Por Christian Ginko
Independiente está a la deriva en todos los aspectos, y la
solución parece cada vez más lejana.
Los malos manejos institucionales, tarde o temprano, se
terminan notando. El amperímetro, como suele suceder, es el plano deportivo:
Cuando la pelota entraba y el equipo ganaba, no se cuestionaban las compras
millonarias, pero cuando la suerte cambió, todo explotó. Es, a fin de cuentas,
el ABC del fútbol.
Sin embargo, y como se dijo anteriormente, todo es
consecuencia, nada está librado a la suerte. Cuando se ganó la Sudamericana en
2017, tenía que ser el puntapié inicial para despegar, y fue todo lo contrario.
Se gastaron millones en refuerzos que no rindieron (casos Gonzalo Verón,
Fernando Gaibor, Francisco Silva, etc.). Como consecuencia, el superávit que se
supo lograr se transformó en déficit.
En 2018, con Recopa, Libertadores y Suruga Bank por jugar,
no se le dio tanta importancia, pero el daño ya se estaba haciendo. Tal vez,
ganando las dos primeras, se habrían solucionado algunas deudas, pero la
realidad es que se gastó más de lo necesario, y junto con los sueldos, fue una
bomba de tiempo que no se pudo detener.
La situación deportiva actual, entonces, es consecuencia de
todo eso. No es casual que Julio Falcioni hoy esté clasificando en la Copa de
la Liga cuando en el Rojo le costaba ganar, ni tampoco que Eduardo Domínguez no
encuentre el rumbo habiendo llegado de Colón, donde supo salir campeón. Es
difícil pensar que se elige mal a los entrenadores cuando la propia dirigencia
desmantela el plantel.
Los hechos demuestran esto último: A Falcioni se les han
vendido a Alan Franco y a Sebastián Palacios, que eran titulares, y de los
refuerzos que llegaron apenas Juan Insaurralde rindió. A Domínguez, por su
parte, le sacaron a Silvio Romero y a Alan Velasco, otros que eran del once
inicial.
Mientras el actual entrenador intenta sacar la situación
adelante, la dirigencia incorporó a Juan Cazares. Este último llegó sin
pretemporada y por un sueldo elevado, cuando tiene problemas para pagarles a
los que ya están. Luego del empate con Aldosivi, Hugo Moyano preguntó: “¿Qué
quieren que haga?”. Bueno, tal vez podría empezar por dejar de hacer locuras
económicas, y empezar a pagar las deudas que tiene actualmente Independiente.
Hasta entonces, así llegue Josep Guardiola, el Rojo no podrá competir en serio,
tal como la historia lo demanda.
Fuente Infierno Rojo
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