerte el cuevero de San Lorenzo. Es para tarjeta.
-No tiene necesidad Bermúdez, es un buen jugador. Lo
habíamos dicho.
-Yo no sé qué le pasa a ese chico. Se enloquece en el campo
de juego. Y es un muy buen muchacho fuera de la cancha. De buena familia,
buenos padres, hogar bien constituido, madre comprensiva. Pero no sé, adentro
se transforma... ¡Cabrini!
-¡A correr, a saltar, a «Monigote» no le van a ganar! Ropa
para niños «Monigote», la línea queo aguanta todo. Otro producto diez puntos de
la afamada marca.
-¡Un momento, Cabrini, que se va a ejecutar el tiro libre y
hay sumo riesgo para la valla defendida por Guillermo Rubén Magrín, el muchacho
de Tres Arroyos! Se forma la barrera con dos, tres, seis hombres, imponente esa
barrera, una verdadera muralla, el balón descansa aparentemente tranquilo a
unos... 23 metros del arco en línea casi recta al entrecejo del golquíper
azulgrana.
-Lindo tiro para García Mainetti.
-Para García Mainetti o Giménez. Los dos le pegan bien. Por
favor Cabrini, averígüeme. Este zaguero de Racing que le digo, también formó
pareja con Anastasio Rico, un tres que pasó por Boca y que luego brillara
tantos años en el fútbol colombiano.
-¿Pablo Eleuterio Mercante?
-No, Mercante no, no. ¿Cómo se llamaba este muchacho? ¿Ya está
la comunicación con Petrogrado? ¿Ya la tenemos?
-Todavía no, Ortiz Acosta.
-Va a tirar García Mainetti, hay peligro, hay peligro, aroma
de gol en el estadio, atención, atención... ¿Cómo se llamaba este muchacho que
jugaba con Alejo Benítez? Me parece estar viéndolo, alto, rubio, venía de
Excursionistas. ¿No tenemos la comunicación con Petrogrado? Todavía no la
tenemos, están haciendo esfuerzos los muchachos de la estación terrena de
Balcarce, gracias muchachos, no es responsabilidad de ellos, hay peligro en
este disparo, es problema de la estación receptora de Quito, Ecuador o tal vez
del radioenlace de Ciudad del Cabo... ¿Ya lo tenemos, Cabrini?
-Un momento, Ortiz Acosta, nos informan desde...
-¡La pelota pegó en el palo, rebota, se salvó San Lorenzo,
un bombazo, entra López, remata, pega en un hombre, cuidado, puede ser...! ¡Qué
lástima, Cattamarancio! Llegó a la carrera ante ese rebote corto, le pegó de
volea como venía y estremeció el Autotrol de un pelotazo...
-Entró bien Cattamarancio, con el olfato clásico de los
goleadores, se apuró a darle, le pegó con un fierro y abolló el cartel
indicador.
-Lesionado Peñalba, Ortiz Acosta.
-Lesionado Peñalba, lesionado Peñalba. Quedó en el suelo
Peñalba, atención esto puede ser importante, hombre fundamental en el esquema
de San Lorenzo, está en el suelo, se toma la pierna...
-Pierna derecha...
-Pierna derecha, puede ser aductor, o gemelo, vamos a ver,
averígüeme Cabrini, juego detenido, esperemos que no sea nada, corren los
auxiliares. Este muchacho que hacía pareja con Alejo Benítez, luego de revistar
en Atlanta, pasó al Cúcuta de Colombia cuando era técnico Isidro Mendoza, el
«Colorado» Mendoza. ¿Usted no lo recuerda, Rodríguez Arias?
-¿El Pardo Sabina?
-No. No. Éste era rubio, alto, buen físico. ¿Cómo se llamaba
este muchacho? Parece mentira, pequeñas trampas que nos hace la memoria, sigue
el juego, ataca San Lorenzo, ataca San Lorenzo, se
viene Grafigna, creo que el apellido empezaba con «hache»,
un apellido polaco o algo así, se tiró a la punta, busca el desborde Manuel
Carrizo, muy veloz, la tiró para adelante y a correr, si la alcanza hay
peligro, cuidado, cuidado... ¿Tenemos la comunicación con
Petrogrado, ya la tenemos? ¡Tenemos la comunicación con Petrogrado, adelante
don Urbano Javier Ochoa, desde Petrogrado, adelante don Urbano Javier Ochoa!
-...
-¿Qué pasa?... Algo pasa... No se oye... ¿Se cortó?
-¿Ortiz Acosta?... Sí... ¿Ortiz Acosta?
-¡Don Urbano Javier Ochoa, Ortiz Acosta le habla desde el
estadio de River, están jugando River y San Lorenzo, 15 minutos del segundo
período y empatan sin goles, señor Ochoa!
-Muy bien... yo estoy muy bien, pero...
-El pueblo argentino quiere saber, señor Ochoa, quiere que
nos cuente, cómo ha sido hasta el momento ese raid que usted está llevando a
cabo a lomo de dos caballos argentinos, dos caballitos argentinos como fueran
ya hace muchos años Gato y Mancha, frescos aún en la memoria y el orgullo de
todos nosotros. Y que nos cuente además, señor Ochoa, cómo ha sido ese viaje
que tras cruzar el
Estrecho de Bering lo ha llevado a la tundra soviética,
señor Ochoa...
-Bueno, Ortiz Acosta, yo estoy...
-Los argentinos, quiero adelantarle, señor Ochoa, y perdone
que lo interrumpa, estamos muy pero muy orgullosos y asombrados de que en esta
época de los vuelos interespaciales y las comunicaciones maravillosas que nos
unen con todos los confines más remotos del planeta, un hombre, un gaucho
nuestro, se lance a la aventura de unir San Antonio de Areco con Stalingrado...
-Bueno, señor Ortiz Acosta, yo...
-Un momento, amigo Ochoa, un momento, acá lo dejo con
Peñalba, recio pero leal cuevero de San Lorenzo de Almagro, quien en estos
momentos se encuentra lesionado al costado del campo de juego y a quien ya, ya,
nuestro colaborador, Miguel Horacio Cabrini, le coloca los auriculares y lo
deja conversando con usted. Explíquele a él las características de esos dos
maravillosos caballos argentinos que lo están llevando a usted por todos los
rincones del mundo proclamando a los hombres de buena voluntad el firme e
indoblegable temple de los jinetes de nuestra tierra.
-Cómo no, señor Ortiz Acosta, pero yo...
-¿Cómo le va, señor Ochoa?
-Bien, bien, yo querría...
-Bueno, acá el partido se ha puesto un poco duro, yo recibí
un golpe en la canilla, creo que fue al trabar con el ocho de ellos, no hubo
mala intención, son cosas que suceden en el ardor del juego...
-Sí, por supuesto, amigo... ehh...
-Peñalba, Eber Virgilio Peñalba.
-Sí, amigo Peñalba, yo no tengo el gusto de haberlo visto
jugar a usted porque cuando yo salí de San Antonio de Areco, hace ya de esto
unos...
-¡Ochoa! ¡Don Urbano! Ortiz Acosta le habla... ¿Está muy
frío allá?
-¿Acá? Bueno, señor Ortiz Acosta, el problema en estos
momentos no es tanto el frío, usted sabe que...
-Porque yo recuerdo que cuando fuimos con la selección
argentina, hace unos años, hacían realmente mucho pero mucho frío...
-Bueno, sí, es cierto, señor Ortiz Acosta, pero...
-Lo dejo de nuevo con Peñalba, señor Ochoa, explíquele a él,
por favor, el efecto que ha causado ese clima tan duro, tan difícil de
sobrellevar, en los dos caballitos argentinos que le están posibilitando a
usted ingresar por la puerta grande de la historia de la hípica nacional.
-¿Cómo le va, señor Ochoa?
-Bien, amigo Peñalba, como le decía al amigo...
-No. No habla Peñalba, yo soy Escudero, el masajista de San
Lorenzo. Peñalba ha vuelto a jugar y me pasó los auriculares...
-Mucho gusto, señor Escudero, yo...
-¡Don Urbano, don Urbano! Ortiz Acosta lo interrumpe,
dígame, usted con esa proverbial memoria del criollo de nuestra tierra que lo
hace recordar hasta los más mínimos detalles ya sean históricos o geográficos,
y ahí está el ejemplo siempre presente de los baqueanos, yo le quería
preguntar, don Urbano, si usted no recuerda el nombre de aquel zaguero que
hiciera pareja con Alejo Marcial Benítez en Racing, que luego fuera transferido
a Atlanta, allá por el año...
-Bueno, amigo Ortiz Acosta, para serle sincero yo...
-Tal vez estoy abusando de su sapiencia, don Urbano...
-No, lo que pasa es que yo quería contarle algo que...
-A ver... ¡Un momentito, don Urbano, un momentito! Creo que
ya tenemos comunicación con Tonopah, en el estado de Nevada, Estados Unidos de
Norteamérica. Creo que ya la tenemos. Un momentito... ¡Sí, sí, adelante señor
Santiago Collar desde Tonopah, Estados Unidos de Norteamérica, adelante!
-Buenas tardes, Ortiz Acosta.
-¡Buenas tardes, buenas tardes, amigo Collar, aunque para
ustedes, calculo debe ser ya de noche en el gran país del Norte! ¡Señor Collar,
lo voy a poner en contacto con un gaucho argentino, un criollo de ley, que en
estos momentos está cumpliendo un raid, una verdadera hazaña a lomo de dos
caballos argentinos y que habla con usted desde la ciudad de Petrogrado en
Rusia!
-Cómo no, señor Ortiz Acosta, será un placer para mí y
además...
-Atención en Petrogrado, don Urbano Javier Ochoa, lo dejo
conversando con el señor Santiago Collar, un relevante ingeniero argentino que
se encuentra trabajando en los yacimientos carboníferos de Tonopah, Nevada, 150
metros bajo tierra. El ingeniero Collar es presidente de la «Peña Argentina
Amigos de Radio Laboral» agrupación formada totalmente por mineros compatriotas
nuestros que están trabajando allá en esas formidables vetas carboníferas y que
se reúnen religiosamente, don Urbano, para escuchar los encuentros de fútbol
que Radio Laboral les hace llegar hasta las oscuras profundidades del socavón.
¡Adelante, adelante ustedes, señor Santiago Collar, desde Tonopah!
-¿Cómo le va, señor Ochoa? Es para mí una gran emoción...
-Perdón. Escudero lo escucha, señor Collar, el masajista de
San Lorenzo.
-Mucho gusto, señor Escudero, bueno, sería interesante si yo
pudiera hablar con el señor Ochoa, allá en Rusia...
-¡Adelante, señor Ochoa desde Petrogrado, adelante!
-Bueno, amigo Ortiz Acosta, lo que yo quería comentarle
desde acá, desde Petrogrado, es que está sucediendo algo extraño. La gente acá
está muy asustada, ha habido varias explosiones atómicas, han caído misiles
sobre muchas ciudades rusas, se habla de un ataque nuclear norteamericano, y a
decir verdad, señor Ortiz Acosta, yo también estoy bastante asustado, mis
animales están nerviosos, no se sabe bien qué pasa...
-¡Qué pena, don Urbano, qué pena, qué pena que nos da todo
esto que usted nos cuenta, realmente nos aflige como argentinos, esa situación
que usted está viviendo ante la intemperancia que reina en algunas regiones del
mundo por las cuales usted está transitando como verdadero símbolo de paz, don
Urbano! ¡Qué pena que ocurran estas cosas, gente que no sabe disfrutar un
domingo en paz, tranquilamente!
-Sí, amigo Ortiz Acosta, se dice que el aire está
contaminado...
-¡Un momentito, un momentito, don Urbano, que acá avanza
River, puede haber peligro, se van en contraataque el conjunto de la banda
roja, entró al área Menegussi, midió, tiró, la pelota cruza frente a los palos,
llega el once, cuidado...! ¡Qué lástima, Cattamarancio! Solo frente a los palos
la quiso reventar y en lugar de tocarla la fusiló sobre la bandeja alta...
-Es de no creer, Ortiz Acosta. Con todo el arco a su
disposición, el wing izquierdo millonario la tiró a cualquier parte. Lo
habíamos dicho.
-¡No quiera creer usted el gol que perdió Cattamarancio,
amigo Collar, allá en Estados Unidos! ¡Adelante usted!
-Gracias Ortiz Acosta, yo quería aprovechar la posibilidad
que tan gentilmente nos brinda su emisora, porque aquí a mi lado se encuentra
ni más ni menos que el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Acá
está sucediendo algo terrible, señor Ortiz Acosta, ha habido un ataque nuclear
soviético, muchas de las grandes ciudades están destruidas, el presidente de
los Estados Unidos, junto a algunos otros hombres de gobierno, se ha refugiado
acá, junto a nosotros, bajo tierra, y me piden, dado que todos los otros medios
de comunicación parecen estar inutilizados, si aprovechando la presencia de don
Urbano en Rusia, no se podría hablar con Moscú y resolver esto, que parece
haber sido un gran error.
-Por supuesto, no habrá problemas, señor Collar. Dígale al
presidente que espere un momentito, enseguida estamos con él... ¡Cabrini!
-¡Un resplandor de frescura en la garganta! ¡«Marcador», el
masticable que se anotó un golazo en el gusto del hincha argentino! ¡«Marcador»
quita la sed, quita las ganas de fumar, baja la presión arterial!
-Enseguida estamos con el ingeniero Collar y el presidente
de los Estados Unidos, apenas venga este tiro de esquina, una de las últimas
posibilidades de empatar para la divisa azulgrana. ¡Qué pena, qué pena esto que
nos cuentan tanto el ingeniero Collar como don Urbano Javier Ochoa desde el
exterior! ¡Cómo hubiésemos querido no tener que escuchar estas cosas, estas
muestras de intemperancia! Tal vez así sepamos apreciar un poco más, señores,
lo que estamos viviendo acá, en cancha de River, una verdadera fiesta popular
en un marco de corrección y tranquilidad que no siempre sabemos valorar en la
medida que se merece...
-¡Señor Ortiz Acosta, señor Ortiz Acosta! Collar lo llama,
por favor, Ortiz Acosta...
-Un momentito, amigo Collar, un momentito, viene el córner,
ya lo vamos a conectar con Rusia, veremos la posibilidad de contactar a ambos
presidentes, sería muy interesante una charla entre los presidentes de ambas
instituciones, no sabemos si habrá tiempo porque acá sigue el partido a ritmo
vertiginoso y la acendrada rivalidad de este clásico de todos los tiempos es un
tema excluyente de cualquier otro, máxime cuando se trata de hechos tan
desagradables como los que nos han contado, va a venir el córner, atención, en
todo caso grabamos la emisión desde los EE.UU. y la pasamos mañana en nuestra
polémica de los lunes, entra Marcilla...
-¡Ortiz Acosta, Ortiz Acosta!
-Sube también Julio Jorge Tolesco, hay un micrófono de campo
abierto, es la última oportunidad quizás para San Lorenzo, vamos muchachos, se
está poniendo muy fea la tarde, el cielo se ha puesto de un extraño color
verde, es raro esto señores, el cielo de un color verde, un verde que nos hace
acordar que tenemos un llamado desde cancha de Ferro, atención Ferro, cuando venga
el córner estamos con ustedes, viene el córner, entra Tolesco, salta
Cattamarancio...
Roberto Fontanarrosa.
Extraído de Puro Fútbol. Ed Planeta 2012. De La Flor 2000.
Fuente Don Patadón
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