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lunes, 18 de enero de 2016

Qué buen viaje



Por Fabián Rodríguez 

Nicolás espera a bordo del taxi durante 20 minutos en la puerta del Sheraton. Se lo nota fastidioso por la demora. Ahí, ni siquiera imagina quién será el pasajero. Cuando ve subir al Ruso Rodríguez sonríe y mira por el espejo: no lo puede creer. Una vez en camino, el arquero rompe el silencio, ofrece agua y charla con naturalidad. Confiesa que se paralizó al cruzarse a Amadeo Carrizo en una entrega de premios y cuenta qué lee: destaca “Open”, la biografía de Agassi, y “Legado”, de los All Blacks. Se muestra amable y marca personalidad, con la que se sobrepuso al desarraigo a los 14 años. El tipo es líder y el contenido de sus mensajes devela lazos de amistad y respeto hacia colegas y personas mayores. Y mantiene el ADN de barrio: es cariñoso con la gente, escucha y tiene chispa. En el regreso recuerda que su padre fue taxista en épocas bravas, y al despedirse mira el reloj y bromea con el chofer: “¡Qué buen viaje pegaste!”.


Fuente Olé

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