Por Lucas Campos
-¿La extrañás, no, Gordo? -
- ¿Para qué te voy a mentir, Pela? yo me hago el sota vistes,
pero desde que se fue, los primeros meses estuve bien, estoy bien en realidad,
pero después, cuando veo algo en esto del Instagram y toda esa porquería que
destruye todo, se me revuelven las tripas. Ahí me doy cuenta que si la llego a
ver de nuevo, se me cae toda la defensa, Pela.
La conversación murió allí. El transcurso del viaje fue un
silencio profundo que sólo se veía interrumpido por algún alarido del locutor
de la radio que anunciaba con énfasis que Colón se había clasificado para la
final de la Copa Sudamericana.
En mi retina, aún no podía divisar alguna jugada de gol de
Independiente. Pero solamente se me venía a los ojos, la imagen de los
defensores del Rojo pateando la redonda para arriba y a los jugadores de
Defensa merodeando el área rival como el buitre que se abusa del que está por
caer.
Una, dos, diez, veinte cuadras. Nada che.
Suena el himno en la radio, eran las 00.00 del viernes. No
había nada que decir del partido, porque nada dejó. Literalmente nada. El
Gordo, ya casi antes de dejarme en casa tiró uno de esos comentarios que sirven
para volver a la realidad, como cuando tocas una tecla antes de que la compu se
apague, para que se vuelva a prender y que no se apague la pantalla.
-Ta fresco, che. Estos habían dicho que iba a hacer calor
pero siempre le pifian. lo que pasa es que los satélites deben ser viejos.
No contesté. Llegué a mi casa. Me bajé del auto, y le vomité
la idea que cociné mientras sonaba el himno:
-Sabés lo que pasa gordo. Vos seguís enamorado entonces
nunca te vas a arrepentir de lo que hagas, porque todo se justifica justamente
por estar enamorado. ¿Vos viste lo mal que juega Independiente? Hoy se fue
silbado. Pero, ¿sabés qué? vamos a putear estos dos días y el domingo, cuando
llegue la hora, vamos a estar ahí otra vez como dos pelotudos emocionados
cuando salen a la cancha y gritando a morir.
-Porque es así, Gordo. Estamos enamorados, todos nosotros,
entonces nos enojamos unos días y después volvemos a ese estado de
enamoramiento que hace que te queme el pecho de las ganas de volver a ver a
Independiente. Y bueno, a vos te pasa lo mismo con la flaca. Hay una sola
diferencia, ¿Sabés?
-¿Cual?
-A vos te pueden pasar un millón de cosas. Pero cuando ya
estés por partir, vas a prender una tele y va a estar jugando Independiente.
Siempre va a estar ahí, cuando la vida te de un espacio o cuando el corazón te
lo pida, porque un equipo de fútbol también en eso, un beso en donde refugiarse
y sonreír al menos por un rato, hasta que termina el partido, un ciclo
inagotable, que termina y vuelve a repetirse, como la vida, Gordo,
Fuente De la Cuna al Infierno
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