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miércoles, 17 de julio de 2013

Por que se paran las hamacas




Ilustró rrrojo

Una noche de primavera en pleno invierno.

De las que invitan a salir después de cenar.

A caminar por tu barrio.

Barrrio en que el potrero donde te raspaste las rodillas y los codos atajando las imposibles, cambió.

Ahora son siete pisos con cochera.

Y no cambió para bien.

Te obligan a rechazar la invitación a caminar.

Porque no sabés cuantos pasos vas a dar.

Vivo.

Porque no sabés si volvés.

Y entonces te quedás.

Por la sensación.

¿Viste?

Pero a mi recuerdo vino una imagen imborrable, de los tiempos en que se podía transitar libremente por tu territorio.

Y los Argentinos usabamos esa Libertad natural.

Fue hace bastante, y Yo tenía más cabello.

En un Julio que no te voy a decir el año, salí a caminar con mi ovejero. Llegué a la plaza de Santos Lugares y el se dirigió inmediatamente al ombú histórico, que Prilidiano Pueyrredón inmortalizara en su pintura de la batalla de Caseros (en la actual estación de Santos Lugares).

Levantó la pata y orinó.

Nunca quise discutir con mi ovejero si fue por disconformismo político, por ser Federal o Unitario, o solo para marcar territorio, cosa común en los perros.

Luego ví a un joven Papá sentando a su hijo en una hamaca.

La impulsó varias veces para deleite del mocoso, que tenía puesta una camiseta del Rojo en esos años de gloria.

Pensé ¡Vamos bien!

La hamaca seguía adelante y atrás, iba y volvía con el impulso inicial.

El padre volvió hacia su mujer que lo esperaba en un banco próximo extendiendo sus brazos cariñosos.

Ambos se fundieron en un beso.

Que solo interrumpió un grito.

¡Papá no anda más!

Me dieron ganas de empujar esa hamaca, para prolongar el beso.

Más que prudente, fui cobarde y no me atreví.

Volví con ese ovejero caminando despacito.

Intentando comprender el por qué de la física y la Ley de Gravedad para las ilusiones.

Por que interrumpe un beso. 

Por que se paran las hamacas que divierten a un niño.



Fuente rrrojo para este blog.



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