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jueves, 28 de abril de 2022

Que la individualidad no tape el bosque

Blanco, con su tiro libre, salvó a Independiente ante La Guaira en Caracas. (Foto: EFE)



Por Nahuel Lanzillotta

 

Independiente no podía contra un débil rival y destrabó el partido gracias a una destreza individual de Domingo Blanco. Ganó un duelo clave en Venezuela, pero esto no debe maquillar una realidad futbolística que no mejora.

 

Independiente hizo lo que tenía que hacer en Venezuela. Ganó por 2-0, se trajo los tres puntos a Buenos Aires y así sigue dependiendo de sí mismo en el Grupo G de la Copa Sudamericana para lograr el objetivo de clasificar a la siguiente fase. Esto, en efecto, es cierto. Sin embargo, en gran parte de los 90 minutos la realidad fue otra y la labor del equipo de Eduardo Domínguez puso en jaque otro objetivo más en el semestre.

 

Lo salvó una individualidad: el tiro libre que Domingo Blanco sacó de la galera tras 67 minutos en los que el visitante apenas había pateado al arco dos veces ante un rival de visible menor jerarquía.

 

El análisis podría quedarse únicamente en el resultado final, que fue satisfactorio. Pero los “cómo” importan. Y la de Independiente en Caracas fue otra actuación que dejó más preocupaciones que alivios. Es verdad que había que ganar por sobre todas las cosas para no quedar complicado en el plano internacional, la gran meta futbolística del año. Pero las penurias del equipo quedaron al desnudo hasta que Blanco frotó la lámpara y se puso la ropa de salvador. Que la individualidad no tape el bosque.

 

Antes que nada, la aclaración: siempre se celebra un triunfo. Luego quedan las formas. Y el partido del martes siguió en la misma sintonía de un contexto difícil. Lo positivo es que sin jugar bien y lejos de relucir, esta vez logró ganar. Lo negativo es que el nivel nuevamente fue demasiado bajo y todo se potenció por la precariedad del adversario de turno.

 

La Guaira salió a defenderse y a respetar la historia de Independiente, el Rey de Copas. Se refugió en su área con cinco defensores, más dos volantes de contención. Y dejó tres delanteros para apostar a algún contraataque. Sin ruborizarse, le regaló la pelota al Diablo, que se embarulló en sus dudas y no supo qué hacer para fluir y romper con el cerrojo de los venezolanos.

 

Faltó más encare y valentía para gambetear de Gastón Togni y de Tomás Pozzo por los costados. Faltó conexión entre Domingo Blanco y Alan Soñora. Faltó movilidad de Leandro Benegas para generarse espacios y líneas de pase en el área de enfrente. Faltó seguridad del cinco, Lucas Romero. Faltó atención en una defensa que se complicó solita ante cada avance rival.

 

Independiente jugó contra sus limitaciones. Ni siquiera pudo aprovechar los regalos que hizo el arquero Olses en el primer tiempo. La Guaira comenzó a darse cuenta de que este Independiente nada tiene que ver con su riquísima historia internacional y se animó a faltarle el respeto. Pateó más veces al arco que los de Avellaneda.

 

Sin profundidad y con serios desajustes en el fondo, Independiente no cambió más allá del cambio de esquema y las variantes con respecto de la goleada sufrida el fin de semana. Domínguez sigue sin encontrar el equipo y continúa haciendo modificaciones con el afán de dar en algún momento con un rendimiento que convenza. Lo que no le faltó al Rojo fue perseverancia.

 

Aun con incertidumbres, Independiente apretó en el segundo tiempo. De la mano de Blanco y de Togni pisó más el área. Disparó bajo los tres palos por primera vez. Y luego de 67 minutos llegó el gol salvador de Mingo, el hombre que se esfuerza por ser el mejor del plantel en cada presentación y que todavía no tiene resuelta su continuidad más allá de junio.

 

Una destreza personal (la calidad en el remate de Blanco), destrabó el encuentro para el Diablo. Sin posibilidad de hacerlo desde el juego, bienvenida la opción de la individualidad. Luego pudo sellar la noche con el tanto de Leandro Fernández en el final, tras haberla pasado mal con los ataques de los caraqueños.

 

Pero ojo, esto puede salvarlo en un partido. Dos, a lo sumo. Pero de ningún modo puede conformarse el entrenador con esto. Domínguez sabe que es imperioso encontrar un funcionamiento fructífero para no apartarse de la senda de la victoria y alejarse de la irregularidad. Las individualidades son necesarias en todo equipo, pero no son la solución para todos sus problemas. Apenas pueden funcionar como un parche. Ahora, Independiente tendrá que aprovechar para inflar su confianza y buscar herramientas colectivas que le permitan empezar a pisar firme de una buena vez.

 

 

Fuente Infierno Rojo


 

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