Por Rodrigo Tamagni
Desde el 2002 que la ilusión no se sentía tan a flor de
piel. Pero para ser campeón hay que estar en los pequeños detalles. Un equipo
se arma de atrás para adelante y con un capitán que marque el techo del nivel.
Pellegrino, ante el enorme desafío de apoyar o cambiar al errático Ruso
Rodríguez
Desde su llegada, Pellegrino bancó contra viento y marea al
Ruso Rodríguez, su capitán. Una y otra vez. Ante errores o negligencias. Eso en
un conductor no es un error ni una virtud. Lo que inclina la balanza para un
lado u otro es el nivel de efectividad que tenga ante sus apoyos o timonazos.
Básicamente la capacidad de una reacción positiva con el apoyo o el de entender
que tensar más la cuerda podría romperla.
La vida transita entre un fino límite entre el apoyo y la
tozudez. Entre el respaldo y lo testarudo. Coquetea con lo motivacional y la
obstinación. Cuando apoye la cabeza en la almohada, seguramente en el Flaco aparecerá
este binomio que constituye al transistor de un equipo campeón. Esos detalles
que pueden prender o apagar el interruptor de un club festejando a fin de
semestre.
¿El Ruso tiene pasta para ser el arquero de Independiente?
Desde ya. ¿Cuenta con la personalidad para clavarse la cinta? Claro que sí. El
gran problema en su trayectoria radica en que ha fallado en los momentos
claves, al menos desde que el equipo volvió a Primera. Tuvo falencias en
situaciones críticas e inhibiciones a mitad de camino. Su ficha de un tiempo a
esta parte podría decir claramente que no es el gran responsable de los goles,
pero tampoco los evita. Como se diría en la esquina: no se los morfa, pero
tampoco te salva. Ante River volvió a darle argumentos a aquel bando que
alienta cada vez más esa teoría.
Y un equipo que pretende ser campeón precisa de un tipo que
con sus guantes, al menos, responda satisfactoriamente en los momentos clave.
Mientras el Ruso debate internamente si saca a relucir finalmente sus enormes
cualidades o se deja devorar por los fantasmas de las críticas, Pellegrino se
topó con una encrucijada: ¿debe darle apoyo para estimularlo o tiene que brindarle
la chance al que está en el banco, que por lógica de nosotros los que opinamos
de afuera y vemos todo con una "facilidad" asombrosa, es siempre
mejor que el que juega?
El Rojo tiene ante sí una pasta de campeón que para que se
convierta verdaderamente en el deleite de los fines de semana tendrá que
resolver este tipo de cuestiones. El que está a cargo será responsable tanto de
lograr sacar la pasta al dente o si un mazacote termina arruinando todas las
promesas. Esta mirada no es una crítica a la situación, sino una simple
descripción de inicio de temporada.
Fuente Play Fútbol
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