Silvio Romero y sus compañeros. El conflicto trajo secuelas
en las relaciones.
Por Jorge Mario Trasmonte
El capitán de Independiente criticó una información de Olé.
Con todo derecho, pero también con un exceso inaceptable.
Silvio Romero, como cualquier protagonista, tiene todo el
derecho de estar en desacuerdo con una información que publique un medio, y
hacer público su disenso.
El respeto o su falta al comunicarlo, dirán más de
quien formula la crítica que del diario o periodista criticado.
Romero afirma
que lo que publicó Olé no es verdad porque él tiene, dice, datos opuestos, y
que los que él maneja son “la verdad”.
Este diario ratifica lo que publicó.Acerca del liderazgo de Romero
Romero, como algunos otros, se enoja con lo que se ha
revelado y pretende que violemos el secreto profesional que protege las
fuentes.
O desconoce, o finge desconocer, que cuando alguien tiene data que si la expone con su nombre y voz puede salir perjudicado, te la cuenta y te pide reserva de su identidad.
Como a él le dicen con vos está todo bien, yo te banco, Romero se guía por esa otra realidad.
Tomos enteros podrían llenarse con la cantidad de casos en los que los portadores de la información se la confían a un medio y se la niegan al involucrado. Nuestro oficio tiene protocolos para no dejarnos operar por uno que te vende fruta: la info que nos pasan es chequeada con otras fuentes. Cuando es corroborada, se publica. Él declinó darnos su versión.
O desconoce, o finge desconocer, que cuando alguien tiene data que si la expone con su nombre y voz puede salir perjudicado, te la cuenta y te pide reserva de su identidad.
Como a él le dicen con vos está todo bien, yo te banco, Romero se guía por esa otra realidad.
Tomos enteros podrían llenarse con la cantidad de casos en los que los portadores de la información se la confían a un medio y se la niegan al involucrado. Nuestro oficio tiene protocolos para no dejarnos operar por uno que te vende fruta: la info que nos pasan es chequeada con otras fuentes. Cuando es corroborada, se publica. Él declinó darnos su versión.
A Romero acaso lo enoje enterarse de que ha perdido
ascendiente y autoridad como líder del plantel de Independiente; entonces, mata
al mensajero, como si le pegáramos un martillazo en la cabeza al cartero cuando
trae la factura de la luz.
Grito de gol de Romero con la cinta de capitán. Le molestó
quedar sindicado como el promotor del conflicto con el club.
Nada nos anima contra Romero, jugador que ha sido tapa de
Olé en varias oportunidades por sus valores deportivos y humanos.
Donde sí se va al pasto es cuando, en su réplica, busca
poner en juego la estabilidad laboral del cronista amenazándolo con supuestas
revelaciones que le costarían su trabajo: hay confianza plena en el periodista
y en lo publicado.
Ese, además de ser el golpe al mensajero, es un golpe bajo, impropio de quien se considera un buen líder.
Ese, además de ser el golpe al mensajero, es un golpe bajo, impropio de quien se considera un buen líder.
Fuente Olé



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