Diego Rodríguez le atribuye la levantada a que los jugadores
se convencieron de que pueden ganarle a cualquiera: "Estamos ilusionados
como la gente".
El Ruso Rodríguez intentará achicarle el arco a Olimpia.
Por Favio Verona
Tiene 26 años, pero las vivió todas. Debió madurar a los
golpes y ponerse los guantes para atajar cuando la pelota era una granada y
aparecían focos de incendio que ponían en riesgo la estabilidad de un club, que
se prendía fuego. Diego Rodríguez ya no es un pibe. No importa lo que marque el
DNI, el Ruso recicló sus experiencias y hoy habla desde otro lugar. Ejerce el
rol de líder parapetado desde sus vivencias. Aconseja a los más jóvenes, oficia
de guía para los jugadores que llegan desde afuera, se compromete en el día a
día de la institución y reparte su tiempo en conversaciones con los directivos,
el técnico o los encargados de limpieza del club. Sabe que la cinta de capitán,
que porta cada vez que no está Federico Mancuello, atrae flashes, pero que también
acarrea compromiso.
-¿Cómo es ser capitán siendo joven?
-Es una responsabilidad muy linda. Uno va creciendo, sumando
experiencia y trata de relacionarse con toda la gente del club porque llevar la
cinta también te da obligaciones. Hace un tiempo que junto a Fede llevamos el
grupo adelante, pero solos no podemos lograrlo. El plantel colabora.
-¿Los momentos difíciles los han hecho madurar a los golpes?
-Con algunos jugadores suelo hablar de eso. Nos tocó
atravesar etapas muy complicadas cuando éramos chicos. Y no sólo en lo
futbolístico, también en lo personal. Fue duro y por eso hoy podemos disfrutar
al máximo de los buenos momentos. Las cosas se están dando vuelta, empezaron a
llegar las buenas y la alegría es inexplicable. Igual, la responsabilidad es
enorme. Estamos para grandes cosas, la gente nos exige y sabemos que estamos
para más.
-¿Qué les dicen a los jóvenes y a los que llegan?
-Tratamos de transmitirles el sentido de pertenencia por el
club. Nosotros crecimos acá y queremos mucho a la institución. Por dar un
ejemplo, creo que en el clásico de Avellaneda se vivió eso. Muchos jugadores
que no surgieron de las Inferiores festejaron el triunfo como si hubiesen
vivido en Independiente toda la vida. Es el orgullo más grande que tenemos.
-¿Olimpia marcó un antes y un después?
-Sí. Sabíamos que iba a ser un rival durísimo en Asunción
por el clima y el ambiente. Pasamos y venimos en levantada. La otra prueba fue
contra River. Sabíamos sus virtudes y la dinámica que le dan al juego, pero
también los defectos y supimos aprovecharlos. Tuvimos la pelota e hicimos
prevalecer nuestro juego. Ganarle a un rival así y cómo lo hicimos era lo mejor
que nos podía pasar. Pero para llegar bien al partido contra Independiente
Santa Fe había que vencer a Crucero por la Liguilla y lo logramos.
-¿Están cerca de plasmar la idea del técnico?
-Sí, nuestra meta no es sólo avanzar en la Copa, sino ir
creciendo como equipo todos los días. Creemos que lo estamos haciendo. En
algunos partidos jugamos bien y en otros no, pero noto que estamos progresando
y eso va a ayudarnos a cerrar bien el año.
-Con Pellegrino les convirtieron poco....
-En el día a día no estamos tan atentos a eso, pero cuando
mirás la estadística, las cifras hablan de la seguridad que está teniendo el
equipo, de la solidez que hemos logrado. No se debe sólo al buen trabajo
defensivo, sino al sacrificio de un equipo solidario, que colabora en la
contención. Eso es fundamental.
-¿Qué cambió para que se dieran los triunfos?
-Hoy tenemos un equilibrio que antes no lográbamos. Pero hay
muchas cosas del período anterior que se han hecho bien y eso ayuda al nivel
actual del equipo. Hay que poner todo en la balanza, estamos tratando de
corregir lo que antes no hacíamos bien, pero no podemos borrar todo.
-¿Qué tratan de mantener del ciclo Almirón?
-Apenas llegó, Mauricio (Pellegrino) nos dijo que quería
mantener algunas cosas y corregir otras. Nuestra idea era potenciar las
virtudes como la tenencia de la pelota, el hecho de asumir siempre el
protagonismo y salir jugando cuando se pueda.
-¿Están más seguros?
-El principal cambio fue que empezamos a creer en nosotros.
Sabemos que podemos ganarle a cualquiera. Y cuando los partidos se hacen
largos, noto que estamos teniendo la paciencia necesaria para aguantar, ya que
sabemos que en los últimos metros contamos con jugadores muy peligrosos, que
exigen mucho a los defensores rivales y pueden marcar la diferencia.
-¿Se siente el desgaste?
-Tenemos que descansar y cuidarnos, pero viajar al exterior
y jugar cada tres días es un privilegio. Para mí es una satisfacción ver que
Independiente volvió al plano internacional. La gente se lo merece después de
todo lo que nos apoyó en la B Nacional.
-¿Los partidos de Copa se juegan distinto?
-La dinámica y la intensidad son las mismas, pero el clima
es otro. Y más en Independiente, que es un equipo copero y la gente te lo hace
notar en Avellaneda y en el exterior.
-¿La presión es mayor?
-La responsabilidad es muy grande, pero nos encanta
afrontarla. A muchos nos ha tocado vivir momentos duros en el club. Y comparado
con eso, esto es lo más lindo que nos puede pasar. Queremos tener más alegrías
por la gente.
-El Cebolla Rodríguez dijo que tienen que llegar a la final,
¿esa es la línea?
-Sí, no hay que tener temor a decirlo: nuestro objetivo es
pelear la Copa hasta la última instancia. Soñamos todos los días con llegar a
la final y eso es lo que nos planteamos.
-¿Perciben otro clima?
-Sí, en todo el club se respira otro aire. En Independiente
salió el sol, ja... Y hoy se disfruta de venir a trabajar con una sonrisa, de
estar en el predio de Domínico y conversar con la gente, con el que levanta la
barrera en la entrada o hasta el que acomoda la barrera. Hoy todos están de
buen humor, sabemos que eso es gracias a los resultados y hay que sostenerlo.
Quiero seguir disfrutando de cada minuto en el club y ojalá esto sea el
comienzo de algo grande.
Fuente Olé
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