Saeed Khan/AFP
Por Eduardo Verona
Hace poco más de tres décadas, Bilardo ungió a Maradona como
el único titular de la Selección y le dio la cinta de capitán que ostentaba
Passarella. Hoy, Sampaoli planteó el mismo escenario con Messi, más allá de las
diferencias que tenga con el técnico campeón del mundo. "A partir de él
nace el equipo, todos los demás son analizables", sostuvo. La búsqueda del
funcionamiento. Y la relación de Messi con el funcionamiento.
Después de asumir como entrenador de la Selección
reemplazando al Flaco Menotti, Carlos Bilardo tomó una decisión pesada. Para
sellar esa decisión fue a Nápoles y le comunicó a Maradona que le daba la cinta
de capitán (que en el ciclo de Menotti la llevaba ese jugadorazo espectacular
que fue Daniel Passarella) y además declaró a la prensa que el único titular
irreemplazable de la Selección era Diego, con 24 años.
Por aquellos días se fue gestando la fractura definitiva
entre Maradona y Passarella que se confirmó durante las Eliminatorias en 1985.
Fractura que nunca se soldó y que aún perdura. La apuesta de Bilardo fue
ganarse la adhesión fulminante de Diego. Y como daño colateral se manifestó la
incomodidad de Passarella, a quien por otra parte nunca le terminó cerrando
aquel episodio de una gastroenterocolitis feroz que lo marginó de la
competencia en los días previos al arranque del Mundial en México 86. “No lo
pensé ni quiero pensar que fue lo que pasó. Lo único que puedo comentar es que
en el primer momento en que me atacó ese problema virósico no me dieron la
medicación exacta ”, nos dijo el Kaiser en agosto de 1991, instalando dudas y
sospechas de las que nunca se alejó.
Apenas confirmó su vínculo con la Selección, Jorge Sampaoli,
naturalmente, le confirmó la capitanía a Messi y por otra parte lo ubicó de
inmediato en un escenario diferente al resto de sus compañeros. Dijo Sampaoli
el pasado martes 25 de julio en rueda de prensa: “Messi es el único titular. A
partir de él nace el equipo, todos los demás son analizables”.
Quizás no exista ningún paralelo ni mínimas coincidencias
futbolísticas entre Sampaoli y Bilardo, pero ambos empezaron por el mismo lado:
subir a la cumbre de las cumbres al super crack. Darle todas las barajas. Las
que se juegan adentro y afuera de la cancha. Y hacerle sentir a ese super crack
que es el centro. A Bilardo le salió diez puntos: Maradona con 25 años se
consagró campeón del mundo en México 86 regalando un fútbol extraordinario,
casi imposible de igualar. Y hasta le alcanzó con 29 años en Italia 90, ya
desgastado y deteriorado, para impulsar a Argentina a jugar la final y caer 1-0
ante Alemania con aquel penal agónico de Andreas Brehme, inventado por el
árbitro Edgardo Codesal.
Ese fue el gran triunfo de Bilardo. Ofrecerle a Diego la
suma de todos los poderes. Los visibles y los invisibles. Los reales y los
simbólicos. Maradona, después, hizo, allí en el verde césped, donde se mueren
las palabras, un stand up impresionante. No le faltó nada. Hasta encumbró a
Bilardo, aunque Diego siempre haya estado muchísimo más cerca de Menotti.
Incluso en el plano intransferible del afecto. Y del conocimiento que le
reconoce en cada oportunidad en que lo cita.
Sampaoli alienta algo similar a lo que planteó Bilardo hace
poco más de tres décadas. Darle a Messi el rol del jugador perfecto e
incuestionable. Podrá decirse que otros técnicos anteriores al Zurdo que nació
hace 57 años en Casilda, intentaron lo mismo. Y que la cosecha no fue tan
generosa ni en resultados ni en juego como se anticipaba.
Messi aún no cerró el círculo virtuoso con la camiseta de la
Selección mayor. Lo sabe él. Y lo sabe cualquiera que frecuente el fútbol. Si
es una deuda o no es una deuda, es un tema totalmente subjetivo. Depende de
cada uno. Y cada uno tendrá su opinión. La nuestra, es que con la Selección
todavía no llenó todas las planillas.
Y esta es la película que pretende dirigir Sampaoli con la
mayor elegancia y discreción posible. Elegir a Messi como bandera de Argentina
no resiste mayores discrepancias. La pregunta es simple y abierta a un abanico
de consideraciones: hoy, a los 30 años y si Argentina clasifica a Rusia 2018,
con 31 años, ¿Messi podrá ser la luz que ilumine el camino de la Selección?
Con un funcionamiento precario, seguro que no. Con un
funcionamiento aceptable, tampoco. Se precisará un muy buen funcionamiento para
que Messi aparezca en las circunstancias decisivas en que tendría que aparecer.
Podrá argumentarse que todos los jugadores dependen del funcionamiento del
equipo que integran. Y es cierto. Pero en Messi está dependencia es muy
intensa. Mucho más intensa que la denunciada por Maradona. No era tan rehén del
funcionamiento Diego como lo es Messi. Bastaría con citar a aquel Napoli
ganador despojado de un buen funcionamiento. Y con Maradona brillando igual, a
pesar de la mediocridad colectiva que expresaba el equipo napolitano.
Rodearlo a Messi. Acompañarlo a Messi. E intentar crearle
las mejores condiciones objetivas a Messi para que pueda volar con la
naturalidad de un fenómeno, no dejan de ser capítulos futbolísticos ya
instalados pero no recorridos con la mayor eficacia . La diferencia es que
ahora Sampaoli pone todo esto en primerísimo plano. Lo que espera no es otra
cosa que lo que espera el sentimiento argentino: un Messi monumental. Como lo
fue Diego en el 86. Lo que se advierte es que en la cuenta regresiva no hay
ninguna certeza. El fútbol no las permite. Por eso su atracción es insuperable.
Fuente Diario Popular
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