Diego Rodríguez falló increíblemente en dos oportunidades y
así Independiente se quedó vacío en la ida de los cuartos de final de la
Sudamericana. El arquero primero erró un penal y luego no reaccionó en el 1-0
de Santa Fe.
Si la mano viene cambiada es difícil cambiar el rumbo. Y si
el guante está enrevesado, también. Las manos, los guantes y las piernas del
Ruso Rodríguez tuvieron una incidencia negativa en la noche en el Libertadores.
El arquero de Independiente falló en las dos jugadas clave del partido. Y Santa
Fe de Bogotá, equipo vivo y luchador, se terminó llevando un 1-0 -gracias al de
Balanta- por la ida de los cuartos de final de la Sudamericana.
Más allá de la responsabilidad del arquero, a Independiente
le costó imponer condiciones ante un Santa Fe que llegó a Avellaneda con el
afán de discutir el protagonismo y con la intención de asfixiar el circuito de
juego de los de Pellegrino. Hablando de Pellegrino, esta vez lo debió ver desde
afuera por suspensión: su lugar lo ocupó su ayudante Xavier Tamarit.
El momento que pudo ser bisagra para la confianza de
Independiente fue la falta en el área de Mina sobre Lucero. El Ruso se quiso
hacer cargo del penal. Pero le pegó sin fuerza. Era la primera vez que fallaba
desde los 12 pasos. Y eso, parece, lo afectó para lo que iba a venir. Para
colmo, Robinson Zapata salió de ese instante con el pecho inflado. Luego le
atajaría otra bola picante a Mancuello.
Más allá del penal desaprovechado, Independiente trató de
reponerse en el segundo tiempo. Le costaba progresar con claridad debido al
buen entramado defensivo que le proponía el conjunto colombiano. En una
transición rápida, Balanta quiso mandar un buscapié y el Ruso Rodríguez le
regaló el palo y la terminó mandando adentro.
Lo buscó el Rojo en el final con otros intentos de Mancuello
-muy activo de media distancia- y algunas gambetas de Pisano. Pero a diferencia
del Ruso, del otro lado Zapata se hizo gigante. Independiente ahora deberá
recuperarse en Bogotá. Tiene que ganar por lo menos 1-0 para forzar los
penales. Es difícil. Pero no imposible.
Fuente Olé
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