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viernes, 6 de mayo de 2016

Una Bocha para contar




Se cumplieron 25 años desde el retiro de Ricardo Bochini, quien hoy presentará un libro en el que repasa toda su vida. El máximo ídolo de la historia de Independiente celebró el aniversario en Olé y también fue duro al analizar el presente del equipo.


 Bochini se dio una vuelta por Olé para presentar su libro.



Por Beto Tisinovich C. Rodriguez Duval Fabian Rodriguez; Favio Verona .



Parecía no haber mucho en juego, pero la tarde del 5 de mayo de 1991 marcó un quiebre en la historia de Independiente. Hace 25 años, el Rojo recibió a Estudiantes en la Doble Visera y, cuando iban 41 minutos del primer tiempo, una patada de Pablo Erbin le marcó el punto final a la carrera del máximo ídolo: Ricardo Enrique Bochini. Al igual que su debut el 25 de junio de 1972, la fecha quedó grabada en la memoria. El club no volvió a ser el mismo sin él. Acaso la línea cronológica debería ser dividida en dos partes: antes y después del Bocha. Los efectos residuales de la magia perduraron por algunos años en los que siguieron los festejos, aunque luego, y a pesar de los espejismos en el desierto que representaron el Apertura 2002 y la Sudamericana 2010, el Rojo cayó en una pronunciada pendiente que lo condujo hacia la B Nacional.



Si el liderazgo es la capacidad de transformar la visión en realidad, Bochini fue un líder irreemplazable. Al club le costó reponerse a su partida y a la ruptura de una relación que parecía ser simbiótica. El retiro del Maestro instaló una profunda sensación de desamparo en una institución que, durante los 19 años que duró su prolífica carrera, se empalagó con espectáculos fastuosos y festejó diez títulos internacionales y cuatro torneos locales. Bochini es sinónimo de Independiente. “Tuve la suerte de jugar en el equipo justo, en el que más se adaptaba a lo que es mi forma de ver, entender y sentir el fútbol. La hinchada siempre tuvo un paladar especial: en Independiente no podés tirar pelotazos, tenés que ganar y además jugar bien”, le comentó a Olé en vísperas de la presentación de su libro autobiográfico, que fue redactado por Jorge Barraza y será presentado hoy a las 18.30 en el predio de La Rural.



No es cierto aquello de que el tiempo lo mancilla todo. El aura del ídolo se mantiene incólume a pesar de que los calendarios se siguen consumiendo. Quizás influye el hecho de que el Rojo no logró escribir muchas páginas de gloria desde que Bochini colgó los botines.



-¿Con qué se va a sorprender la gente?



-Con todo. La preparación del libro duró como un año y medio o dos. Y yo mismo me sorprendí al recordar algunas cosas. Cuando todavía vivía en Zárate y tenía cerca de cuatro horas de viaje entre tren, subte y colectivo para ir a entrenar, nunca me hubiese podido imaginar que algún día iba a estar presentando mi propio libro. Apenas soñaba con jugar en Primera, pero la vida me sorprendió y me dio mucho más.



-¿Qué significa que el prólogo lo haya escrito Maradona?



-Muchísimo. Sabía que él me iba a ver a la Doble Visera y es un orgullo leer lo que escribió. Dijo que yo era el fútbol mismo y eso me pone muy contento. También me puso feliz que Bertoni haya escrito porque él fue uno de los mejores amigos que me dio el fútbol.



-¿Qué te sorprendió desde que se anunció la presentación?



-Sé que hay gente que quizá no tuvo la posibilidad de verme jugar, pero que igual me demuestran mucho afecto y que van a comprar el libro por lo que les contaron sus padres, abuelos o tíos. No sé cómo agradecer el trato que me dan a pesar de que pasaron tantos años desde que dejé el fútbol.






Sus 637 partidos jugados con la camiseta del Rojo, 97 goles convertidos y mil servidos en bandeja con pases de gol, lo habilitan a analizar el presente del club. Nadie tiene tantas credenciales para dar su opinión sobre un equipo que ya le está buscando un reemplazante a Pellegrino. “A Independiente le faltan jugadores. Puede cambiar de técnico, pero si no trae refuerzos y sigue con el mismo plantel, el que llegue no va a poder hacer mucho”, diagnosticó. El Bocha concibe el fútbol de una sola forma. Atacar es, a su criterio, la vía que da mayores garantías para llegar al destino del éxito.



-Teniendo en cuenta el andar de Lanús en el torneo. ¿Se equivocaron en dejar ir a Almirón?



-No, porque en Lanús está jugando con tres delanteros y dos volantes que llegan desde atrás. Y en Independiente lo hacía con un solo atacante y tres mediocampistas de marca. Armaba el equipo según el rival. Cambió para bien, pero acá especulaba mucho. Si su equipo hubiera atacado con mucha gente en todos los partidos, le hubiese ido mucho mejor.



-¿En los últimos tiempos a Independiente le faltaron entrenadores que hagan jugar al equipo como un grande?



-Sí, claro. Después del torneo que ganó en 2002, con Gallego, faltaron técnicos que salgan a atacar en todas las canchas, a jugarle de igual a igual a todos. El Tolo fue el último que lo hizo. Independiente precisa un técnico que respete su línea de juego histórica.



-Decís que el equipo precisa refuerzos. ¿Qué jugador te gusta de los que hay hoy en el mercado?



-No hay muchos. Es difícil porque ya no surgen jugadores con rapidez física y mental para improvisar y poner pelotas de gol. El que me gusta es Macnelly Torres, el volante ofensivo de Atlético Nacional. Entiende el juego y no creo que sea demasiado caro. Yo traería a ése.



-¿Todavía tenés ganas de trabajar en el club?



-A mí me gustaría asesorar a la hora de comprar jugadores. Mirar el Ascenso y poder recomendar.



-¿Qué le está faltando a este Independiente?



-Un jugador capaz de leer el juego, con pase ofensivo. Independiente sufrió la salida de Pisano porque él era un buen socio, desequilibraba y generaba fútbol. Benítez rendía mucho más cuando lo tenía al lado. Aquino es bueno, pero a veces no termina bien las jugadas porque se equivoca. En algunas oportunidades no tocó la pelota cuando algunos de sus compañeros podían quedar solos. No vio el pase y eso no se enseña.



A los 62 años, el Maestro sigue dando clase. La magia no se terminará: sus trucos quedaron inmortalizados en el terreno de las palabras. La historia ya está escrita.





Fuente Olé

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