Ilustró rrrojo
Una noche de
primavera en pleno invierno.
De las que invitan
a salir después de cenar.
A caminar por tu barrio.
Barrrio en que el
potrero donde te raspaste las rodillas y los codos atajando las imposibles,
cambió.
Ahora son siete
pisos con cochera.
Y no cambió para
bien.
Te obligan a
rechazar la invitación a caminar.
Porque no sabés
cuantos pasos vas a dar.
Vivo.
Porque no sabés si
volvés.
Y entonces te
quedás.
Por la sensación.
¿Viste?
Pero a mi recuerdo
vino una imagen imborrable, de los tiempos en que se podía transitar libremente
por tu territorio.
Y los Argentinos
usabamos esa Libertad natural.
Fue hace bastante,
y Yo tenía más cabello.
En un Julio que no
te voy a decir el año, salí a caminar con mi ovejero. Llegué a la plaza de
Santos Lugares y el se dirigió inmediatamente al ombú histórico, que Prilidiano
Pueyrredón inmortalizara en su pintura de la batalla de Caseros (en la actual
estación de Santos Lugares).
Levantó la pata y
orinó.
Nunca quise
discutir con mi ovejero si fue por disconformismo político, por ser Federal o Unitario, o solo para marcar
territorio, cosa común en los perros.
Luego ví a un joven
Papá sentando a su hijo en una hamaca.
La impulsó varias
veces para deleite del mocoso, que tenía puesta una camiseta del Rojo en esos
años de gloria.
Pensé ¡Vamos bien!
La hamaca seguía
adelante y atrás, iba y volvía con el impulso inicial.
El padre volvió hacia
su mujer que lo esperaba en un banco próximo extendiendo sus brazos cariñosos.
Ambos se fundieron
en un beso.
Que solo
interrumpió un grito.
¡Papá no anda más!
Me dieron ganas de
empujar esa hamaca, para prolongar el beso.
Más que prudente, fui cobarde y
no me atreví.
Volví con ese
ovejero caminando despacito.
Intentando
comprender el por qué de la física y la Ley de Gravedad para las ilusiones.
Por que
interrumpe un beso.
Por que se paran las hamacas que divierten a un niño.
Fuente rrrojo para este blog.
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