Santiago Pandolfi/Diario Popular
- Por Eduardo Verona
Desgastada su imagen en Boca después de varias temporadas,
arribó a Independiente y de inmediato pudo ofrecerle al equipo su visión de
juego y esa capacidad reconocida para armar y aparecer libre en zona de
definición
¿Cuántos son los jugadores que frecuentan la zona de
volantes y que tienen el fútbol que desarrolla Pablo Pérez?
Pocos, muy pocos,
sin ninguna duda. Cuando sostenemos que son pocos es una manera elíptica de
plantear que el actual jugador de Independiente y ex volante de Boca y
Newell’s, entre otros clubes, sabe algo esencial del fútbol: lo entiende.
Y como lo entiende, en esa vieja acepción que supo instalar
el Flaco Menotti hace algunas décadas, lo interpreta con calidad.
Porque tiene
calidad.
Lo denuncian sus movimientos en la cancha y su panorama circular a la
hora de entregar la pelota a un compañero.
No es que descubramos ahora sus virtudes. Las tuvo siempre.
Y las destacamos por encima de cierto descontrol emotivo que le costó
demasiadas expulsiones durante su prolongada carrera.
Apenas Gabriel Milito asumió como entrenador de
Independiente en los primeros días de julio de 2016, quiso contar en el plantel
con Pablo Pérez.
La operación no pudo concretarse. Y siguió en Boca.
El interés
de Milito se terminó frustrando por una aparente cuestión económica que en
realidad escondió otra razón fundamental: Boca no quería transferirle un
jugador a Independiente.
La posibilidad se reabrió después de la derrota traumática
de Boca frente a River en la final de la Copa Libertadores.
Pérez se había
convertido en un virtual chivo expiatorio por sus flojos rendimientos ante
River en los dos encuentros y por la ascendencia que se le reconocía en el
plantel.
Y Boca esta vez no hizo ningún esfuerzo por retenerlo. Es más:
su partida se dibujó como una especie de alivio, considerando la despedida de
los Barros Schelotto y la llegada del nuevo cuerpo técnico liderado por Gustavo
Alfaro, quien no se opuso a la salida del volante que le permitía renovar el
microclima del vestuario.
No sufrió Pérez ningún período de adaptación en
Independiente que lo postergara, aunque él aclaró que “en principio no me
sentía bien y el entrenador me sacaba porque no me veía bien”.
Sin embargo,
jugó y estuvo a la altura de las expectativas.
Jugó, en general, en la medida
de sus posibilidades para ser una pieza influyente del equipo que dirige el
siempre dubitativo Ariel Holan.
¿Influyente en qué sentido? En la dimensión del juego. Por
características técnicas y anímicas necesita entrar en permanente contacto con
la pelota. Si participa de manera muy activa va ampliando su protagonismo en el
partido. Porque tiene presencia en el campo. Y contempla dos perfiles no muy
habituales en un volante: no le escapa a la recuperación efectiva de la pelota
y conoce el secreto intransferible para combinar los tiempos y los espacios y
llegar a posición de gol, como ya lo hizo en Independiente en dos oportunidades
ante Vélez y Rosario Central.
En ambos goles, yendo al encuentro de la pelota
en el área chica adversaria.
Esta versatilidad estratégica para circular lejos del arco
ajeno en la progresión y en el armado de la jugada ofensiva y aparecer por
sorpresa en los últimos metros para definir luego de un rebote o una
habilitación profunda, no forman parte de maniobras ocasionales que se dan de
tanto en tanto. Expresan en realidad su auténtica naturaleza futbolística. Y su
búsqueda solidaria y generosa en el ida y vuelta.
Alguna vez, el Cholo Simeone en el marco de una entrevista
para la revista El Gráfico nos preguntó por qué creíamos que hacía goles de
cabeza. Y sin aguardar una respuesta, nos dijo con ese tono apresurado que
tiene el técnico de Atlético Madrid:
“Porque yo no espero la pelota. La voy a
buscar. Aparezco desde atrás y sorprendo porque nadie me tiene asignado. Si no
sorprendo, no cabeceo. Así hago algunos goles que de otra forma no podría
hacer”.
El contexto que hace varios años aprovechaba Simeone es un
contexto similar al que suele enfrentar Pérez.
No está ahí esperando para
resolver. Aparece. Llega. Y en algunos casos marca el pase picando vacío en
diagonal como en el estupendo gol que le convirtió a Central el pasado domingo.
Sin certezas, porque el fútbol no las arroja, Pérez se asoma
como una de las incorporaciones (está a préstamo durante 18 meses por un millón
de dólares) más valiosas que consiguió Independiente. Por eso, si no lo
persiguen las lesiones musculares y si se mantiene a distancia de las tarjetas
amarillas y rojas, tiene recursos y talento para ser un jugador muy bien
calificado en la estructura del equipo.
En eso, precisamente, en su calificación conceptual, saca
ventajas: sabe mirar, sabe elegir. Y sabe acompañar o protagonizar la jugada.
Una síntesis que lo identifica.
Fuente Diario Popular


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