Por Eduardo Verona
Sin un goleador que confirme en el presente esa gran
especialidad, las posibilidades de cualquier equipo disminuyen. Independiente
lo viene pagando con creces en las últimas temporadas. Aunque incorporó a
Lucero, Denis, Vera, Albertengo y Gigliotti, el gol se convirtió casi en una
abstracción. Esa ausencia para apropiarse del área rival se expresó brutalmente
en el 1-1 ante Lanús, cuando con todo a favor no concretó.
Habrá que apelar a las memorias del fútbol para encontrar a
un equipo campeón o a un equipo que se haya destacado sin coronar con un título
que no tuviera en el plantel a un especialista del gol. A un punta clásico. A
un goleador, en definitiva, como lo tuvo Boca con Darío Benedetto en la última
temporada. O como lo tiene River con Lucas Alario, perfilado como un delantero
de área capaz de ganar pelotas decisivas por arriba o por abajo.
La nueva frustración de Independiente (al no clasificar a la
próxima edición de la Copa Libertadores) da pie para hacer foco en los daños
objetivos que le provocó al equipo que conduce Ariel Holan la ausencia de un
goleador que con determinación sepa apropiarse del área adversaria.
Independiente hace ya varios años que no cuenta con esa
clase de jugador que puede definir el rumbo de un partido y hasta de un torneo,
como sucedió con Benedetto en Boca. El último punta inteligente,
desequilibrante y eficaz que vistió la camiseta de Independiente fue Andrés
Silvera, quien se fue del club en diciembre de 2011. Aquel recordado campeonato
que ganó el Rojo en la segunda mitad de 2002 contó con un Silvera brillante,
autor de 16 goles en 19 partidos.
Después de Silvera, Independiente nunca más encontró a un
delantero de categoría. Pasaron Parra en su segundo ciclo, el Tecla Farías ya
en la decadencia, Lucero, Penco, Albertengo, Denis, Vera, Leandro Fernández
(recuperado de una rotura de ligamentos) y Gigliotti, como actores centrales de
una saga despojada de protagonismos y saturada de mediocridad.
En el 1-1 frente a Lanús del pasado martes 27 de junio, esta
carencia muy significativa de Independiente quedó evidenciada de manera brutal,
más allá de la docena de situaciones de gol que generó y no concretó el equipo
de Holan. Afectado Gigliotti por pubalgia (no jugó más desde la derrota 3-0
ante Boca en La Bombonera cuando fue reemplazado en el entretiempo), su lugar
lo ocupó Albertengo en los partidos frente a Defensa y Justicia, Olimpo, Unión
y Lanús.
El saldo en el rubro del delantero goleador, fue desolador.
Como quedó expresado en los párrafos anteriores, no es nuevo el escenario.
Independiente viene padeciendo, casi sin pausas, la falta de un jugador que
termine la maniobra ofensiva. Que haga lo que otros no hacen. Que gane un
rebote en el área chica. Que gane en el anticipo un centro al primer palo. Que
gane una pelota que cruza el arco y llega al segundo palo. Que gane un mano a
mano para irse al gol. Que no necesite disponer de varias situaciones de gol
claras para concretar una. Y a veces ni eso.
Ese jugador clave para cualquier equipo que simplifique la
complejidad del gol, Independiente no supo encontrarlo. Gigliotti llegó después
de dos temporadas en el experimental fútbol chino con esa expectativa. Salvo
durante algunos pasajes (anotó 4 goles en 12 partidos del campeonato y 2 de
Copa Sudamericana), sintió demasiado volver a instalarse en el fútbol
argentino. Lo sintió tanto que hasta sus movimientos parecieron denunciar a un
jugador que había estado inactivo durante un largo tiempo. Hasta que tuvo que
parar.
La presencia forzada de Albertengo no terminó siendo ninguna
solución, aunque conquistara 2 goles frente a Olimpo y Unión. La misma
sensación de vacío e improductividad ofensiva antes había invadido a Lucero,
Denis y Vera. Independiente, sin ninguna duda, lo pagó como se pagan estos
déficit: a pura decepción.
Creció el equipo bajo la gestión de Holan (entre campeonato,
Copa Argentina y Sudamericana disputó 19 partidos y solo cayó con Boca), pero
su mejor puesta a punto en el plano individual y colectivo tuvo un límite que
lo condicionó de manera notable y que se manifestó con total crudeza en el
empate ante Lanús. Ese límite fue la ausencia de un goleador.
El que más cerca estuvo de encarnar ese rol fue Rigoni con
11 goles en el torneo. Pero Rigoni no es un punta que va por el medio. Es un
volante de ataque que arrancando por las bandas sabe llegar al gol, aunque no
sea un goleador. Está claro que no le alcanzó a Independiente. Porque suele no
alcanzar si un equipo no tiene a un falso 9 que va a los bifes (lo era Silvera)
o a un 9 clásico que se imponga en el área para ganar los partidos que es
necesarios ganar. Como contra Lanús, por ejemplo. Bochini lo planteó con
precisión en una frase: “Al equipo le falta un nueve de jerarquía que haga los
goles que hoy hace Rigoni”.
En la medida en que Independiente no encuentre a ese hombre
(Leandro Fernández es una posibilidad y en absoluto una certeza), tendrá que
aferrarse a la resignación. Y también a la nostalgia.
Fuente Diario Popular