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viernes, 27 de mayo de 2016

La mochila de la Selección





Por Eduardo Verona


A pocos días del debut de Argentina ante Chile en la Copa
América Centenario, Gerardo Martino habló de necesidades y de ideas. La Selección viene cargando hace años la mochila de frustraciones pasadas. La obligación de ganar para saldar viejas deudas la planteó el técnico. El rol y las exigencias que acompañan a Messi.






La mochila de la Selección



En plena cuenta regresiva hacia el debut de Argentina ante Chile el lunes 6 de junio en San Francisco por la Copa América Centenario (los otros dos rivales del grupo son Panamá y Bolivia a los que enfrentará el 10 y el 14 de junio), parece oportuno reproducir algunas observaciones del entrenador de la Selección, Gerardo Martino, en una entrevista que concedió a Clarín el último sábado.



"Siento que la Selección necesita un título".

"Si no se gana la Copa América que sea lo que Dios quiera".

"Chile tiene una característica que a nosotros, evidentemente, nos incomoda".

"Yo lo dije antes del arranque de la última Copa América: nosotros vamos a manejar la pelota en todos los partidos, menos contra Chile".


"La idea ya está".



El Tata Martino es claro. Clarísimo. La Selección no viajará a Estados Unidos a hacer una buena Copa América. Como ya la hizo en Chile el año pasado perdiendo la final en definición por penales. O en el 2007, en Venezuela, cuando conducida por Alfio Basile cayó también en la final ante Brasil 3-0. O en el 2004, en Perú, cuando dirigida por Marcelo Bielsa otra vez se quebró en la final frente a Brasil en la instancia de los penales, después del empate agónico de Adriano clavando el 2-2. 



Ahora la participación de Argentina tiene un propósito excluyente: conquistar la Copa América después de 23 años de abstinencia, considerando que la última que se ganó fue en Ecuador en 1993, bajo la conducción de Basile. Hoy, Martino interpreta que no queda otra posibilidad que la victoria urgente. Por eso sentencia que "la Selección necesita un título". La Selección es él y una generación de jugadores que vienen dilatando consagraciones inminentes que no terminan de concretarse. Y que por supuesto multiplican las presiones naturalizadas por el plantel y por el ambiente, que son los microclimas externos.



Esta generación de jugadores cuya expresión más plena y a la vez más frustrada es Leo Messi (las decepciones de Javier Mascherano en la Selección vienen de antes, pero Messi encarna una totalidad simbólica), necesita sacarse un enorme peso de encima que año tras año le provoca un desgaste monumental. Que es no ganar lo que por jerarquía individual (en especial de mitad de campo en adelante) debería ganar.



Haber arribado a la final en el Mundial de Brasil y perder 1-0 ante Alemania en tiempo suplementario y caer ante Chile en la Copa América de 2015, le quitaron margen de maniobra a la Selección. Por eso quedó atrapada por una opción unívoca: dar una vuelta olímpica en Estados Unidos. Si no lo hace, Martino invocó lo que se invoca en estas circunstancias: "Que sea lo que Dios quiera".





La búsqueda de una explicación a esas palabras del técnico argentino que pueden ser leídas como un lugar común, no es novedosa. Significa ver un panorama fulero si las cuentas no cierran. Incluso para su continuidad inmediata al frente de la Selección.



El debut frente a este Chile que dejó de ser conducido por Jorge Sampaoli y desde el 29 de enero de 2016 por Juan Antonio Pizzi, representa para Argentina un compromiso de altísima complejidad. Como ya lo fue en las eliminatorias para Rusia 2018, cuando la Selección el pasado 24 de marzo en el Estadio Nacional de Santiago venció a Chile 2-1 jugando un buen primer tiempo y una floja segunda etapa cuando tuvo que resignar campo y pelota.



¿En qué consiste la dificultad de enfrentar a Chile? En que Chile, como señaló Martino, juega a partir de la posesión de la pelota. Igual que Argentina. Y padece Argentina esta condición que intenta imponer Chile en todos los partidos y en todos los escenarios. ¿Por qué la padece? Porque Chile es uno de los pocos rivales (el otro es Alemania) que le juega de igual a igual. Y que además en algunos pasajes que no son breves le roba la pelota y la iniciativa. 



Por otra parte, Martino sostiene que "la idea ya está". Lo que presupone que la idea está afianzada. O consolidada. Y que en gran medida los nombres de los titulares también, más allá de los jugadores desgarrados (Ezequiel Lavezzi y Javier Pastore) y del confuso episodio con Paulo Dybala.   

¿Cuál es la idea de la Selección? Presionar arriba, ganar la pelota en campo rival, achicar hacia adelante los espacios, promover la circulación para que aparezcan filtraciones en los adversarios y optimizar los recursos para elaborar juego acompañando a Messi en tres cuartos y en zona de definición.



El capítulo de Messi, como siempre, es impostergable. ¿Qué se espera de él? Que rompa todos los equilibrios. Y que en la gran dificultad ante un rival muy importante que puede decidir el rumbo en una competencia, gane un partido él solo. No que los gane todos. Pero en un Mundial o en una Copa América, hay un partido que únicamente puede ganarlo un jugador iluminado e irresistible. Como Pelé. Como Maradona. Como Cruyff. Y ese tendría que ser Messi. Hasta ahora no ocurrió. Esperemos que ocurra.    





Fuente Diario Popular

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